Ha ganado Syriza en Grecia y yo me alegro mucho, me ilusiono porque todavía llevo dentro -por fortuna- esa ilusión por creer en el ser humano, algo que se me ha ido esfumando con el paso de los lustros (también la izquierda ha contribuido al hecho). No va a pasar nada especial pero contemplar que […]
Ha ganado Syriza en Grecia y yo me alegro mucho, me ilusiono porque todavía llevo dentro -por fortuna- esa ilusión por creer en el ser humano, algo que se me ha ido esfumando con el paso de los lustros (también la izquierda ha contribuido al hecho). No va a pasar nada especial pero contemplar que el Gran Hermano del Mundo Feliz aún no ha llegado del todo a Europa es un placer. En las ciencias de la comunicación, a lo que ha hecho el pueblo griego se le llama disfuncionalidad del mensaje, es decir, endosarle un «no me dais miedo» a esas estructuras de poder anquilosadas en el baboseo a los bancos (organismos conducidos por enfermos mentales a los que se les dora la píldora porque son los dueños de todo) y en la adulación a un país medio muerto como es Estados Unidos. Me gusta imaginarme a los grandes filósofos de la Grecia clásica sentados sobre las ruinas de la Acrópolis aplaudiendo a su pueblo por haber desobedecido a unas elites cuyo único dios es el dinero que las ha poseído hasta lograr que alcancen un estado patológico.
Ahora mi nueva ilusión es que ocurra lo propio en España con Podemos, que se anime el cotarro, si los sátrapas del sistema la bombardean sin piedad es que hay que apoyarla. No me convence su democratitis y su falta de conocimientos de no pocos de sus seguidores a la hora de saber con quién se están enfrentando ni me gusta su trotskismo de salón ni su anarquismo porque todo eso acaba por originar injusticias entre la propia gente de izquierda (la igualdad es el caldo donde mejor nadan y se alimentan los mediocres en perjuicio de los más preparados pero queda muy bien en marketing); pero es que ese miedo que, ante la falta de cojones y de patriotismo, ha unido a PP y PSOE (más de lo que ya lo estaban) contra Podemos, esa insistencia en exigirle a los jóvenes más de lo que se han exigido a ellos mismos en treinta y cinco años de supuesta democracia es ya algo que me subleva. «Renunciad al Diablo Chávez y a sus pompas», «Robáis el dinero de la universidad pública».
¡Qué asco! ¡Pues claro que no hay que renunciar a las convicciones! Y los votantes tienen la obligación de saber a quién votan y qué efectos puede tener hacerlo. Qué acertado sería que apareciera algún rector que no fuera de esos tan politizados que tenemos por ahí -disfrazan de academia su politización- cantando las cuarenta y, si no defendiendo a los dirigentes de Podemos acusados, al menos informándonos sobre la cantidad de profesores funcionarios que firman dedicación a tiempo completo cuando toman posesión de sus cargos (jurando o prometiendo la Constitución) para luego utilizar a la universidad pública a su antojo y dedicarse también a la actividad privada o a escaquearse del trabajo cuando lo desean y sin causa justificada, ignorando que nuestra jornada laboral es de 37,5 horas de trabajo a la semana, como mínimo.
Claro que a estos colegas no les ha dado por hacer política constructiva sino destructiva (de lo público) y menos en un partido que va contra los dictados de la losa que soportamos. Grecia se ha sacudido el miedo, los jóvenes de Syriza y de Podemos son unos osados pero es que alguien tiene que poner las agallas encima de la mesa y dar el palmetazo. ¿Qué es eso de quitarles las ganas de comerse al mundo a los que deben comerse el mundo y tienen derecho a equivocarse? ¿Qué es eso de amenazar con los mercados, los mercados, los mercados?, ¿qué coño son los mercados? ¿Secuestradores y chantajistas de la voluntad popular? ¿Militar en Syriza o en Podemos no es emprendimiento, verdad? Pero las agencias de evaluación y los dueños de los fondos buitres forman parte de la democracia, ¿es cierto?
¿No le da vergüenza a Rajoy y a todo su séquito ir tan de meapilas por la vida y tener a la gente como la tienen? Ni le hacen caso a su guía espiritual (que debería ya de una vez denunciar con nombres y apellidos), todo por rendirse a los acomplejados alemanes y a las troikas de turno. Claro, así es político cualquiera pero si todos adquirieran esas posturas aún estaríamos inventando la rueda. Los avances históricos se deben a los transgresores y ahí entran hasta los propios creadores de las doctrinas que sigue Rajoy pero que después se han corrompido y cuando algo se pudre se tira a la basura, se intenta empezar de nuevo el guiso y a ver qué pasa, a ver cómo permiten guisar los que tienen la sartén podrida por el mango. Y si no dejan, se les hace frente porque el ciudadano lo ha querido.
A Rajoy sólo le quedan miedo y cifras macroeconómicas. Por supuesto que el sistema se recuperará pero será mera coyuntura que no desterrará la peste a muerto que proyecta desde hace tiempo. Lo que tenemos es una momia a la que periódicamente se la somete a una restauración. Pero momia sigue siendo y todo lo va pudriendo con su detritus. Ya es hora de comprobar si hay algún arreglo, yo soy muy escéptico pero dejemos actuar a los que creen porque lo único que veo es un PP a los pies del enfermo Wall Street, a un PSOE al que le han comido el terreno y, además, a una Susana Díaz que, como nada serio tiene que ofrecer, pretende ganar las elecciones enseñando su barriguita encinta, imitando a Carmen Chacón cuando hacía lo mismo siendo ministra de defensa mientras revisaba las tropas. Oh, qué emoción, qué gestos tan revolucionarios. Espero no equivocarme si afirmo que Podemos va mucho más allá de lograr que todos los jóvenes sean mileuristas y que todos los que lo necesiten y lo merezcan reciban atenciones por parte del Estado porque lo malo del asunto es que a veces los votos se van igual que vienen en una generación acostumbrada a ser yo, yo, yo, y después, yo.
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