Estos días he confirmado algo que llevo un tiempo sospechando: que la relación entre el significante vacío, las mujeres y los feminismos acoge una tensión conceptual ciertamente irritante, más que irradiante, en PODEMOS. Me despierto, abro Telegram y en una entrevista a Pablo Iglesias aparece la siguiente joya para la semiótica: «Quería hacer autocrítica. Hemos […]
Estos días he confirmado algo que llevo un tiempo sospechando: que la relación entre el significante vacío, las mujeres y los feminismos acoge una tensión conceptual ciertamente irritante, más que irradiante, en PODEMOS. Me despierto, abro Telegram y en una entrevista a Pablo Iglesias aparece la siguiente joya para la semiótica:
«Quería hacer autocrítica. Hemos de tener capacidad de reírnos de nosotros mismos. Es muy difícil burlarse de la izquierda, y yo creo que nosotros nos burlamos mucho de la izquierda, sin venir de la izquierda. Hay un tipo de bromas que hay que ser de izquierdas para entenderlas. ¿Qué es un profesor de izquierdas insoportable? El tipo con camisa a cuadros, con barba, que quiere ligar con la jovencita, le pone a Silvio Rodríguez e intenta tocarle las tetas. Para entender la carga de este chiste hay que ser de izquierdas. Precisamente a veces en Podemos tenemos un problema entre el núcleo fundador y gente que ha llegado después, porque a veces no nos entienden los chistes, porque tienen mucho que ver con el lugar del que venimos».
Ay Pablo, ¡cuánto material condensado! Que las mujeres hayamos sido la clave en el intercambio histórico entre comunidades humanas, nos lo alumbró el estructuralismo de Lévi-Strauss, aunque a él nunca le preocupara políticamente el tema. Que las mujeres hayamos sido el recipiente necesario en la reproducción simbólica y material de las comunidades imaginadas, nacionales o étnicas, lo descifraron las feministas constructivistas. Que el salvacionismo de las «pobres» mujeres musulmanas y árabes haya sido una de las claves retóricas para las invasiones de Irak o Afganistán, lo evidenció el mismo Bush. Que el feminicidio y la devastación de la tierra se explique en las estructuras simbólicas y materiales del «territorio-cuerpo-territorio», nos lo recuerdan hoy las irreverentes feministas descoloniales. Que las propuestas feministas son irrenunciables para el cambio, lo escribe hasta Chantal Mouffe; entre numerosas feministas -más o menos posestructuralistas- que algo saben de la profunda responsabilidad política que tiene el lenguaje que usamos (aún de quienes no aspiran a la presidencia del gobierno).
Pero que la poética masculina del deseo de tocar las tetas de las jovencitas (universitarias, supongo) por parte de los profesores de izquierda sea usado como ejemplo para la autocrítica risueña de la izquierda española en este momento histórico de supuesto cambio, me sugiere toda una revelación epistemológica: las mujeres y sus tetitas como nuevo aglutinante del significante vacío.
De hecho, es sin duda un marco ganador, pura centralidad del tablero. Hasta Henry Miller se inscribiría en PODEMOS, y por supuesto, muchos profesores de derecha que pondrían a Silvio el rockero si de tocar tetas se trata… Por no hablar de numerosos rectores, abogados, médicos, políticos, obreros, jueces, caminantes, yogis, okupas y revolucionarios de verdad que de tanto pensar en las tetas de las compañeras tardan en oír y comprender sus discursos políticos desde el feminismo.
Sin duda, esta mitología arcadiana de los pezones jóvenes y frescos implica un arquetipo universal sobre el poder y la conquista que puede ser muy rentable electoralmente. Eso sí, siempre y cuando las mujeres sigamos siendo narradas como lolitas irresistibles y disponibles para la autoestima del intelectual incomprendido en su compromiso con la emancipación social y tan incapacitado emocionalmente que tiene que usar a Silvio.
Soy de PODEMOS, feminista y profesora universitaria. Me vinculé a PODEMOS porque considero que es urgente superar la fragmentación del sujeto político, también la del feminismo con otros colectivos, sin duda. Soy de las personas que ha estado a punto de irse de este país, vencida por la pobreza – ¿precariedad?- y la desilusión colectiva. Hoy a veces pienso que a lo mejor hasta se puede. Llegué a esto del feminismo, entre otras cosas, porque tuve algunos maestros intelectuales cuyos discursos críticos -emancipadores y liberadores ante todo- escondían sistemáticamente el lugar simbólico, político y material donde colocaban a las mujeres una y otra vez, en sus análisis, y lógicamente, en sus vidas. «La teta académica: entre la madre y la alumna», sería una serie de gran potencial didáctico.
La diferencia es que ahora también PODEMOS reírnos mucho. Y así, en Podemos hay muchas feministas dispuestas a ser implacables con esa supuesta izquierda del destape y Paco Martínez Soria que mantenéis algunos. Y como tú bien sabes y comprendes: «pueden más dos tetas, que dos carretas»…
Estoy contigo en que Somos, Existimos y Reímos cada cual desde nuestro lugar, aquello que Gloria Anzaldúa denominaba corpopolítica. Por eso te sugiero dos lecturas, desde el deseo honesto y profundo de que comprendas como opera el sexismo, el libro Feminismos para principiantes de Nuria Varela. Y, si me permites, otro final para tu texto en la entrevista:
… para entender la carga de este chiste hay que ser antisexista. Precisamente a veces en Podemos tenemos un problema entre el «núcleo fecundador» y la gente que ha llegado después, porque a veces éste no entiende la carga política de sus propios chistes, y tiene mucho que ver con el lugar del que venimos.
Rocío Medina Martín, exalumna universitaria. Profesora del área de Filosofía del Derecho (UPO, Sevilla). Consejera Ciudadana de PODEMOS Andalucía, responsable del Area de Feminismos.
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