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48 segundos de lenguaje indignante para vender refrescos

Fuentes: Diagonal

El anuncio de Coca-Cola para la Eurocopa ensalza la idea del «país maravilloso» que se sabe levantar de las patadas en el pecho de los mercados.

El anuncio, de 48 segundos, se puede dividir en dos secciones. La primera no tiene voz narradora, el sonido es ocupado sólo por el célebre «a por ellos» que en la tradición popular de los cánticos para aficionados de la Selección ha sustituido hace poco al «no se pudo» y el «es-pa-ná». El vídeo comienza con una panorámica de un estadio donde se está celebrando un partido, luego el enfoque se mueve dentro de las entrañas del estadio y ofrece el primer elemento para analizar: hay alguien que ondea una bandera de la Union Jack. Siendo la Eurocopa y no las olimpiadas sorprende que alguien se presente al estadio con la bandera de un equipo (Reino Unido) que no juega, pero pensando en lo que pasa desde hace tiempo en las aguas del estrecho, un ojo demasiado crítico pensaría que está hecho a propósito. La imagen siguiente es un alemán con mala cara haciéndose pinturas de guerras con los colores de la bandera nacional, algo que en estos momentos de rescate disimulado no merece más comentarios. La siguiente población es la irlandesa, otro de los PIGS que tendrían mejores cosas que hacer que ponerse chulos en una plaza; se pasa a un bus de holandeses, pero de pronto, mientras uno intenta recordar que el gol de Iniesta en la final del último mundial se hizo en la acción provocada por un saque de esquina no concedido a Holanda, un flash azul nos remite a la palabra fetiche de la información en crisis: prima de riesgo. La invención del Poder para explicar a las masas por qué de aquí a poco deberán volver a su original papel de siervos, evocada y usada en todos los contextos. En menos de un segundo, el tiempo justo para que se te fije el concepto mientras se cuelan unos ingleses evidentemente no representados por la citada Union Jack, aparecen ellos, la Némesis de España, el Otro que le sirve para definirse y sentirse, no se sabe por qué, un poquito mejor: los italianos. De los italianos defensivos y provocadores (véase el gesto del tifoso, que une el presuntamente típico gesto con los dedos de la mano cerrados a cuña con propósitos de violencia) se vuelve a otra imagen tomada de la pantalla de un ordenador. El blog Reporteros Freepress, invención de los publicitarios que usa el lenguaje y el estilo grafico del citizen journalism, nos recuerda que en España hay cinco millones de parados, incluido tú, que estás mirando la televisión. Para la imagen siguiente los autores deciden usar un falso artículo titulado: «Europa desconfía de España». Para hacerlo usan un texto del 31 diciembre de 2011, publicado en el Confidencial y, en la falsa página de periódico (muy similar por diseño a El País) se usa una fotografía que es pura poesía en la que aparecen dos desconocidos, que pueden ser cualquier político. Uno parece Rajoy, más moreno. Lo siento por el sujeto. La imagen de por medio es la toma de un danés saltando y el frame sucesivo es la imagen de una de esas pantallas que deciden nuestras vidas en las bolsas de medio mundo, que indica el enésimo derribo de los mercados españoles. Es sólo un prólogo a una serie de imágenes muy presentes en la contemporánea episteme occidental: unos cuantos agentes de bolsa, una obra de un edificio sin obreros, un bloque en la nada, restos de batallas callejeras. Después de esto entra la voz en inglés de un noticiario que, seguramente, no está dando buenas noticias, y aparecen otras presuntas paginas web. El titular principal de la primera página es «La corrupción ahoga España», los secundarios son: «La innovación financiera no es la muerte» (en inglés) «Análisis de los planes de rescate» y un emblemático «El ahorro huye del parqué». Luego, a ritmo vertiginoso, llegan las otras «Las bolsas se desfondan», «Caos financiero», «Asfixia financiera» y «Caída libre». Pero sólo conseguimos leerlas poniendo en pausa el vídeo. En este clímax, un segundo de silencio, y la narración vuelve a aquel famoso España-Holanda y a la patada en el pecho