La Universidad Católica Santa Rosa es la institución que le da nacimiento a la academia venezolana. Cien años después de la llegada de los invasores europeos a estas tierras, la realeza católica española ordena en ese 1592 la creación de seminarios con el fin de dominar y propagar un Dios ajeno a nuestros primeros pobladores […]
La Universidad Católica Santa Rosa es la institución que le da nacimiento a la academia venezolana. Cien años después de la llegada de los invasores europeos a estas tierras, la realeza católica española ordena en ese 1592 la creación de seminarios con el fin de dominar y propagar un Dios ajeno a nuestros primeros pobladores a través de la Iglesia Católica la cual, apoyada en la figura de Cristo crucificado y en «La biblia», arremete de forma cruenta hasta nuestros días contra el pueblo americano. El 27 de septiembre de 1673, el Obispo peruano Fray Antonio González de Acuña funda el Seminario de Santa Rosa de Lima el cual estaba formado por tres cátedras: Teología, Gramática y Filosofía.
El nombre de Santa Rosa, obedece al pseudónimo de Isabel Flores de Oliva, (nacida en Lima, Perú, el 30 de abril de 1586 y fallecida en la misma ciudad el 24 de agosto de 1617). Ella fue la primera Santa natural de América según la Iglesia Católica. En la sede del Seminario funcionaba la Capilla Santa Rosa de Lima donde hoy queda el Palacio Municipal de Caracas. El papel de esta capilla va a ser vital en la historia de la emancipación de Venezuela ya que allí se efectuó la declaración de la independencia el 5 de julio de 1811 en la cual muchos de los firmantes fueron formados en el seno del propio seminario.
El 12 de febrero de 1814 el general patriota José Félix Ribas, ante la merma de soldados, preparó en el arte militar a 85 estudiantes del Seminario de Santa Rosa de Lima de Caracas entre otros estudiantes. La Batalla de La Victoria fue, si se atiende a la enorme diferencia numérica, imposible de ganar. Sin embargo, el coraje estudiantil bolivariano logró el portento del triunfo.
Captar a estos estudiantes no era tarea sencilla puesto que, bajo las condiciones que el régimen colonial imponía, la universidad formaba ciudadanos súbditos al Rey y a todo su imperio sustentado en la Iglesia Católica. Al respecto dice Darcy Ribeiro en su libro La universidad nueva: un proyecto (Monte Ávila, 2006, pp. 18): «El desempeño histórico de la Universidad latinoamericana fue paralelo al de nuestras sociedades. Durante el período colonial ella fue la matriz formadora del clero y de las élites letradas que integraron la capa dirigente del colonialismo monárquico como una intelectualidad mediocre y reaccionaria. Luego de la Independencia pasa a cumplir la misma función, formando letrados de mentalidad impregnada de juicios anticlericales y antirrealistas, pero siempre leal a los intereses de las clases dominantes».
Hoy, en este presente de profundas transformaciones sociales, la Ucsar retoma el Manifiesto Liminar de la Federación Universitaria de Córdoba (1918): Acabamos de romper la última cadena que en pleno siglo XXI «nos ataba a la antigua dominación monárquica y monástica. Hemos resuelto llamar a todas las cosas por su nombre. Desde hoy contamos para el país una vergüenza menos y una libertad más. Los dolores que nos quedan son las libertades que nos faltan. Creemos no equivocarnos, las resonancias del corazón nos lo advierten: estamos pisando sobre una revolución, estamos viviendo una hora americana».
Alí Ramón Rojas Olaya es Rector de la Universidad Católica Santa Rosa.
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