A Rosa Luxemburgo, por su inquebrantable compromiso con la verdad y el socialismo… ¿Cuál es naturaleza político-social específica del chavismo y del régimen estatal que con él cristaliza en la formación social de capitalismo atrasado venezolana? Se trata de una pregunta cuya respuesta más de un dolor de cabeza y confusión provoca en la izquierda […]
A Rosa Luxemburgo, por su inquebrantable compromiso con la verdad y el socialismo…
¿Cuál es naturaleza político-social específica del chavismo y del régimen estatal que con él cristaliza en la formación social de capitalismo atrasado venezolana?
Se trata de una pregunta cuya respuesta más de un dolor de cabeza y confusión provoca en la izquierda latinoamericana. Son pocos los intentos rigurosos y honestos que se han emprendido en dicha dirección1. Los análisis que predominan al respecto -y que mayor circulación tienen en la izquierda- son en extremo superficiales, basados en marcos teóricos eclécticos e incoherentes. Esto cuando no son derechamente mera propaganda y panfletería estatal elaborada en función de la siempre apremiante necesidad de «enfrentar a la derecha y el imperialismo».
En el fenómeno del chavismo confluyen una serie de factores. Hay elementos en él que responden a la propia estructura del capitalismo venezolano, a la configuración de clases que este adopta y a la dinámica interna de la lucha entre estas. También hay elementos en él que responden al contexto del capitalismo global en el que surge, y en particular al equilibrio de fuerzas en el que las potencias capitalistas en pugna se encuentran.
El chavismo tiene además una importancia particular como fenómeno debido al profundo impacto e influencia que ejerce sobre el conjunto de la izquierda latinoamericana.
A continuación, se presentan una serie de proposiciones que recogen, desde una perspectiva marxista de lucha de clases, los rasgos característicos que el chavismo condensa como fenómeno político-social, dilucidando la naturaleza del régimen específico de dominación burguesa que con él decanta en Venezuela y las condiciones -internas y externas- para su surgimiento y mantenimiento.
El chavismo a la luz de la lucha de clases del capitalismo venezolano
«Según la teoría policiaca de patriotismo burgués y gobierno militar, toda manifestación de la lucha de clases es un crimen contra los intereses nacionales porque -según ellos- debilita la nación.»
Rosa Luxemburgo, La crisis de la socialdemocracia
En el ámbito local, es posible identificar una serie de elementos específicos de la lucha de clases en el seno del capitalismo venezolano que explican el surgimiento y caracterizan el fenómeno del chavismo. Entre los principales se encuentran:
1° El chavismo es una forma particular de bonapartismo burgués2 establecido en un país capitalista de acumulación extremadamente débil (rezago tecnológico, baja productividad, dependencia de materias primas, mono exportador, etc.).
2° Surge de una situación de profunda crisis de conducción política en el seno de la burguesía venezolana, que trajo como consecuencia el colapso de todo el sistema de partidos e institucionalidad burguesa vigente hasta el momento (IV República). Entre los gatillantes de dicha crisis se encuentran la implementación tardía y el afianzamiento fallido del neoliberalismo.
3° Al emerger como una fuerza política por fuera de los partidos burgueses tradicionales, se le atribuye -erróneamente- un carácter (o una potencialidad) anti-burgués al programa populista nacional del chavismo.
4° El régimen chavista es un bonapartismo sui generis, de características particulares. No surge como respuesta a un escenario de equilibrio de fuerzas entre las clases fundamentales del capitalismo: la burguesía y la clase obrera. De hecho, la clase obrera es la gran ausente durante todo el fenómeno chavista, tanto antes como después de su advenimiento al poder.
Antes, se encontraba cooptada por un sindicalismo corrupto y mafioso, golpeada además por la implementación de las políticas neoliberales. Después, con el establecimiento del régimen chavista, esta se encuentra clientelizada, absorbida ideológicamente por el capitalismo de Estado, sin independencia ni política ni orgánica y, en los últimos años, producto del colapso económico, disgregada y descompuesta materialmente.
Así, si algún tipo de equilibrio de fuerzas sociales se verifica como condición previa del ascenso del chavismo al poder, base de la autonomización del aparato estatal que con él se produce, es entre la lumpen burguesía venezolana y un amplio y amorfo espectro de sectores populares pauperizados, los cuales venían insurreccionándose contra los catastróficos resultados de la implementación del neoliberalismo en Venezuela.
5° Con el chavismo cristaliza como clase dirigente una burocracia de capitalismo de Estado3, cuya función es asegurar la dominación del capital mediante la clientelización de los sectores populares pauperizados de la sociedad venezolana. Es precisamente montando sobre estos -los cuales son su argumento de fuerza y especificidad como partido del orden burgués- que el chavismo le «impone» al conjunto de la burguesía venezolana un nuevo pacto de gobernabilidad: el rentismo popular4.
6° La dominación del capital terminó por asumir dicha forma en Venezuela producto de la incapacidad hegemónica de su burguesía, que responde en lo fundamental al carácter lumpen que esta clase adquiere debido al atraso, la base tecnológicamente débil y rentista del capitalismo venezolano. Esto redunda en que ninguna de las fracciones del capital pueda mediar directa y satisfactoriamente con los sectores populares sin antes poner las manos sobre la renta petrolera, desviándola hacia fines particulares.
Siendo una característica estructural del capitalismo venezolano, el chavismo tampoco se sustrae de dicho fenómeno. Su cúpula dirigente se afianza como una fracción más de la lumpen burguesía venezolana, que aprovecha el aparato estatal para hacer fraudulentos negocios con el manejo de la renta petrolera5. Engendra, además, una capa de advenedizos, arribistas y obsecuentes burócratas provenientes de sectores populares.
7° Si en el bonapartismo clásico la fuerza social de apoyo la constituye la pequeña burguesía campesina, en el chavismo dicho rol lo desempeñan las capas pauperizadas urbanas, con las que, una vez en el poder, establece una relación clientelar, y a las cuales recurre cesaristamente para legitimar el régimen de dominación burguesa que encabeza.
8° Después de copar el aparato del Estado, el régimen chavista conlleva un significativo rediseño de la institucionalidad estatal y de la forma en que en esta se establece el juego entre las fracciones burguesas. Este nuevo ordenamiento se aleja del esquema de democracia liberal-burguesa tradicional.
Por una parte, el aparato represivo del Estado se rodea de órganos paraestatales de apoyo («colectivos») que congregan elementos pauperizados en torno a sí6, los cuales cumplen la función de extender el control estatal sobre la población y amedrentar a las fuerzas burguesas opuestas al chavismo.
Por otra, el balance entre poderes del Estado queda anulado, limitándose el judicial y -especialmente- el legislativo a ser meros furgones de cola del ejecutivo7; el cual a su vez descansa en el caudillismo personal, primero, y en el de una camarilla de burócratas y militares, después.
9° Siendo un movimiento gestado al interior de las Fuerzas Armadas por un grupo de militares nacionalistas, con el chavismo este cuerpo del Estado cobra un rol protagónico como fuerza política conductora de la burguesía venezolana («unión cívico-militar»). A falta de una fuerza política burguesa alternativa cohesionada, el esquema de dominación instaurado por el chavismo descansa en forma importante sobre este.
A medida que la situación interna se agrava, y la necesidad de reprimir las muestras de descontento popular se impone, el poder de este cuerpo estatal sobre la sociedad y la economía se exacerba, en especial el de la camarilla de altos mandos militares y policiales que lo dirige8.
10° No obstante la fragilidad de la acumulación capitalista y debilidad de su burguesía, el Estado venezolano es un Estado burgués hecho y derecho. Cuenta con una institucionalidad que encarna la unidad política de la nación bajo los intereses comunes de la clase dominante local: la burguesía venezolana. Para ello está dotado de un aparato burocrático propio para administrar el país y de fuerzas de orden y seguridad que hacen cumplir la ley, controlan a la población y aseguran la integridad territorial del Estado.
El fenómeno del chavismo en el contexto internacional del capitalismo
«Es cierto que el socialismo otorga a cada pueblo el derecho a la independencia y la libertad de control independiente de sus propios destinos. Pero es una verdadera perversión del socialismo considerar que la sociedad capitalista contemporánea constituye una expresión de esta autodeterminación de las naciones.»
Rosa Luxemburgo, Ibíd.9
Tal como hay una serie de elementos propios de la realidad del capitalismo venezolano que explican el surgimiento, sostenimiento y rasgos que toma el chavismo como fuerza política burguesa dominante de Venezuela; hay también un conjunto de circunstancias a nivel global en el capitalismo actual que le dan explicación.
La forma específica en que el capitalismo venezolano se inserta en la economía mundial y la conexión con los grandes polos de la acumulación mundial del capital resultan elementos determinantes en el fenómeno del chavismo. De dichas condiciones deriva, por ejemplo, la relación que se establece entre este y las potencias capitalistas.
La fase particular por la que atraviesa capitalismo global al momento en que el chavismo surge y se afianza es también otro factor importante a considerar. Las formas ideológicas que este exhibe son especialmente sensibles a este factor.
Los principales elementos que destacan este ámbito:
11° Su ascenso coincide con una doble crisis de la clase obrera a nivel mundial: su desconstitución y reconfiguración material, por una parte, y su vaciamiento político-ideológico, por otra. Hoy, sus partidos históricos y diferentes expresiones políticas no son más que cascarones vacíos sin sustancia programática.
12° El chavismo surge en el contexto de la fase «neoliberal» del capitalismo global. Esta nueva configuración del capital había sido adoptada -o estaba en proceso de serlo- por las burguesías locales. De aquí el rescate discursivo del programa nacional-desarrollista burgués que el chavismo reivindica frente al neoliberalismo, el cual, alimentado además por el cretinismo estatal del reformismo tradicional de izquierda, sirve de justificación ideológica para el régimen de capitalismo de Estado sobre el que descansa.
13° El chavismo es un movimiento político burgués radicado en la periferia capitalista, en un país capitalista de débil acumulación y desarrollo tecnológico rezagado. De aquí que enarbole demagógicamente la bandera de los «países pobres expoliados por el imperialismo». Las corrientes «marxistas» nacionalistas y tercermundistas le prestan sostén ideológico en este aspecto, lo cual le sirve de legitimación ante la izquierda.
14° La debilidad y rezago tecnológico de la acumulación capitalista en Venezuela determinan que su burguesía -aun sosteniéndose sobre la explotación del trabajo, como cualquier clase capitalista- no posea un carácter imperialista. De este modo, en el concierto internacional, se ve obligada a asociarse en calidad de socio menor con uno u otro bloque de potencias capitalistas.
Lo anterior lleva a que la disputa que el régimen venezolano sostiene con Estados Unidos se presente en la superficie como una lucha de «David y Goliat», cosa que la propaganda chavista explota hasta el cansancio a su favor10.
15° Así como la autodeterminación del Estado-nación venezolano no está en cuestión11 a pesar de la asistencia material y técnica que en lo militar recibe de Rusia, el sostén económico-financiero que China le brinda y las concesiones para la explotación petrolera que el régimen chavista otorga al capital extranjero; esta tampoco se vería cuestionada si es que el chavismo es sustituido como fuerza política hegemónica de la burguesía venezolana por otra alternativa, aun cuando esta última cuente con la venía y el apoyo de tal o cual potencia capitalista.
Lo que hoy cruza a Venezuela no es un problema de autodeterminación nacional, que está asegurada por la dominación de su clase burguesa, que actúa, decide los destinos del país y sella alianzas en el concierto internacional según sus propios intereses.
16° El discurso «antiimperialista» del chavismo no deja de ser demagogia. De lo que en el fondo se trata es de la lucha que libra el bloque dominante por su permanencia en el poder frente al desafío que le planeta una fuerza burguesa alternativa. La «defensa de la patria» es la fraseología que levanta para unificar a los distintos sectores sociales venezolanos en torno a sí. Es la lucha implacable de una alianza de clases que entiende que sus condiciones de reproducción material dependen decisivamente de su permanencia al frente del Estado.
17° El régimen chavista está montado -y cada vez se sostiene más- sobre el equilibrio de fuerzas resultante de la disputa global entre las grandes potencias capitalistas: por un lado, las potencias burguesas tradicionales lideradas por Estados Unidos; y, por otro, las que han emergido en las últimas décadas (China y Rusia) en el marco del cambio del centro de gravedad de la acumulación capitalista mundial.
18° El cuento de pequeña nación aislada y agredida no deja de ser una fábula superficial. La clase dirigente venezolana no está sola en el concierto internacional. Detrás de ella se encuentran grandes potencias capitalistas. En el aspecto militar cuenta con la asistencia material y técnica de Rusia, y en el económico-financiero cuenta con la ayuda de China12.
La única que está realmente sola es la clase trabajadora venezolana. Esta se encuentra a merced de políticos burgueses inescrupulosos que utilizan su desesperada condición para sus propios fines y una izquierda que cierra los ojos ante sus padecimientos (miseria, represión), y que lo único que le propone es atar sus destinos a los del chavismo.
19° El control de los recursos petroleros es solo un factor en el conflicto entre los gobiernos de Estados Unidos y Venezuela. De hecho, el principal destino de las exportaciones petroleras venezolanas ha sido durante todo el período chavista Estados Unidos. Además, la escalada del conflicto se produce precisamente en un contexto en que la producción interna de petróleo en Estados Unidos se ha incrementado significativamente -fruto de la implementación de nuevas técnicas de explotación (fracking)- y de la espectacular caída que ha experimentado la producción en Venezuela. Todo esto ha liberado de manos al gobierno estadounidense para emprenderlas contra el régimen chavista.
La cuestión de fondo radica en que el alineamiento de la clase gobernante venezolana con China y Rusia deja abierta la puerta en la región al bloque de potencias capitalistas que hoy desafía la hegemonía de Estados Unidos a nivel mundial. El régimen chavista constituye así la cabeza de playa del bloque ruso-chino en Latinoamérica, un continente que ha sido tradicionalmente un área de influencia norteamericana.
Capitulación y bancarrota de la izquierda frente al chavismo
«la socialdemocracia ha capitulado. Cerrar los ojos ante este hecho, tratar de ocultarlo, sería lo más necio, lo más peligroso que el proletariado puede hacer… La autocrítica, la crítica cruel e implacable que va hasta la raíz del mal, es vida y aliento para el proletariado…
» Ningún otro partido, ninguna otra clase en la sociedad capitalista puede atreverse a reflejar sus errores, sus propias debilidades en el espejo de razón para que todo el mundo los vea… La clase obrera siempre puede mirar la verdad cara a cara, aunque esto signifique la más tremenda autoacusación…»
Rosa Luxemburgo, Ibíd.
¿Por qué la actitud condescendiente y capitulacionista que ha adoptado la izquierda latinoamericana frente chavismo? Hay dos fuentes fundamentales que explicación este fenómeno: una relacionada directamente con el contexto político-social venezolano y otra relativa al momento por el que atraviesa el conjunto de la izquierda en el continente.
20° En Venezuela la izquierda apostó en masa por el «entrismo», justificándose en el supuesto «apoyo crítico» al «proceso» encabezado por el chavismo o en la obsecuencia abierta para con este. En el fondo, estaba la ingenua ilusión de incidir «desde dentro», o simplemente la posibilidad de acceder a las prebendas otorgadas por el régimen13.
Esta situación de la izquierda en Venezuela es expresión de sus debilidades ideológicas, en particular de la fuerte matriz nacionalista pequeñoburguesa que la atraviesa, y que le lleva finalmente a contemporizar con el chavismo.
Estas se expresan en tres errores políticos fundamentales:
– la errada caracterización de la naturaleza del chavismo y las perspectivas de su régimen;
21° El chavismo encontró a la izquierda latinoamericana en su peor momento. Con una clase obrera derrotada y en reflujo, separada de aquella, sin respuesta política, vacía de programa y duramente golpeada por la represión del período de Estados de contrainsurgencia, la izquierda creyó encontrar un atajo en el caudillismo militar mesiánico del chavismo. Pero al final este no era sino un callejón sin salida.
Transitando por el descampado neoliberal, la izquierda dio repentinamente con un oasis en medio del desierto, que además le proporcionaba un maná inagotable de recursos14. Además, en su vaciamiento político-ideológico, todo lo que sonara a crítica al «neoliberalismo» resultaba un «avance» para la «lucha de los pueblos».
En dicho contexto, no es de extrañar que la militancia, en especial aquella que encontró oportunidades de desarrollo profesional al alero del régimen chavista, haya terminado por convertir la prensa de izquierda en verdaderos aparatos ideológicos del Estado venezolano. La derrota ideológica más profunda que la clase trabajadora latinoamericana ha sufrido en las últimas décadas es precisamente la que le ha infringido el chavismo al poner a los militantes de izquierda a difundir la idea de que su régimen clientelar de capitalismo de Estado es «socialista», «revolucionario», «conquista popular», etc.
1 Una excepción lo constituye el análisis de Patrick Guillaudat: ¿Quién dirige Venezuela? ¿Casta o boliburguesía? Disponible en: http://cctt.cl/2019/06/29/analisis-politico-quien-dirige-venezuela-casta-o-boliburguesia/.
2 Se especifica el carácter burgués del bonapartismo chavista para diferenciarlo del bonapartismo obrero (o soviético) bajo el cual Trotsky caracterizó el régimen estalinista surgido en la URSS. Este último, sin embargo, presupone el derrocamiento de la burguesía, la instauración de un régimen de dictadura proletaria y el establecimiento del socialismo, cosas que no han ocurrido jamás en Venezuela, ni antes ni durante el chavismo.
3 A pesar de la ascendencia del chavismo sobre las Fuerzas Armadas, que le ha resultado fundamental para sostenerse en el poder, es el rol e importancia que juega la burocracia estatal los que resultan cruciales al momento de caracterizar su régimen como bonapartista dentro de la gama de posibles variantes de regímenes de excepción burgueses.
4 Esto no es algo novedoso. Por ejemplo, el fascismo en Europa, sin dejar nunca de ser un partido que encarnaba los intereses del gran capital monopolista, se montó sobre la pequeña burguesía para llevar a cabo los intereses de este, imponiéndole una serie de «compromisos» a las clases dominantes en base a su ascendencia sobre la pequeña burguesía. Una vez que este accede al poder, la pequeña burguesía se convierte en clase gobernante del Estado burgués, para devenir paulatinamente en mera clase de apoyo del régimen fascista. Véase Nicos Poulantzas: Fascismo y dictadura. La III Internacional frente al fascismo, Siglo XXI, España, 1973. En especial capítulo V: Fascismo y pequeña burguesía.
En el caso de chavismo se trata, desde sus mismos inicios, de un fenómeno político de carácter burgués. A pesar de su arrastre entre las capas populares, la naturaleza de clase de este no se altera. De hecho, nunca ha estado en disputa. Esto contrasta con las visiones que hablan de un «proceso abierto», que eventualmente podría -dependiendo de la «correlación de fuerzas»- «virar» hacia el socialismo. Aquí la raíz de las posiciones de los sectores vacilantes de la izquierda respecto al chavismo.
5 «Ocurre a veces, en los casos de «dictadura» en que la pequeña burguesía funciona como fuerza social y clase reinante, que se asiste a un proceso de sustitución, relativa pero también a veces radical, de la antigua burguesía por miembros de la pequeña burguesía, los cuales se erigen entonces en una nueva clase burguesa. Esto sigue con la mayor frecuencia el proceso de la burguesía de Estado. Por una expropiación de la antigua burguesía y por nacionalizaciones masivas de una parte, y por la vía indirecta de su dominación en el aparato del Estado de otra parte, las «alturas» pequeñoburguesas de este aparato llegan a sustituir a la antigua burguesía». Nicos Poulantzas: Fascismo y dictadura, op. cit., p. 301. Destacados en el original.
6 El fetiche de las armas y el culto abstracto por «lo popular», característicos del vanguardismo-foquista de la izquierda latinoamericana, llevan a algunos a sostener que estos órganos paraestatales son verdaderas expresiones de «poder popular», cuando en realidad no son sino simples formas extendidas del aparato estatal burgués.
7 Precisamente la crisis política que actualmente sacude a Venezuela se desata cuando a fines de 2015 el chavismo pierde en las elecciones la mayoría en la Asamblea Nacional, quebrándose así el esquema instaurado cuando este era una potencia arrolladora entre las fuerzas burguesas del país. El chavismo se vio entonces obligado a suspender los poderes del Estado (2017), levantando una Asamblea Constituyente ad hoc (18 Brumario chavista). Sin embargo, esta ha resultado impotente ya que no hay aún un esquema institucional alternativo -que se plasme en una Constitución- capaz de regular con éxito el juego entre las distintas fracciones burguesas, y que le otorgue una conducción al capitalismo venezolano distinta a la instaurada por el chavismo.
8 Las sanciones impuestas por Estados Unidos han dejado bochornosamente al descubierto los privilegios que esta camarilla ostenta en función de su posición dominante dentro de la sociedad venezolana. Para un comentario al respecto véase N. Campos y M. Rodríguez: ¿Quién tiene el poder en Venezuela? Disponible en: http://www.rebelion.org/noticia.php?id=253741.
9 Nótese la expresión «verdadera perversión del socialismo» usada por Rosa Luxemburgo para referirse al derecho de autodeterminación nacional en el marco del capitalismo. El pasaje anterior procede del capítulo VII, titulado El espantajo de la «invasión». Este capítulo resulta especialmente clarificador, ya que es precisamente la posibilidad de una invasión estadounidense sobre Venezuela, y la violación del derecho a la autodeterminación que esta acción significaría, el espantajo que esgrimen los propagandistas del chavismo para chantajear a la izquierda. Es casi como si el capítulo hubiese sido escrito por Rosa con el fin de poner en guardia a las actuales generaciones ante estos chantajes del nacionalismo burgués.
En verdad todo el folleto La crisis de la socialdemocracia es notable, debiendo formar parte obligada de la formación teórico-política de las nuevas generaciones militantes que se incorporan a la lucha socialista. «¡Por fin apareció en Alemania, ilegalmente, sin ninguna adaptación a la infame censura junker, un folleto socialdemócrata dedicado a los problemas de la guerra! El autor, que evidentemente pertenece al sector de la «izquierda radical» del partido, firma con el nombre de Junius [seudónimo usado por Rosa Luxemburgo] y titula su folleto La crisis de la socialdemocracia». A pesar de no concordar en todos sus planteamientos, y señalar sus diferencias con él, así celebraba Lenin [por lo demás, otro seudónimo correspondiente a la persona de Vladimir Ilich Ulianov] la aparición del trabajo de Rosa Luxemburgo. Véase V.I. Lenin: Sobre el folleto de Junius en Obras escogidas en doce tomos, tomo VI, Editorial Progreso, Moscú, 1976, pp. 1-16.
10 El problema aquí radica en que la izquierda ha reemplazado el criterio marxista de lucha de clases por el de «país débil agredido» («David») del nacionalismo pequeñoburgués, apelando así a trasnochados principios del derecho internacional burgués para tomar posición antes que al contenido real que los actores en pugna representan.
11 La cuestión nacional está, de hecho, históricamente resuelta en Venezuela -y en los países latinoamericanos-. Esa fue la función de la rebelión separatista contra el colonialismo español, donde la burguesía comercial-terrateniente criolla se emancipó de la traba que le significaba para la realización de sus intereses la tutela de la clase gobernante hispana impuesta por la metrópoli, estableciendo así el Estado-nación como la forma institucional de su dominación de clase.
La esencia de la autodeterminación nacional en su sentido burgués radica en dos elementos: i. los procesos y mecanismos de decisión política de la clase dominante no están extravertidos (casos de Venezuela y del resto de las repúblicas del continente), impuestos por una clase gobernante ajena a ella; y ii. el país no se encuentra expoliado por una extracción extra económica del excedente (reparaciones de guerra, contribuciones obligatorias, prohibición de comercio, etc.), sino que la producción y apropiación de este responde a los mecanismos de explotación del trabajo propios de las relaciones capitalistas.
12 La concepción marxista del imperialismo difiere de la del nacionalismo pequeñoburgués. En efecto, en el enfoque marxista no se trata de un problema particular entre determinadas naciones, sino de una totalidad o «cadena imperialista» (según la expresión de Lenin) de la que los países no pueden sustraerse.
De acuerdo a Rosa Luxemburgo, el imperialismo es «una totalidad indivisible, que solo se puede reconocer en todas sus relaciones y del que ninguna nación se puede apartar a voluntad». En razón de lo anterior, advertía que «las naciones pequeñas, cuyas clases dominantes son cómplices de sus socios mayores en los grandes Estados, no son más que peones en el tablero imperialista de las grandes potencias, quienes las utilizan, junto con sus masas trabajadoras en tiempos de guerra, como instrumentos para ser sacrificados a los intereses capitalistas…». Y con su tradicional sarcasmo remataba: «Así, la concepción de esa modesta guerra defensiva, de devoto amor a la patria, que se ha convertido en el ideal de nuestros parlamentarios y editores, es pura ficción». Rosa Luxemburgo: La crisis de la socialdemocracia, Akal, España, 2017, pp. 128; 169; 131.
13 «La extrema dependencia de la población respecto al Estado también ha alcanzado a esta izquierda dispersa, que en muchos casos expresa el miedo a confrontar al gobierno por el temor de perder el empleo o una mínima prebenda adquirida. El número de quienes han resistido, más los despidos, la represión y la pobreza, es demasiado pequeño para hacerle sombra al gobierno». Manuel Sutherland: ¿A dónde va Venezuela? (si es que va alguna parte). Entrevista. Disponible en: Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.