Ricardo Candia Cares

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A modo de ejemplo, digamos que la última movilización popular fue en contra de la dictadura. La penúltima, fue el proceso que llevó a Salvador Allende al gobierno popular. Que ambos procesos fueron traicionados, es harina de otro saco.

Se olvida que este gobierno solo fue posible por evitar el peligro de la ultraderecha que se cernía sobre este campo de flores bordado.

Si se fija, seguimos dominados por la misma máxima: la justicia funciona solo si es posible. Y conveniente, agreguemos. O si solo va a afectar a patipelados, atorrantes, indios o rojos.

En breve, lo que viene en la gestión de La Moneda, es más derecha.

La historia la siguen contando los que ganaron y los que se dejaron ganar. Los perdedores aún aguardan su hora.

Luego del impulso inicial, el gobierno ha morigerado sus opiniones y ahora dice que debe ponerse en todas las hipótesis: es decir, desde que es una operación inexplicable de la inteligencia venezolana, hasta que sea un montaje fabricado para cargar a Maduro con el muerto.

Esa misma derecha que ha logrado controlar a los más bravos zurdos del pasado, esos que hace años fueron perseguidos en un intento por exterminarlos, a esos que le mataron no se sabe a cuántos de sus más valiosos militantes, esos que dejaron todo por combatir la dictadura y esos en los que hay muchos que prefirieron morir que entregar a sus camaradas o traicionarlos.

Quienes, como el actual presidente de la república, amenazaron con perseguirlo por sus responsabilidad en graves violaciones a los derechos humanos de miles de personas, no tuvieron reparo ni pudor en cambiarse de chaqueta: ahora Piñera es el epítome de la corrección republicana.

La cultura del despojo y el abuso instalada en gran parte del planeta, que ya parece entrar en un periodo de declive, tiene en Chile una expresión inhumana y perversa, cuya mostración más papable y dramática es cuando suceden catástrofes que tienen por efecto matar pobres y silenciar a los reales responsables.

Desde el más allá, un capitán general de cinco estrella sonríe mientras crepita.

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