El levantamiento del 90 abrió una fase que continúa, la lucha por el Estado plurinacional y la construcción del sumak kawsay, la unidad en la diversidad, la armonía con la naturaleza
En el budismo, la flor de loto significa la pureza del espíritu que nace de las turbias aguas. -García, 2017
El sujeto del conocimiento histórico es la clase oprimida misma, cuando combate. -Benjamin, 2008 (pág. 48. Tesis XII)
PASAJE
Los caminantes cuando transitan por un terreno pantanoso suelen utilizar una vara para tentar el camino. Los caminantes de la selva sienten con los pies el movimiento de la tierra bajo el limo, en medio de la brumosidad del bosque. Las elecciones son un pasaje del camino. Un pasaje pantanoso, a veces necesario, que hay que tratar de pasar sin resbalones ni manchas, como la flor de loto.
El camino de la liberación no es fácil, está atravesado por dificultades y asechos. El viejo barbudo utilizaba una leyenda-mito, cada vez que el pueblo parece vencer al adversario opresor y lo sostiene en el aire, éste asienta nuevamente el pie en el suelo y recobra la energía.
EL AGUA
Las elecciones nos dieron algunas alegrías e ilusiones. En Cuenca, la lucha por la defensa del agua y la vida logró un triunfo con el apoyo del 80% de la gente. Podemos festejar por la vida de los páramos, por la conciencia de la gente que fue creciendo como la agüita, las gotas del páramo se van recogiendo hasta adornar a Santa Ana de la Cuenca de los cinco ríos, las gotas del páramo se van recogiendo hasta regar la conciencia de los habitantes del campo y de la ciudad. De carácter local, la Consulta afecta al extractivismo minero, uno de los pilares del modelo dominante, compartido por el progresismo conservador y la derecha neoliberal.
Podemos festejar, descansar apenas unos días, porque los mineros, las transnacionales extractivistas, los abogados del oro, han empezado un nuevo ataque para bloquear la aplicación de la voluntad de la vida. Dicen que la consulta no tiene efecto retroactivo y que las concesiones que ya están se quedan, que Loma Larga es de ellos. Y siguen con su política de terror: el asesinato de Andrés Durazno, defensor de derechos humanos y de la naturaleza y dirigente comunitario de Molleturo, el 17 de marzo, se origina en la violencia y la división de las comunidades, impulsadas por la minera.
Para la siguiente batalla, Cuenca ya no está sola. Podemos extender la conciencia del agua y la vida a los otros territorios de resistencia; y también nos toca a los otros, los urbanos, crecer para asumir esta lucha. Les toca a los nuevos asambleístas de Pachakutik, y otros aliados, asumir esta lucha como una de las fundamentales para cambiar el rumbo de nuestra historia.
LOS INDIOS
La presencia-disrupción de los indios en los sitios vedados de lo público nos conmociona, nos atrae e inquieta al mismo tiempo; curiosidad, voyerismo, solidaridad. Para irrumpir tienen que hacerlo con ciertos niveles de violencia “divina”, material y, sobre todo, simbólica. Esta presencia rompe la norma de las buenas costumbres implantadas por la cultura del poder. El sujeto es la masa, los pueblos, las comunidades, que penetran en la ciudad, con sus gritos, sus olores, sus banderas, sus anhelos; y también las mujeres, los estudiantes, la gente común de la ciudad, que les reciben, para que hablen también por ellos, que expresen su rabia, sus angustias, sus anhelos. Quizás la seducción es que lo indio nos sale a borbotones desde adentro, desde un inconsciente colectivo de los excluidos – pobres, olvidados, silenciados, queers, extraños en tierra propia – que estamos volviendo.
La presencia de lo indio viene desde atrás, el tiempo largo de la raíz cósmica. Y se encuentra con el tiempo milenario de lo femenino, de las mujeres que han resistido el dominio patriarcal y han creado el mundo del cuidado de la vida.
El levantamiento del 90 abrió una fase que continúa, la lucha por el Estado plurinacional y la construcción del sumak kawsay, la unidad en la diversidad, la armonía con la naturaleza, bajo el lema señalado por Taita Lucho Macas, “nada sólo para los indios”.
En Octubre19 el escenario se formó en torno al Ágora. Los indios de poncho rojo, llegados desde el páramo, y de corona de plumas, llegados desde la selva, se juntaron desde todos los lados. Las mujeres, encabezadas por Blanca Chancosa, rompieron el cerco de la represión. Los jóvenes estudiantes construyeron una zona “liberada” en el espacio de las universidades. Los representantes indígenas pudieron, ante las cámaras, mostrar la ignorancia de los ministros, la incapacidad del presidente; al discurso neoliberal contrapusieron las nuevas formas de saber desde la producción agrícola y desde el respeto a la madre naturaleza.
Acecharon fuerzas extrañas que quisieron convertir el levantamiento en el momento de la venganza contra su “traidor”, pero la voz de los Taitas y las Mamas centró el objetivo en la derogatoria del Decreto 883, como símbolo de la resistencia al Proyecto neoliberal.
El camino quedó abierto y se expandió en el Continente. En nuestro país lo continuó el Parlamento de los Pueblos, como espacio de convergencia del movimiento indígena y de los diversos movimientos sociales, de hombres y mujeres de la ciudad y el campo; presentaron una propuesta programática consensuada.
La pandemia contuvo temporalmente la energía de la calle, y tomó otra forma: “al no poder desplazarse en las formas de levantamientos, marchas, manifestaciones, caminatas, plantones, consultas populares no oficiales, huelgas, demandas de derechos, etc., se condensa en el respaldo electoral del 2021 a Pachakutik.” (Sierra, 2021) La clase oprimida se constituye en sujeto en las diversas luchas.
La lucha electoral forma parte de este cauce, y logra un triunfo, el respaldo al PK pasa del 3 o 4% al 20%. El mapa electoral confirma que triunfa en las provincias de la Amazonía y de la Sierra, donde hay una fuerte presencia indígena y de las organizaciones sociales, excepto Imbabura en que logra el segundo puesto, y en Pichincha, con el tercer puesto. En esta vez también logra entrar en la Costa, y obtiene Asambleístas en El Oro y en Guayas, es decir, alcanza un carácter nacional.
En Febrero21, el escenario fueron las calles y los caminos recorridos por los candidatos con respaldo de los pobres de la ciudad y el campo, de las organizaciones indígenas, de hombre y mujeres que buscan un camino diferente. La figura fue Yaku Pérez, el indio de sombrero y chakana, venido desde el páramo del sur.
El Pachakutik rompió el binarismo creado por el poder para una final entre el progresismo conservador y la derecha oligárquica, y disputó la segunda vuelta más allá de las encuestas y los anuncios. Pachakutik se constituye en la segunda fuerza política electoral, con un bloque parlamentario de 27 Asambleístas.
La respuesta del poder fue forzar los resultados, alterar la voluntad ciudadana. Desde los dos lados, del progresismo conservador y la derecha se anunció el veredicto final, era inadmisible la presencia del otro, del extraño; los cálculos del poder lo decían. Y otra vez la perplejidad del poder ante la rebeldía que no acepta el resultado forjado. El desconcierto ante la interpelación de igual a igual al candidato de la derecha desde el discurso de la democracia ajena, la exigencia de la transparencia. Presión-movilización y diálogo.
LA INTERPELACIÓN
¿De dónde brota esta energía? Acumulado y convergencia. Hay una memoria terrígena, los quinientos años de resistencia, para volver como la paja del páramo. Y también antes, la raíz autónoma de la Abya Yala que emergió de oleadas migratorias y luego construyó su tiempo en aislamiento, con formas originales. Una memoria que se actualiza en el presente, en una dialéctica de dos tiempos, el tiempo originario, las sabidurías y dolores ancestrales, y las luchas actuales, con aciertos y errores, con avances y retrocesos, con acuerdos y desacuerdos. Lo indio se hace, a partir de la vida de la comunidad y la relación con la naturaleza. En Ecuador, la forma organizativa es la CONAIE y su representación electoral está en el Pachakutik.
Este poder “telúrico” se expresa hacia afuera en momentos de levantamientos, como el de mayo-junio1990 y el de Octubre2019, y se fortalece en medio de la pandemia que crea condiciones para que sintamos la conexión con la Pachamama y el sentido profundo de la comunidad, empezando por el ayllu-familia, y del cuidado.
Y brota también de la convergencia con las otras luchas. Octubre2019 mostró nuevamente que se superponen en forma abigarrada las luchas de los pueblos ante el colonialismo racista, con las luchas anticapitalistas y las luchas contra el patriarcalismo. Cuando se juntan las luchas contra las tres formas de dominación sistémica, es posible rebasar las diversas formas de control. Octubre es un punto de quiebre, que condensa un largo proceso milenario, y un camino abierto en la fase actual desde la irrupción de los pueblos indígenas como sujeto social-político en el Levantamiento del 90. Un sujeto social-político que articula un bloque social en el que participan otros actores que se construyen, en particular, los movimientos de las mujeres, la presencia de nuevas formas de politicidad de las juventudes.
Esto es lo que no se puede percibir desde las interpretaciones unilaterales que centran la mirada en el tema de clase, en el enfrentamiento al capitalismo, ahora formulado como lucha contra el neoliberalismo, en un recorte del tiempo a la visión de la coyuntura. Este sesgo se puede ver en el análisis de Alejandro Moreano (2021). Establece una dicotomía entre las lecturas de los resultados de la primera vuelta en clave anticorreista o antineoliberal, y coloca al antineoliberalismo en el parte aguas de las tesis correctas y de los errores; corta el tiempo desde Octubre y establece una fractura entre la CONAIE y Pachakutik, con sus figuras individuales opuestas.
La irrupción desde abajo y desde afuera fisura el juego binario en que se mueve el sistema: legal/ilegal, izquierda/derecha, buenos/malos, amigo/enemigo. Esa disonancia molesta a los dos polos de poder, al dominio del neoliberalismo tradicional y del neoliberalismo progresista, que se juntan para impedir el paso.
LAS PERPLEJIDADES DEL PROGRESISMO
Esta nueva irrupción de los movimientos sociales, encabezados por el movimiento indígena, a través de la puerta de la participación electoral, interpela al progresismo. Boaventura De Sousa Santos reconoce que las elecciones de Ecuador han abierto un diálogo internacional, pero no se abre a la interpelación.
Para tratar de entender los procesos, el primer paso es examinar los hechos y no crear una crónica acomodada. Las elecciones no se reducen a la figura individual de candidatos y de nombres, como señala Boaventura (“del movimiento indígena lo único que se sabía es que estaba dividido, ya que inicialmente Yaku Pérez no había sido el candidato elegido por los pueblos y nacionalidades indígenas, sino por el movimiento Pachakutik”), tratando de desvalorizar la presencia de Yaku Pérez ante el papel de Leonidas Iza y de oponer a la CONAIE con el PK. Entrada estrecha para analizar un proceso tan complejo.
Hay que reconocer que hay un debate interno en el movimiento indígena, que se manifestó desde Octubre19 y que hay que abordarlo.
Uno de los puntos es la relación CONAIE-PK. Una visión, que busca presentarse como nueva, desde una lectura “clasista” dentro del movimiento indígena, propone el carácter del Movimiento Pachakutik como “brazo político de la CONAIE”; lo que implica que debe obedecer las resoluciones de la organización indígena, excluyendo la participación con capacidad de decisión de otros sectores, como ya sucedió en la mesa de negociación de Octubre 19. Los “viejos”, los taitas y las mamas, desde el Levantamiento del 90 han planteado la unidad del movimiento indígena con los otros sectores populares, trabajadores, mujeres, jóvenes, ecologistas, comunidades campesinas. Desde esa visión impulsaron la recuperación del carácter originario del PK, como representación política del movimiento indígena en alianza con los movimientos sociales y los ciudadanos democráticos. La presencia de Yaku Pérez amplió la convocatoria hacia los jóvenes comprometidos con los derechos de la naturaleza, hacia pequeños y medianos productores y comerciantes, hacia sectores urbanos, hacia las provincias de la Costa.
Un aprendizaje es el acompañamiento respetuoso a la diversidad de criterios y posiciones dentro del movimiento indígena, que ha dado lecciones, al final, de cómo son capaces de defender la unidad.
El acontecimiento parte de un hecho alterativo, pero se forja en la interpretación y en la militancia de una fuerza en el sentido construido. El 7F significa un triunfo para los movimientos sociales, que se constituye en la “tercera ruta” (KIMSA ÑAN) ante el progresismo conservador y la derecha neoliberal. Negar ese triunfo y esa ruptura implica centrar la mirada en la continuidad de la oposición entre el progresismo y la derecha como el sentido de la historia. Para los progresistas, como Boaventura, la historia futura de nuestro país se reduce al apoyo o no al candidato de Correa frente al peligro de la derecha oligárquica; no hay espacio para otras voces.
Los movimientos sociales en el Ecuador tienen una larga trayectoria antes del correismo. El salto electoral que ha logrado el Movimiento Pachakutik se fundamenta en un acumulado de raíces civilizatorias, tanto desde lo indio, la sabiduría ancestral de los pueblos y comunidades indígenas, como desde lo femenino, la fuerza del cuidado y del maternaje, con el respaldo de amplios sectores de la juventud rebelde.
La novedad de este proceso electoral es que en Ecuador se empieza a superar el binarismo progresismo conservador-neoliberalismo, nombrado como la lucha izquierda-derecha. La presencia del movimiento indígena, de las mujeres y otros actores sociales empieza a recuperar la combinación de las luchas que nombra Boaventura (2021), anticapitalistas-anticoloniales-antipatriarcales, en una trayectoria barroca, abigarrada, para recordar los conceptos de Bolívar Echeverría y René Zavaleta, y no en el orden jerárquico que acostumbra la izquierda tradicional bajo la regencia de la lucha de clases y el objetivo de la toma del poder del Estado. Y es que no se puede aceptar una cuasi-izquierda, como señala Boaventura, si es patriarcal, rentista, autoritaria y/o corrupta.
Allí se genera la “perplejidad” de Boaventura sobre ¿qué es la izquierda?, pues la identifica con el progresismo continental. No puede aceptar las críticas que varios sectores y movimientos, hicieron-hicimos –no sólo Yaku- a Evo Morales en la coyuntura de la crisis en Bolivia. Define a la izquierda a partir de una lectura de las luchas anticapitalistas como jerárquicamente superiores y ordenadoras de las luchas anticoloniales y antipatriarcales, que serían injusticias “añadidas” a la injusticia económica y social. Y la perplejidad se amplía, porque los pueblos indígenas, los movimientos feministas, los movimientos ambientalistas, ya no colocan como el objetivo final la toma del poder del Estado. No puede ver que empieza a surgir la “nueva” izquierda, que actúa desde abajo y desde afuera, más allá del Estado y del mercado, que empieza a surgir una democracia comunitaria y de calle.
Y, por eso también la perplejidad “¿La Izquierda es primero?”, para pedir el voto para el candidato del progresismo. No puede reconocer que es precisamente esa concesión al mal menor lo que ha bloqueado las posibilidades de transformación frustradas por los proyectos progresistas que se han movido dentro del marco capitalista, que han reducido el antiimperialismo a la oposición a la variante estadounidense, que han reproducido las formas más extremas de patriarcalismo en el desprecio y ataque a las mujeres, que han instaurado un Estado autoritario contra los movimientos sociales, que han sostenido el bloque financiero-extractivista, como el ordenador de la vida del país.
Cuando el Ecuador está en posibilidad de rebasar esta vieja trampa formulada por los etapistas, – ahora es solo una lucha democrática, el futuro es socialista, o el consejo de que hay que entender y aceptar los límites de los gobiernos amigos –, los discursos progresistas proponen que volvamos la mirada a las cebollas y ajos de Egipto, que apoyemos al candidato de la “cuasi izquierda” ante el peligro del candidato neoliberal.
Boaventura niega la existencia de fraude contra Pk y Yaku Pérez. El fraude tiene una larga historia en nuestro país, pero Boaventura no cuestiona un proceso que ha sido uno de los más irregulares en los cuarenta años de democracia liberal; y más bien anuncia que una vez que se compruebe que no ha habido fraude, podemos pasar en paz a la segunda vuelta, para discutir los programas de los dos candidatos finalistas. Más allá del llamado de Boaventura, , el programa de los movimientos sociales, expresado por el Parlamento de los Pueblos como fruto de la movilización de Octubre 19, y el Programa de la Minka por la vida, presentado por el PK en la campaña electoral, seguirán actuando como líneas de acciones alternativas. El fraude no afecta sólo al PK, el impacto más grave es la afectación a la democracia representativa, que no puede existir sin transparencia en el proceso electoral; afectará al gobierno resultante de un proceso con sombra de dudas.
Boaventura repite una tesis muy grata al progresismo, el golpe blando, el lawfare (la guerra jurídica), que se estaría montando contra Correa, el perseguido político, y su equipo. En lugar de analizar, como especialista en temas jurídicos, los procesos de corrupción que se han probado, mezcla situaciones como el ataque a Zelaya o los juicios contra Lula. Habría que decirle a Boaventura que sería bueno que contribuya a una mínima mirada autocrítica del correismo sobre la corrupción y el despilfarro, sobre la responsabilidad de la crisis económica y política, sobre el autoritarismo y la represión contra los movimientos sociales, no como meros desencuentros, sino como carácter del régimen.
EPISTEMOLOGÍAS Y ESTRATEGIAS
El debate central dentro de la izquierda está en la comprensión del tiempo que se abre. ¿Estamos ante un momento de continuidad o un momento de ruptura?
¿La estrategia apunta a una sumatoria de las “izquierdas”, como propone el correismo en la propaganda para la segunda vuelta: Progresismo + Unidad Plurinacional + Socialdemocracia = 70%? ¿Se ha producido un “viraje a la izquierda”, como argumentan algunos críticos a partir de una lectura en clave antineoliberal?
¿O se abre la posibilidad de un punto de quiebre, un acontecimiento, como intentan señalar los pueblos indígenas y las mujeres tanto en el proceso electoral como en el levantamiento de Octubre19? Una lectura que parte de la desconfianza en el Estado, “en vuestras urnas no caben nuestros sueños”, y que busca una respuesta antisistémica, más allá del Estado y el mercado; el reconocimiento de “la posibilidad y el riesgo”, como señala Zivechi. (2021) Los mayores riesgos pueden provenir desde adentro, pues los movimientos sociales, el movimiento indígena, están atravesados por presiones del poder, y la construcción de su unidad y autonomía es una tarea permanente. Estos riesgos se refuerzan en períodos electorales, pues la lucha se da en un campo ajeno, en el marco del Estado doimnante.
La caracterización proyecta tácticas y estrategias diferentes. Desde una visión de continuidad, la tarea en la segunda vuelta es enfrentar al peligro neoliberal representado por la candidatura de la derecha y respaldar a la candidatura del correismo; la reproducción de la estrategia del mal menor, que tiene como trasfondo la visión del frente antifascista. Una dialéctica binaria que no deja espacio al surgimiento de una alternativa independiente. La construcción de la fuerza democrática parte y se organiza en torno al Estado. No se trata sólo de una salida para el Ecuador, sino que se traza un cauce para el Continente, el retorno de la segunda ola del progresismo: Fernández, Arce, Lula.
La posibilidad de una fisura parte de otra “continuidad”, el 7F se explica encuentra su raíz en Octubre19, en el acumulado histórico del movimiento indígena y en la convergencia con las luchas de la mujeres, de los defensores de la vida y la naturaleza. Las elecciones son una estación del camino, un pasaje pantanoso, con riesgos y posibilidades. El fraude contuvo el paso a la posibilidad de un gobierno propio. Ahora la tarea es responder al mandato recibido de 2 millones de ecuatorianos, organizar la fuerza en un frente popular que congregue las diversas luchas anticapitalistas-anticoloniales-antipatriarcales en torno a un programa propio, autónomo, el KIMSA ÑÁN.
Un paso desde una dialéctica binaria-lineal, que desemboca en una comprensión de la hegemonía como el predominio de un centro, la hegemonía en la diversidad; a una dialéctica que se mueve en la superposición de diversas luchas, la hegemonía de la diversidad, una lectura basada en el diálogo de saberes entre los aportes de la ciencia, del pensamiento crítico de Occidente, del marxismo, y la visión de la Alta Cultura Andina, desde la cruz cuadrada, la chakana, que mira la complementariedad en espiral a partir de los cuatro lados del cuadrado.
En la fase de la decadencia del capitalismo, el sistema copa los espacios, absorbe-licúa las luchas que giran en torno a sus circuitos, un especie de agujero negro, que genera la ideología “no hay alternativas”. No hay espacio para la diferenciación entre reformas y revolución; el antiguo alineamiento en torno a uno de los polos de la contradicción, burguesía-proletariado, ya no es suficiente. El reto es más complejo, sobre todo en nuestra América. Las luchas son al mismo tiempo anticapitalistas-anticoloniales-antipatriarcales; las formas de su combinación no se definen a priori en una jerarquía previa, sino en caliente, en el proceso, en la constitución de los sujetos. El sistema presenta fisuras en donde emergen las semillas antisistémicas. En Octubre, la fuerza indígena impulsó una lucha anticapitalista y se encontró con la fuerza de las mujeres. Las luchas son antisistémicas o son absorbidas por el agujero negro; son posible en los bordes del sistema, como semillas del otro mundo posible.
UNIDAD Y AUTONOMÍA
Los movimientos sociales están ante la oportunidad de superar la estrategia del mal menor, para fortalecer un camino autónomo ante los dos proyectos que han dominado al país en el período de democracia liberal, el progresismo conservador y le neoliberalismo oligárquico. El reto es convertir el apoyo electoral en fuerza orgánica y movilizada.
El punto de partida es la decisión del voto nulo, pero además se requiere asumir una línea de rechazo y oposición ante el gobierno que se instaure, por su origen ilegítimo, y construir un poder, un gobierno paralelo que mantenga vivo el programa construido y acompañe las luchas de los movimientos sociales, una combinación de equipos de gobierno en torno a las 4E de la campaña, con disputas de la opinión pública y campañas de movilización en torno a los ejes estratégicos.
La condición fundamental, para poder avanzar en esta dirección es cuidar la unidad de las organizaciones sociales, en particular la CONAIE, establecer una adecuada relación entre las organizaciones sociales y su movimiento político de representación.
Bibliografía
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