Durante el año 2006, no obstante algunos retrocesos y conflictos, cobraron impulso los procesos de integración en América Latina y el Caribe. Los diferentes esquemas integracionistas no avanzaron al mismo ritmo de desarrollo, ni presentan similares perspectivas viables a corto y mediano plazo. Lo más destacado consiste en el fortalecimiento de sus tendencias sociales y […]
Durante el año 2006, no obstante algunos retrocesos y conflictos, cobraron impulso los procesos de integración en América Latina y el Caribe.
Los diferentes esquemas integracionistas no avanzaron al mismo ritmo de desarrollo, ni presentan similares perspectivas viables a corto y mediano plazo. Lo más destacado consiste en el fortalecimiento de sus tendencias sociales y nuevos pasos hacia la integración política.
En la región de América Latina y el Caribe, los aspectos más desarrollados de la teoría y práctica de la integración se refieren a la esfera económica y, dentro de ésta, la cuestión comercial y de inversiones.
Las medidas aplicadas se concentran en la eliminación de barreras arancelarias y no arancelarias en el comercio exterior y la desregulación del flujo internacional de inversiones, estableciéndose zonas de libre comercio y uniones aduaneras. Estos tipos de medidas se basan en la teoría neoliberal, la cual considera que el desarrollo de los países atrasados se alcanza mediante un proceso espontáneo, sin intervención estatal y plenamente desregulado.
La vida demuestra lo engañoso de estas concepciones, las cuales están concebidas para ocultar los verdaderos propósitos de las Empresas Transnacionales (ETN) y los gobiernos que las sirven. La realidad es que la aplicación de estas teorías neoliberales en la región lo que ha traído es mayor diferenciación entre ricos y pobres, deterioro social, aumento del crimen organizado y manifestaciones de ingobernabilidad en los países donde se ha aplicado.
Por otra parte, se ha comenzado a promover la integración física, en la cual se destaca la propuesta de Venezuela para crear un gasoducto cuyo trazado parta de este país y llegue hasta Argentina y Chile, atravesando el territorio de Brasil y con ramales vinculatorios con Paraguay y Bolivia. Otro ejemplo lo constituye la carretera proyectada desde la costa del Pacífico de Perú y Ecuador, que atraviese Colombia y Venezuela para salir a la ribera atlántica de Brasil.
En cuanto a lo social, lo más relevante es el esfuerzo de Cuba, Venezuela y Bolivia en la formación de personal facultativo de la salud y la prestación de servicios médicos masivos a las poblaciones de los países de la región. La Operación Milagro, iniciativa del Comandante en Jefe Fidel Castro y que se desarrolla en el campo de la oftalmología, constituye un claro ejemplo de las posibilidades que brinda la cooperación social. En un breve lapso de tiempo unos 500 mil pacientes de 28 países han recuperado o preservado la visión en virtud de este programa.
Estos avances realizados en el ámbito social se están llevando a cabo en los marcos de la Alternativa Bolivariana para las Américas (ALBA). Este proyecto propone una integración diferente basada en la solidaridad y la cooperación entre los pueblos latinoamericanos y centra su atención en la lucha contra la pobreza y la exclusión social. Cuestiona la apología y el culto al libre comercio y defiende la elaboración de una agenda económica y social concebida y dirigida por los Estados soberanos, sin influencia de los poderes foráneos de las Empresas Transnacionales (ETN) y los gobiernos imperialistas.
El desarrollo conceptual y práctico del ALBA, el cual está en ciernes, constituirá un relevante aporte a la teoría de la integración latinoamericana y revelará las inconsistencias de la teoría neoliberal del comercio internacional y lo pernicioso de su puesta en práctica. En este sentido merecen destacarse los Acuerdos al respecto entre Cuba y Venezuela firmados en diciembre del 2004, a los que se ha incorporado Bolivia.
En lo que atañe a la integración política, el evento de mayor trascendencia en el año fue la II Cumbre de Presidentes de la Comunidad Sudamericana de Naciones que tuvo lugar los días 8 y 9 de diciembre del 2006 en la ciudad boliviana de Cochabamba. Esta Cumbre tuvo la particularidad de que escuchó las propuestas integracionistas del Encuentro de Movimientos Sociales que sesionó paralelamente. La Declaración de Cochabamba promovió un modelo de integración con identidad propia, pluralista, en medio de la diversidad y las diferencias.
El Presidente de Bolivia Evo Morales convocó a avanzar hacia un tratado que haga de la Comunidad Sudamericana de Naciones un verdadero bloque sudamericano a nivel político, económico, social y cultural y propuso un proceso de integración a diferentes velocidades, de manera que cada país vaya asumiendo los compromisos que pueda asumir.
Por su parte, el MERCOSUR también se destacó en medidas prácticas hacia la integración política. El Parlamento del MERCOSUR quedó formalmente inaugurado en Brasilia en una sesión solemne que encabezó el Presidente brasileño Luiz Inacio Lula da Silva.
El ALCA y las Transnacionales
Todos estos propósitos de buenas intenciones tienen que enfrentarse a factores enemigos que pugnan por impedirlos. El primero y más importante de ellos es la política imperialista del gobierno del presidente Bush, cuya esencia puede resumirse en establecer en la región un entramado de relaciones económicas y políticas que responda a sus intereses explotadores. Desde el punto de vista económico, se trata de que sus Empresas Transnacionales extraigan el mayor volumen posible del excedente productivo de la región. Desde el punto de vista político, establecer gobiernos dóciles que aseguren las condiciones nacionales para que las ETN alcancen los objetivos económicos mencionados. La punta de lanza para alcanzar estos propósitos es el proyecto del Area de Libre Comercio de las Américas (ALCA), el cual ha tenido sólo avances parciales en la región y fracasó en la meta de alcanzar su implantación en toda Latinoamérica en enero del 2005.
El otro factor de importante incidencia que crea obstáculos a los esquemas integracionistas consiste en el comportamiento de las burguesías nacionales de los países que proclaman la integración. Esta clase social, que pudiera caracterizarse como burguesía nacional transnacionalizada, es la encargada de garantizar los intereses imperialistas de Estados Unidos a cambio de recibir migajas del excedente extraído de las riquezas de sus países respectivos. Esta burguesía nacional es incapaz, como clase, de dirigir con éxito los esfuerzos integracionistas que necesita la región para alcanzar su verdadera independencia.
Los factores que obstaculizan la integración se manifiestan en conflictos bilaterales entre países. Por ejemplo, el diferendo entre Argentina y Uruguay con motivo de las plantas de celulosa; y entre Ecuador y Colombia debido a las fumigaciones que este último país realiza en la frontera común, supuestamente como parte de la lucha contra el narcotráfico.
El legado de Bolívar
En el panorama de los procesos por la integración de la región irrumpen con fuerza esperanzadora la Alternativa Bolivariana para las Américas (ALBA), propuesta por el Presidente venezolano Hugo Chávez, y los Tratados de Comercio de los Pueblos (TCP), planteados por el Presidente de Bolivia Evo Morales. Estos nuevos esfuerzos se afincan en la historia común de los pueblos latinoamericanos y en la existencia de condiciones objetivas y subjetivas para esa integración. Al respecto es imprescindible partir de los Padres Fundadores de las naciones de América Latina y el Caribe.
El más descollante en la propuesta institucional lo fue Simón Bolívar. El Libertador propuso y trató de llevar a la práctica la constitución de una Confederación de Estados Latinoamericanos como la solución constitucional para la consolidación de la independencia y garantía de su desarrollo.
José Martí retoma el pensamiento de Bolívar acerca de la unidad latinoamericana y lo enriquece al acentuar el antiimperialismo en su proyecto y destacar el carácter popular de su concepción republicana.
Después de la muerte de Bolívar y durante el resto del Siglo XIX, las oligarquías que tomaron el poder no fueron capaces de establecer la unión estatal proclamada por el Libertador. Lo mismo ocurrió posterior a la muerte de Martí y a lo largo del Siglo XX, cuando el imperialismo norteamericano logró sus propósitos divisionistas.
A inicios del Siglo XXI, el gobierno estadounidense mantiene su misma política de explotar a los pueblos al sur del Río Grande e imponerle sus designios. Pero han aparecido nuevas condiciones en el panorama político de Latinoamérica. En primer lugar, la conciencia antiimperialista de las masas se ha incrementando, su organización en disímiles movimientos sociales progresistas se ha extendido y han surgido gobiernos de carácter popular donde las burguesías transnacionalizadas han sido desplazadas del poder, como en Cuba, Venezuela y Bolivia.
Para alcanzar y consolidar la plena integración de nuestros pueblos se requiere la unión política institucional. Por segunda vez en doscientos años de independencia, vuelve a plantearse el anhelo de Bolívar para crear la Confederación de Estados Latinoamericanos. No hay que esperar a que en todos los países la burguesía transnacionalizada sea desplazada del poder. Es posible iniciar la creación de la Confederación entre dos o tres países. Los que tienen las mayores posibilidades actualmente son Cuba y Venezuela, en primer lugar y, después, Bolivia.
A partir de este eje bipartito o tripartito, según sea el caso, se pudiera avanzar en la incorporación de otros Estados a la Confederación. El hecho de establecer un poder confederado de carácter popular y antiimperialista en América Latina, aunque sea en dos o tres Estados, crearía condiciones inéditas en el subcontinente en pro del movimiento social progresista y demostraría el debilitamiento del imperio norteamericano en la región. Ello sería un factor político y económico de considerables proporciones para impulsar la lucha popular en los demás países latinoamericanos a favor de una verdadera solución a sus ancestrales males económicos y sociales. Sería una fórmula para insertar a América Latina y el Caribe en la economía internacional estableciendo un poder político regional de creciente influencia en los marcos del mundo multipolar que se pretende alcanzar. Este proyecto confederado concitaría el apoyo de las fuerzas democráticas, progresistas y revolucionarias en el resto del Mundo. Es de esperar que la constitución de tal confederación generaría la hostilidad de los círculos de poder en EE.UU. y una posición contraria a dicha unión por parte de las burguesías nacionales transnacionalizadas.
No se trata de crear de inmediato, por vía ejecutiva, una Confederación de Estados entre Cuba y Venezuela; sino de comenzar a investigar esta posibilidad y los elementos constitutivos del proceso que pudiera llevarlo a cabo. Hay que subrayar que la Confederación no conlleva cesión de soberanía por parte de cada Estado confederado.
En perspectiva, el proceso así desarrollado llevaría a vías de hecho el sueño bolivariano y martiano de constituir un gran Estado multinacional en la región que serviría de factor de equilibrio para el mundo y un contrapeso a las intenciones explotadoras y opresoras del imperialismo norteamericano.
Recuadro No. 1
AMBITOS DE LA INTEGRACION
Se pueden identificar varios ámbitos en la integración. La integración física puede ejemplificarse con una carretera cuyo trazado atraviese el territorio de varios estados y que se construya, mantenga y explote de común acuerdo entre dichos estados. Los aspectos económicos tienen que ver con la integración de políticas macroeconómicas, comercio internacional, sistemas fiscales, monetarios, financieros, bancarios, presupuestarios, salariales. Lo social y cultural se manifiesta en los sistemas educacionales, de salud, deportiva, cultural, artística, de seguridad social, del tránsito transfronterizo de personas, de ciudadanía. La integración militar se vincula, entre otros, a la constitución de Estados Mayores Conjuntos, homologación de armamentos, establecimiento de grandes unidades de combate compuestas de unidades subordinadas de varios países. La integración política aborda los aspectos jurídicos y del derecho, la constitución de instituciones supranacionales.
Recuadro No. 2
ESQUEMAS SUBREGIONALES LATINOAMERICANOS
Asociación Latinoamericana de Libre Comercio (ALADI), con 12 países miembros, entre ellos, Cuba; el MERCOSUR (Argentina, Brasil, Uruguay, Paraguay y Venezuela, con Bolivia y Chile como países asociados); la Comunidad Andina (Colombia, Ecuador, Perú y Bolivia, con Chile reingresando y Venezuela retirándose); el Sistema de Integración de Centroamérica (SICA); la Comunidad del Caribe (CARICOM) que agrupa a 15 países de la subregión; la Asociación de Estados del Caribe (AEC) integrada por 25 Estados Miembros, entre ellos Cuba; la Comunidad Sudamericana de Naciones abarca todos los países de América del Sur con vistas a desarrollar un espacio sudamericano integrado en lo político, social, económico, ambiental y de infraestructura. Los esfuerzos de estos esquemas han destacado los aspectos comerciales, económicos y financieros de la integración. Las cuestiones sociales y la unión política comienzan a abordarse sólo muy recientemente.