2015 tendría que ser abordado como el último año para la definición y la construcción definitiva de la transición al socialismo bolivariano. Entendido este planteamiento, toda acción de gobierno debiera ajustarse por completo a este objetivo fundamental, puesto que las arremetidas imperialistas y opositoras no dejarán de manifestarse con alguna intensidad a fin de evitar […]
2015 tendría que ser abordado como el último año para la definición y la construcción definitiva de la transición al socialismo bolivariano. Entendido este planteamiento, toda acción de gobierno debiera ajustarse por completo a este objetivo fundamental, puesto que las arremetidas imperialistas y opositoras no dejarán de manifestarse con alguna intensidad a fin de evitar que los sectores populares sigan apoyando el proceso revolucionario bolivariano socialista. Esto es algo que debe comprometer la conciencia y el comportamiento de quienes dirigen las instituciones del Estado y los diferentes partidos políticos identificados con la revolución bolivariana, tomando en cuenta que su primer deber es asegurar la transformación estructural de dicho Estado, de manera que exista entonces uno más ajustado al ejercicio pleno de la democracia directa o -como se ha estado promoviendo- el Estado comunal.
Este nuevo año del proceso revolucionario bolivariano socialista debe orientarse, asimismo, a la construcción de un modelo económico verdaderamente socialista y no continuar aplicando medidas capitalistas, como en el caso de la guerra económica provocada por la oligarquía financiera y comercial del país, las cuales no hacen más que estimular la corrupción, la usura y la especulación. Por consiguiente, en esta fase los trabajadores revolucionarios tienen un papel esencial que cumplir y no atenerse a la conquista de mejoras salariales que, a la final, no hacen más que profundizar el consumismo y aumentar las ganancias de los capitalistas. Sin dejar ello a un lado, éstos debieran hacerse protagonistas y sujetos históricos de tal modelo económico socialista, ya que resulta altamente contradictorio hablar de socialismo y de revolución en Venezuela cuando la realidad es otra, es decir, una realidad económica netamente capitalista, dependiente en gran medida de la renta petrolera manejada por el Estado venezolano.
Hace falta, por tanto, que los venezolanos, en especial quienes se consideran revolucionarios y chavistas, tomen plena conciencia de lo que está ocurriendo en esta nación bolivariana como consecuencia de la ambición de poder de los grupos de oposición, queriendo éstos recuperar por cualquier vía a su alcance la administración del Estado para así disfrutar de los beneficios económicos generados por la industria petrolera nacional, algo que ya evidenciaron en su momento cuando sabotearon el suministro de gas y gasolina al producirse el paro empresarial promovido por Fedecámaras, la CTV y la Coordinadora Democrática en 2002-2003 para derrocar al Presidente Hugo Chávez. Esto último no lo pueden olvidar los venezolanos de ningún modo, ya que ello permitió desenmascarar a los grupos opositores en cuanto a sus intereses y odio de clase al utilizar la escasez de productos como arma política para desestabilizar, como ahora, al gobierno chavista.
Fuente: http://www.argenpress.info/2015/01/venezuela-2015-el-ultimo-ano-de-las.html