Recomiendo:
0

Las «poiesis» anarquistas o poemas para cuestionarnos nuestros quehaceres desde las raíces

Fuentes: Rebelión

Hace unos días nos dio por sumergirnos en el último libro escrito por el polémico profesor José Antonio FORTES que lleva por título La ideología mata. Cinco intervenciones y que ha sido editada por la novísima editorial Cotali (Colectivo de Trabajadores Anónimos del Libro) en su colección Fulminantes. Teníamos algunas noticias un tanto dispersas de […]

Hace unos días nos dio por sumergirnos en el último libro escrito por el polémico profesor José Antonio FORTES que lleva por título La ideología mata. Cinco intervenciones y que ha sido editada por la novísima editorial Cotali (Colectivo de Trabajadores Anónimos del Libro) en su colección Fulminantes. Teníamos algunas noticias un tanto dispersas de alguna que otra de esas intervenciones allá donde se produjeron. Nos llegaban comentarios, rumores, recortes de prensa de lo más variopintos y con una sarta de infundios y gazapos. Pero hemos de decir que nos hemos quedado un tanto turulatas y estupefactas al leer, por escrito y por nosotras mismas, algunas de las presuntas tesis que pretende defender -sin argumentar- dicho profesor en ese boceto literario. Nos ha llamado la atención, especialmente, cuando de manera bastante sintomática ante un público cercano a los planteamientos anarcosindicalistas de la CNT, llegó a postular que hablar de literatura anarquista viene a ser algo así como un oxímoron. Esta última palabra, pese a su procedencia originaria de la lógica aristotélica, se ha puesto de moda últimamente gracias a la labor pedante de ciertos y determinados grupúsculos academicistas.

J. A. Fortes no parece muy proclive a definir bien las palabras que usa, pese a que diga que sus tesis procedan ora de Marx ora de Althusser, no nos queda ni siquiera claro lo que quiere decir cuando habla de clases sociales o de lucha de clases. Regalar toda la historia de la literatura a la clase burguesa nos parece excesivo. Quizás el ya jubilado profesor de la Universidad de Granada crea que eso está más que fundamentado en el pésimo y farragoso ensayo de su maestro Juan Carlos Rodríguez Teoría e Historia de la Producción Ideológica. Las primeras Literaturas burguesas. Una obra editada por vez primera en 1975 en las imprentas de Ramón Akal y de la que habría que desmontar su pésima arquitectura intelectual. En un recién rescatado poema Javier Egea descalificaba como «maldito mamotreto» a semejante tocho. Lástima que ni sea este ni el momento de proceder a tan necesaria tarea de desmitificación.

En La ideología mata Fortes sostiene que (todos) los intelectuales están en contra del movimiento obrero. Una lectura muy singular de la obrita Los escritores contra la Comuna de Paul LIDSKY que como cuenta, al parecer, le rompió en exceso sus esquemas previos. Y que desde que la conoció la tomó como modelo de sus incursiones «policiales» por los inframundos de las historias de la literatura.

Pues bien, para mostrar que eso de que hacer literatura anarquista no tiene porqué ser un acto imposible nos cae en estos días primaverales como por arte de magia el último libro -de otro profesor y doctor en Filología inglesa por la Universidad de Granada- como es Rafael Calero Palma. Cuyo título es bastante impactante: Poemas de Destrucción Masiva. Pues, como si de una Guerra de Alta (¿o baja?) Intensidad se tratara nos mete de lleno en los problemas reales de nuestro convulso y atormentado tiempo histórico.

Lo primero que queremos hacer es felicitar a la pequeña editorial Alhulia de Salobreña por editar obras de poesía de este tenor. Ya que son tan necesarias para tiempos tan malos para la lírica como los que suceden a diario. Hay que tener un fuerte valor de compromiso social para dar a luz una obrita como la de Rafael Calero Palma. Breve y militante. No sabríamos decir si la poesía escrita que nos ofrece su autor es hija de la soledad y la impotencia personal para poder decir en voz alta lo que se siente y se piensa donde se debiera de decir y manifestar con urgencia o si esos versos militantes han sido creados al calor de las luchas colectivas y como tales se reflejan. Pero eso será tema que con delicadeza y ternura se verá con el correr de los días venideros.

Pues como el propio escritor señala en sus poemas ni él mismo cree que lo que escribe en esa obra pueda, en verdad, llamarse poesía. Y, sin embargo, nosotras sí que creemos y pensamos que lo que hemos leído puede y debe llamarse poesía. Porque el autor nos regala con sencillez y mucha humildad los trucos de sus poiesis literarias. Y recordemos que para los griegos la poiesis venía a ser algo así como el fruto material de nuestro inteligente trabajo humano. O sea, hacer cosas buenas, bellas y justas a conciencia: para que ayuden a los demás a hacer otras cosas que sean también buenas, bellas y justas. Algo así como poder llamar al pan, pan; y, al vino, vino. Utilizar las palabras para que nos ayuden a comprender el mundo en el que habitamos a diario. Si el pan está hecho de manera artesanal es porque es producto de un sabio arte sano hecho a conciencia. Es ridículo que los panaderos amasen el pan sólo para panaderos como si sólo su trabajo tuviera sentido para competir en un concurso de méritos entre ellos. Y así de ridículo resulta escribir literatura sólo para literatos. Aunque hoy eso sea hasta norma y, por supuesto, moda de la que parece hasta imposible salir.

Los poemas de Rafael Calero están hechos a sabiendas de que quieren ser pan para aquellos que pasan hambre de palabras, sed de buenas ideas, escasez de buenos quehaceres. Y cuando en alguno de ellos encontramos algún que otro exabrupto no debemos olvidar que la rabia también forma parte de la materia prima con la que se amasa nuestra sentimentalidad más cotidiana.

La Oda a Walt Whitman en forma de Padre Nuestro es ejemplar de lo que queremos decir. Hace falta cambiar, transformar nuestras relaciones sociales de explotación. Y es bueno aprender de gente como el poeta norteamericano. Es un excelente modelo para enfrentar la necesidad de vislumbrar y construir una Academia Internacional de Trabajadores Libertarios que se haga realidad contra la endogámica Universidad escolástica que se resiste a fallecer en nuestros días. Esta se basa en el monoteísmo patriarcal, heterosexual, jerárquico, mercantil, tanatocrático y pornocapitalista. La posibilidad de una escritura anarquista que cuestione desde las raíces los principios (el arjé que dirían algunos filósofos griegos y que, desde los tiempos más antiguos, estarían presos de las lógicas platónicas del poder monológico, autoritario y dictatorial) de gobierno de nuestras comunidades políticas. La acracia es fundamental para poner patas arriba el dominio de la muerte en las poiesis militaristas de la economía crematística dominante.

Poemas de destrucción masiva es un librito muy pequeño en formato, pero muy grande en lo que pretende acometer. No es nada fácil desmontar tanta ruina, tanta podredumbre en un puñado de poemas. Pero nos regala suficiente pólvora para empezar a cuestionar desde las raíces las razones de esta malograda suciedad nuclear pornocapitalista.

Hoy es más que urgente pensar en la impotencia plebeya de nuestras poiesis en las suciedades nucleares regidas por el caótico negocio de las basuras crematísticas.

Parece que el viejo profesor José Antonio FORTES nos quiere decir que la ideología mata en su por ahora último librito. Pero pese a su contumaz positivismo de los hechos no nos ayuda a pensar en nada, ninguna cuestión relevante acerca de qué ideología es la que mata. El título ya de por sí es lamentable y parece fruto del fundamentalismo científico propio de las nauseabundas suciedades nucleares de explotación, gasto y consumo del actual pornocapitalismo tanatocrático. Qué ideología es la que mata. Ya para colmo de males parece ser que con el término ideología quiere referirse a la materia real o materia prima con la que se hace la presunta literatura.

El problema de la escritura de Fortes es su inconsistencia. No define. No delimita. No conceptualiza. No se sabe nunca a qué se refiere con sus palabras. Cree que es claro y nítido. Y, por desgracia, sólo provoca confusión mental. Hace malabarismo conceptual. Y en sus libros hay multitud de ejemplos.

Pues no existe la literatura en singular. Existen muchos tipos o géneros de literatura. Preso de los límites categoriales de las Facultades universitarias no puede entender que hasta la filosofía o las ciencias de cualquier campo son literatura. Suele entender que esta es solo la referida a la producción de poemas, de dramas teatrales o novelas. Y con la ideología le pasa algo similar. Cree saber lo que esa palabra conlleva de por sí, pero no analiza ni su historia ni su contrabando comercial. Y las palabras, como se diría antaño, las carga también el diablo. Y sus significados son todo menos claros, diáfanos y evidentes.

Qué ideología es la que mata. Si queremos responder brevemente a esa pregunta, tendríamos que ser muy precisos. Y saber que es la ideología del mercado libre la que más muertes por segundo provoca a diario en las suciedades tanatocráticas del pornocapitalismo. Eso del mercado libre sí que es un oxímoron. Cualquiera que se las vea con la Ética de un pensador como Spinoza puede darse cuenta de ese brutal y criminal sinsentido. La libertad sólo es aplicable a sujetos humanos que posean voluntad. Es el deseo, subrayaba el sabio amstelodamo, la esencia de lo humano. Sin ese no saber qué hacer a cada instante de la vida no se puede hablar realmente de libertad. Y el mercado carece de voluntad y racionalidad. Por lo tanto, ni una piedra inanimada ni una mercancía (como pueda ser un coche, un misil o una lavadora) pueden ser asociadas a la humana libertad. Ésta es hija del azar, la indecisión, la encrucijada de caminos donde no está claro qué senda se ha de tomar. Por tanto, es un cuento que una máquina como el mercado pueda ser libre y actuar por sí sola.

Y al mercado como elaboración social de los humanos le ocurre algo similar a lo que les pasa a las armas o a los poemas. Que se pueden convertir en instrumentos de destrucción masiva.

Nos queremos imaginar a un escritor como Rafael Calero Palma intentando tomar la palabra en un Círculo podemista. Y viendo su impotencia personal y su frágil quehacer, refugiarse en su soledad a escribir sus versos militantes. Y cual Gabriel Celaya, en tiempos de la dictadura militar del genocida Francisco Franco, soñar que la poesía debiera ser un arma cargada de futuro. Y más que soñar con el inasible futuro, pensarla hoy en nuestro agobiante presente de Bribones borbónicos, como un arma de autodefensa popular de destrucción masiva. Hacer sus poemas como un arma defensiva que oponer a la asfixia letal de las criminales armas ideológicas (y, por supuesto, no sólo ideológicas) del pornocapitalismo tanatocrático reinante es su gran regalo. Aprendan de sus trucos para robarle la cartera ideológica a este puto y criminal sistema. Y, quizás algún día podamos recuperar algo más que las palabras y nuestras poéticas esperanzas.

Isa Bellaciao

& Plebeya Roja Ladina

Academia Internacional de L@s Trabajadores Libres

La Caleta de Salobreña, 1 de mayo de 2015