Aquellos que ni siquiera son capaces de acertar en un pronóstico de hoy para mañana, aquellos que no sólo no aciertan en plazos tan cortos sino que se desacreditan entre ellos, se disputan cifras, cálculos y vaticinios, esos pretenden convencernos ahora de que en 2018 «empezaremos» a crecer. Nosotros, tan talluditos ya, tan mayores, tan […]
Aquellos que ni siquiera son capaces de acertar en un pronóstico de hoy para mañana, aquellos que no sólo no aciertan en plazos tan cortos sino que se desacreditan entre ellos, se disputan cifras, cálculos y vaticinios, esos pretenden convencernos ahora de que en 2018 «empezaremos» a crecer. Nosotros, tan talluditos ya, tan mayores, tan «históricos», nosotros, mama, ya no queremos crecer. A nosotros, todo hay que decirlo, nos importa una mierda 2018, a nosotros sólo nos importa hoy.
Hay que carecer de cualquier tipo de vergüenza, hay que confundir escrúpulo, como tan bien decía un lector de Público refiriéndose al dueño de Mercadona, con una isla griega para, después de tanto cúmulo de errores inducidos, de errores voluntarios, de juegos malabares que ni ellos se creen, venirnos ahora con la bola de cristal de 2018… «Lo vemos,… lo vemos, no desesperéis, rebosaremos salud en ese año, ese será sin duda nuestro año» …
Esta gentuza que nos desgobierna y esa otra que nos «gobierna» por ésta interpuesta no se quieren dar cuenta de que no queremos sus reformas, que abominamos de su austeridad, que, como decía Paul Hazard: «La alegría nos transforma en dioses y la austeridad en diablos», que nada nos importan su competitividad, su productividad ni su ánimo de crecer. No, no queremos crecer, queremos trastornar, violentar , juzgar, voltear todo su sistema, queremos acabar con ellos, colocarlos en el lado oscuro de la historia, acusarles, sentenciarles y encerrarles en mazmorras de máxima seguridad, allí donde sólo puedan jugar al monopoly entre ellos.
Nosotros los incorregibles queremos acabar con vosotros los predecibles, nosotros ya sólo nos conformamos con cambiarlo todo, detestamos vuestro sistema, nos repugna el capitalismo, nada hay en él que queramos salvar, habéis dispuesto ya de mucho tiempo, demasiado, para mostrar una y otra vez vuestro fracaso. VOSOTROS SOIS EL FRACASO. Ya no os queda tiempo, vamos a por vosotros. No sólo nosotros, no, es todo un planeta quien ya no os soporta, son todas las especies, no sólo nosotros, quienes claman venganza, quienes disfrutarían de un placer indecible con vuestra desaparición.
Odiado 10% queremos asistir a vuestra cremación y a vuestro entierro, sólo nos motiva vuestra muerte, sólo vuestra muerte garantiza nuestra vida, no hay sitio aquí para los dos y, si no acabamos pronto con vosotros, no habrá sitio aquí para nadie. A la tierra le sobran verdugos, a la tierra le sobran víctimas, a la tierra le sobra esta dialéctica estrecha. No queremos vuestras familias, tampoco vuestras escuelas, menos aún vuestras iglesias y cuarteles, todavía menos vuestra «moral» y vuestro «trabajo». Ya lo dijo Engels: «La esclavitud es la primera forma de explotación, la forma propia del mundo antiguo; le suceden la servidumbre, en la Edad Media, y el trabajo asalariado en los tiempos modernos».
Desde aquí os decimos: nada de crecimiento, nada de competitividad, nada de mercado, nada de Bolsa, nada de religión, nada de «trabajo»; queremos decrecer, colaborar, intercambiar, «truequear «, holgazanear, queremos la vida antes que la Bolsa, preferimos el conocimiento a la creencia; no más trucos 10%, el juego se va acabando… empieza el juego.
¿Utopistas?. Os tendré que recordar la frase de Cornelius Castoriadis que os retrata y os deja como los trileros incapaces que sois:
«Quienes preconizan un ‘cambio radical de la estructura política y social’ pasan por ser ‘incorregibles utopistas’, mientras que aquellos que nos son capaces de actuar a dos años vista parecen, naturalmente, realistas».
Ya lo dijo Frantz Fanon: «No merece la pena combatir si la situación no cambia radicalmente». Y nosotros añadimos que sólo es posible aquella revolución que acabe con el modo de producción capitalista porque, por si todavía no os habéis enterado o acaso no queréis hacerlo, ¡¡se trata del capitalismo, estúpidos!!.
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