En este artículo el autor reflexiona sobre la importancia que el presente año tiene para la recuperación de la democracia brasileña.
Brasil completa en 2022 cinco años de ruptura de la democracia. Fue la segunda ruptura desde el golpe de 1964, cuando el país tuvo 21 años de dictadura militar. En aquel momento, terminada la dictadura en 1975, se dio un largo proceso de transición democrática, con una serie de circunstancias que hicieron que el primer presidente civil fuera José Sarney, salido del mismo régimen militar.
Fue una transición conservadora, en la cual la democratización se limitó al restablecimiento del sistema político liberal. Nada más se ha democratizado en el país: ni la propiedad de la tierra, ni los medios, tampoco el sistema judicial o cualquier otra instancia de poder en la sociedad brasileña. La fuerza de la izquierda era pequeña: ni siquiera logró el voto directo para la elección del presidente de Brasil. Sarney fue elegido por un colegio electoral.
En 2022 se dibuja una nueva transición democrática. Todas las encuestas dan la posibilidad de victoria de Lula da Silva, incluso en primera vuelta. Ninguna encuesta, ni ningún análisis apunta a la posibilidad de que Jair Bolsonaro logre ser reeligido. A su vez, el lanzamiento de la candidatura del juez Sergio Moro ha fracasado, ya que él ha quedado como uno más del montón de precandidatos con índices muy bajos en las encuestas.
2022 será un año de campana electoral, sin duda. Marzo es el plazo para la presentación de candidaturas. Lula será candidato por el Partido de los Trabajadores (PT), con el apoyo de otros partidos de izquierda. Hay especulaciones sobre si Bolsonaro podría llegar a desistir de su candidatura, para no tener que debatir con Lula y para no sufrir una derrota apabullante. Podría asegurarse un cargo parlamentario, que lo defendería de las graves acusaciones que pesan sobre él.
Será, de todas maneras, una campaña sui generis. Lula y Dilma Rousseff, victoriosos dos veces, nunca ganaron en primera vuelta. Esta vez Lula no es el candidato del PT. Es el candidato de todas las fuerzas democráticas y antibolsonaristas. Su campaña recoge las demandas acumuladas en estos años de autoritarismo, de negacionismo, de arbitrariedades, de odios y desprecios por las vidas humanas y por la democracia. Por eso representa a la gran mayoría de los brasileños, marginalizados de la política por quienes se valían de la crítica de la política para ejercer el poder de la forma más arbitraria.
El antipetismo fue superado por el antibolsonarismo. Esa es la clave del cambio radical de la situación en Brasil. Bolsonaro se había valido del olvido de las experiencias de gobierno del PT para intentar imponer la idea de que los problemas actuales del país serían herencias de lo que el PT había generado.
Pero el carácter brutal que ha asumido la presidencia de Bolsonaro, hizo que él se volviera el personaje predominante en la vida política brasileña de los últimos tres años. El alza del rechazo al presidente ha hecho que el antibolsonarismo sea el factor fundamental que se fue generando en los dos últimos años, hasta extenderse hacia el ultimo año de su primer mandato.
Surgido de la trayectoria del PT y de sus propias experiencias de gobierno, Lula, en cuanto salió de la cárcel y recuperó todos sus derechos, pasó a liderar las encuestas presidenciales. Difícil imaginar cómo esa situación pueda cambiar.
Ni por la vía de algún tipo de caída brutal del apoyo que Lula recibe, ni por la recuperación del apoyo de Bolsonaro, tampoco por el ascenso de algún otro candidato. Este parece ser el intento que le queda a la derecha no bolsonarista, entre la cual están los medios. Sería le retomada del intento, fracasado hasta ahora, de imponer al juez Moro como su candidato alternativo.
En ese marco, todo indica que, conforme pase el tiempo hasta el 2 de octubre, día de la primera vuelta de las elecciones presidenciales, se consolide el favoritismo de Lula, con adhesiones de cada vez más gente a su candidatura. Él ya tiene el apoyo de poco más de la mitad de los evangélicos. El sector mas resistente es el de los empresarios, que mayoritariamente aún apoya a Bolsonaro.
2022 es de nuevo un año importante en Brasil, decisivo para el futuro del país y, de alguna manera, para el conjunto del continente, junto con las elecciones en Colombia. Lula y Gustavo Petro son sus protagonistas centrales.
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