1. ¿Por qué Syriza ha convocado un referéndum en apenas una semana? -El primer ministro griego, Alexis Tsipras, tres días después del ultimátum que le dieron los acreedores, tomó la decisión de convocar un referéndum que se celebrará solo diez días después de este ultimátum. Tsipras fue elegido hace cinco meses con un programa político […]
1. ¿Por qué Syriza ha convocado un referéndum en apenas una semana?
-El primer ministro griego, Alexis Tsipras, tres días después del ultimátum que le dieron los acreedores, tomó la decisión de convocar un referéndum que se celebrará solo diez días después de este ultimátum.
Tsipras fue elegido hace cinco meses con un programa político contra la austeridad y los programas de rescate (eufemísticamente llamados «memorandos»).
Tras unas negociaciones con los socios de Grecia, pero en esta ocasión acreedores-prestamistas (la Comision Europea, el Banco Central Europea y el Fondo Monetario Internacional), que duraron 4 meses, la semana pasada, el Gobierno de Tsipras pareció ceder a la presiones de los acreedores y ofreció un programa de austeridad por valor de 8.000 millones de euros. En dicho programa se aumentaban los impuestos directos e indirectos, tanto para personas naturales como jurídicas, pero no se tocaban los salarios ni las pensiones.
Muchos, en la izquierda griega, consideraron esta propuesta una traición e incluso llegaron a solicitar a los diputados de Syriza (el partido del Tsipras) que el programa en cuestión no fuera aprobado en el Parlamento.
Los acreedores, sin embargo, dijeron que con este programa se podría llegar a un acuerdo aunque pidieron que llevara la firma de Tsipras y no la del ministro de Economía, una petición humillante para un primer ministro que, en paralelo, estaría traicionando los principios que le llevaron al poder. Tsipras, pese a todo, aceptó las condiciones porque entendió que dar carpetazo al tema de la deuda, en esos momentos, era más importante que el programa del partido.
Un ultimátum posterior, sin embargo, cambió las cosas. Tsipras ha llegado a calificarlo de «extorsión». En él se pedía a Grecia que aceptara un (nuevo) plan de rescate «exprés» que incluyera recortes de los salarios de los empleados públicos, recorte de las pensiones, incremento del IVA, liberalización total de las relaciones laborales, incluyendo el permiso de despedidos masivos en el sector privado y toda una serie de medidas antisociales. A cambio, los acreedores ofrecieron una cantidad de capital suficiente para que Grecia pagara todas sus deudas en 2015 y prometieron un acuerdo ulterior en unos meses. En realidad, de esta manera, los acreedores lo ofrecieron todo a cambio de nada.
Ningún Gobierno habría aceptado algo así. Tsipras, de hecho, comprendió la dimensión histórica del momento: «Nuestro objetivo es poner fin a la crisis de la deuda pública griega pero, en estos momentos, nuestra responsabilidad primera e histórica es en defensa de la democracia y la soberanía nacional. Y precisamente esa responsabilidad es la que nos obliga a responder al ultimátum con la voluntad del pueblo griego».
Tsipras convocó el referéndum y pidió a la UE y al Banco Central Europeo la liquidez suficiente hasta que el pueblo vote. Pero la UE y BCE no se la concedieron, arguyeron que Grecia no la «merecía».
Al Gobierno griego, entonces, no le quedó más opción que establecer un control de capitales y esperar al referéndum, que se celebrará domingo que viene, el pueblo griego dirá No o Sí al ultimátum.
La historia se repite como farsa setenta años después de que las fuerzas fascistas del Eje ofrecieran un ultimátum a Grecia para capitular. Ahora, las «instituciones» (europeas + FMI), que son coaccionistas con Grecia en el proyecto de la UE (excluyendo el FMI) se comportan como enemigos contra el pueblo griego. Antes, por lo menos, sí se autodefinían como enemigos.
2. ¿Qué significa el ultimátum dado por los acreedores?
Más de lo mismo. Es parte de lo que han traído aparejados los anteriores planes de austeridad, memorandos y otras hierbas: caída del 25 % del PIB, 26% de desempleo, 52% de desempleo juvenil (el más alto de Europa y tres veces superior al índice anterior a las medidas de austeridad), 45% de pensionistas pobres y 40% de los niños bajo el umbral de la pobreza.
Es difícil entender por qué los acreedores insisten en medidas que claramente ningún gobierno aceptaría porque condenan a más miseria y pobreza. Parece que la auténtica razón que les mueve es la voluntad de castigar políticamente al pueblo griego por haber escogido un Gobierno de izquierda y poner en jaque al Gobierno de Syriza.
3. ¿Las deudas hay que pagarlas siempre?
Eso es muy discutible y hay un amplio debate sobre este tema. Se trata, no en vano, de una relación de intercambio que no es aconsejable quebrar por razones, fundamentalmente, de convivencia aunque también, desde luego, de estabilidad económica. Históricamente hablando, de hecho, casi ninguna cultura ha considerado positivamente el impago. Sin embargo hay excepciones. La primera de ellas es práctica. Muchas veces, las deudas contraídas son impagables. Por eso lo que suele hacerse desde hace siglos es reestructurarlas, es decir, diferirlas en el tiempo, realizar «quitas» (es decir, perdonar las partes más onerosas o irrealizables, generalmente parte de los intereses), seguir una estrategia combinada de reestructuración y quitas o, en última instancia, hacer «default».
En el caso de Grecia, la situación es especialmente sangrante, recientemente una Comisión de Auditoría ad hoc, nombrada por el actual Gobierno, concluyó que parte de la deuda del país heleno es, no ilegítima, sino ilegal. Se trata de deuda que fue contraída por particulares, con instituciones de crédito extranjeras que, conocedoras del riesgo que ello implicaba, concedieron créditos a personas que no podían pagarlos. Parte de esa deuda de entidades financieras privadas fue posteriormente asumida por el Estado, una operación que precisamente no siempre es legal.
4.- ¿El referéndum implica la salida del euro?
El referéndum se centra, única y exclusivamente, en el ultimátum y no en la posible salida de Grecia del euro. Grecia es socia en la Eurozona (compuesta por aquellos países de la Unión Europea que comparten el euro) no una invitada ni una transeúnte. Si los demás países de dicho club consideran que la pertenencia de Geecia no es beneficiosa para nadie, deberían buscar una fórmula que permitiese una salida negociada de Grecia. Por el contrario sería absurdo (un auténtico suicidio político, amén de ilógico) que Grecia abandonase sus derechos, unilateralmente, como socia de la Eurozona.
5. ¿ Podría, Grecia, sobrevivir fuera del euro y de la unión europea?
La respuesta, rotunda, es sí, aunque la propia UE, de momento, ni se lo plantea. Sobre lo que más bien cabe reflexionar es sobre la filosofía del proyecto inicial de la UE y de la Eurozona y en qué se han convertido ambos.
¿Europa merece una unión donde unos países castigan a otros o donde unos pueblos traten a otros como delincuentes porque se consideran más «avanzados» solo por tener unos «mejores» índices macroeconómicos? La Unión Europea se concibió como un proyecto de solidaridad y unión entre los pueblos, Europa no quería volver vivir los horrores de una gran guerra, ¿En qué han quedado estos ideales y quiénes y por qué los han pervertido? Esas son las auténticas preguntas de fondo.
6. – Si no hay acuerdo, ¿qué puede hacer Grecia? ¿puede pedir ayuda a otros países fuera del euro como Rusia o China?
Grecia, como país soberano, puede hacer coaliciones y acuerdos con cualquier país u organismo que considere beneficioso. Recientemente hubo conversaciones con Rusia (Grecia tiene vínculos históricos e religiosos con dicho país), al igual que con el banco de desarrollo de los BRICS. Sin embargo no hay país u organismo que pueda ayudar Grecia en el tema de la deuda si no cuenta con los acreedores. Además Grecia no está buscando un nuevo amo que le controle a través de la deuda, Grecia solo quiere resolver el asunto con sus socios y reformar su economía para que no se repita esta situación tan trágica y humillante.
7. ¿Qué significa este pulso para los pueblos de Europa?
Si el castigo a Grecia es para meter miedo a los pueblos, entonces, llámese a las cosas por su nombre, estamos ante una perversión oligárquica de la democracia en Europa. Los pueblos pueden decidir por miedo en algún momento histórico, pero esto no dura siempre y lo peor es que sus reacciones posteriores pueden ser, como lo demuestra la historia, aún más radicales y violentas. No se entiende, por ello, por qué los acreedores prefieran chantajear a Grecia con ultimátums si podrían resolver la situación (incluso haciendo daño político al Gobierno de Tsipras obligándole a que no cumpla su programa electoral). Grecia es parte sustancial de Europa, esta situación solo está debilitando un proyecto alejado de los objetivos con los que nació, convirtiéndose en otro proyecto distinto, de dominación, entre países fuertes y débiles. Entonces, ¿de qué estamos hablando?
* Dimitris Pantoulas es politólogo; Juan Agulló es sociólogo; Rafel Rico Ríos es ingeniero de telecomunicación y periodista.
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso de los autores mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.