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Entrevista a Eugenio del Río sobre la historia del Movimiento Comunista (y II)

«Hicimos lo que había que hacer, comprometerse contra el franquismo y proseguir nuestra actividad tras la transición»

Fuentes: El Viejo Topo

Ex secretario general del Movimiento Comunista, Eugenio del Río es autor de numerosos y artículos sobre la izquierda revolucionaria europea de la segunda mitad del siglo XX y sobre temáticas afines. Su último libro publicado lleva por título: Liderazgos sociales, Talasa editorial, Madrid, 2015.   *** -Nos habíamos quedado en este punto. ¿Cuáles fueron vuestros […]

Ex secretario general del Movimiento Comunista, Eugenio del Río es autor de numerosos y artículos sobre la izquierda revolucionaria europea de la segunda mitad del siglo XX y sobre temáticas afines. Su último libro publicado lleva por título: Liderazgos sociales, Talasa editorial, Madrid, 2015.

 

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-Nos habíamos quedado en este punto. ¿Cuáles fueron vuestros principales frentes de lucha en aquellos primeros años de la transición?

  -Con la transición se fue abriendo paso otro MC. En julio del 77 fue legalizado, quedó atrás la clandestinidad, y la que había sido una organización de resistencia al franquismo intentó actuar como un partido político en un régimen parlamentario concurriendo a las elecciones. Era algo muy distinto de lo conocido anteriormente. A falta de una mayor representatividad social fracasamos repetidas veces como opción electoral.

Nuestros campos de actividad en los años ochenta fueron variados. Fuimos muy activos en el sindicalismo, dentro de Comisiones Obreras, y participamos en los nuevos movimientos sociales, especialmente en el feminista, aunque también en otros como el de la insumisión frente al servicio militar obligatorio. Nos empleamos a fondo también en las movilizaciones contra las bases norteamericanas y contra el ingreso en la OTAN. Para el MC, fue un período también de una actividad internacionalista muy intensa.

Para el MC, los ochenta fueron años de cambios ideológicos. La experiencia del maoísmo había dejado, como reacción, un empeño por alcanzar una mayor autonomía ideológica, cosa que se dejó sentir a partir de entonces. Recibimos influencias diversas; la del feminismo fue muy destacada.

  -¿Os presentasteis a las elecciones de 1977? ¿Qué pasó?

  -Nos presentamos en coalición con otras fuerzas y con bastantes independientes, con fórmulas distintas en cada territorio. Los resultados fueron malos, salvo en algunos casos. En el País Vasco Euskadiko Eskerra, en la que desempeñó un papel destacado el EMK, obtuvo un escaño. En Navarra se inició una experiencia electoral, con ciertos resultados, que no ha cesado hasta hoy.

-En las primeras elecciones autonómicas en Cataluña, promovisteis una candidatura de unidad de izquierdas que contó con el apoyo de Sacristán, Paco Fernández Buey y otros intelectuales catalanes. ¿Qué recuerdas de aquella experiencia?

  -Fue en las elecciones de 1980 al Parlamento catalán y la candidatura se llamó Unitat pel Socialisme, pero mis recuerdos al respecto no son nada precisos.

-Vino luego lo de la Constitución y los Pactos la Moncloa. ¿Os abstuvisteis? ¿Hicisteis bien en tu opinión mirado desde hoy?

-Hicimos una buena campaña. Descartamos votar no porque había aspectos del texto que nos parecían bien pero quisimos mostrar nuestra disconformidad, absteniéndonos, con el hecho de que se colaran en una única consulta, en un mismo lote, las libertades democráticas y la elección de la forma de gobierno. Era una razón de peso. Y no era la única. Nuestra abstención era también una forma de protestar contra el papel otorgado al Ejército, aunque también es cierto que en nuestra campaña había un acento excesivo en la continuidad con el franquismo.

No sé lo que hubiéramos hecho hoy, pero habríamos actuado con mayor finura.

-En cuanto a los Pactos de la Moncloa, ¿por qué no los suscribisteis?

-Fue algo muy debatido en Comisiones Obreras. La nuestra era una visión bastante crítica, pero obedecía a consideraciones sobre aspectos muy concretos. Pero mi memoria no me permite hoy ser preciso; tendría que retomar los textos de la época.  

-¿Qué opinión os mereció entonces la figura de Terradellas? ¿No era un pelín autoritario?

  En este caso tampoco soy capaz de reconstruir nuestra opinión de aquellos años; lo siento: hay gente que tiene mejor memoria que yo.

-¿Cómo reaccionó el MC ante el 23F? ¿Os esperabais un golpe así?

  -Así, no. Esperábamos otros golpes. El 23 de febrero confluyeron varios de los que estaban preparándose y eso contribuyó a su fracaso. Por nuestra parte, habíamos dispuesto algunas medidas para poder seguir actuando en el caso de que alguna de las tentativas golpistas en curso triunfara, lo cual no era fácil porque nuestras fuerzas, en la nueva situación, habían quedado muy al descubierto.

-¿Estaba implicado el Rey en el golpe en vuestra opinión de aquellos años? ¿De qué modo si la respuesta fuera positiva?

-El rey estaba implicado en lo que entonces se llamó la Operación Armada, que perseguía la formación de un Gobierno presidido por el general Armada, con el respaldo del Ejército, y apoyado por los principales partidos. En el 23-F se mezcló uno de los proyectos golpistas duros con la Operación Armada. El rey, según declaró el general Fernández Campo, que entonces era el jefe de la Casa Real, empezó por celebrar el acontecimiento para, a lo largo de la noche, ir virando.

-Ya has hablado de ello pero déjame insistir. ¿Qué fue lo más importante de aquellas movilizaciones anti-otánicas y contra las bases USA? Se sumaron muchas personas a ella.

  -La red de organizaciones anti-OTAN se extendió por toda España y en el período anterior al referéndum de 1986 las manifestaciones fueron grandiosas. Desde el antifranquismo no había habido un movimiento socio-político de ese calibre. Mucha gente que había participado de la actividad antifranquista se movilizó en contra del ingreso en la OTAN, como una continuación de la lucha anterior.

  -¿Cómo vivisteis el triunfo del SI? ¿Os lo esperabais?

  -En esto creo que había diferentes expectativas.

-¿Y cuál era la tuya?

-Me costaba creer que pudiéramos ganar.

  -Viene luego la fusión o aproximación fuerte a la LCR. ¿Nos explicas brevemente el proceso?

-De las principales organizaciones de extrema izquierda, en la segunda mitad de los años ochenta solo quedaban la LCR y el MC. Coincidimos en el movimiento anti-OTAN, en el feminismo, en Comisiones Obreras… Había habido algún acercamiento anterior pero al final de esa década las cosas fueron más en serio. En ambas organizaciones pensamos que había que ver si era posible la unidad. Tras un proceso de discusión de bastantes meses, constituimos una organización unificada en noviembre de 1991.

  -¿Qué impidió que la cosa continuara? ¿Quiénes rompieron? ¿Ellos, vosotros?

-En ambas partes había una voluntad unitaria, pero se trataba de dos organizaciones en la que pesaba mucho su historia particular. Eran bastante distintas, en sus ideas, en lo que les interesaba hacer, en su forma de organizarse y en su cultura asociativa. Además cada una de las dos organizaciones consideraba que lo suyo era mejor que lo de la otra, empezando por sus ideas y por su forma de funcionar.

Para colmo, era un período bastante difícil para la izquierda que representábamos, que estaba bastante marginada.

La unidad formal no echó raíces. Se sucedieron los problemas. Al final no hubo una ruptura unilateral. Ambas partes fuimos entendiendo que lo que compartíamos no era suficiente para cimentar una misma organización.

En los primeros meses de 1993 la unidad dejó de existir y cada cual se fue por su lado.

-Has hablado de feminismo. No lo hicisteis nada mal en este caso. ¿O me equivoco?

-Fue una de las facetas más destacadas y valiosas del MC post-transición. Tuvo incluso una traducción organizativa, con lo que llamamos estructura autónoma de mujeres, que desempeñó un papel relevante en nuestra actividad feminista y en la transformación del propio MC.

-¿Hasta cuándo exististeis como MC? ¿Qué os movió a transformaros en otro tipo de organización?

  -Tanto la Liga como el MC desaparecieron en noviembre de 1991, cuando se produjo su unificación.

Tras el fracaso de la unidad, el MC acusó un desgaste desigual. Fue particularmente grave en Cataluña, donde la organización del MCC prácticamente desapareció. En los restantes lugares, se mantuvieron nuestras organizaciones, aunque ya con otros nombres y con un carácter más bien socio-cultural, aunque miembros de nuestras organizaciones participaron en la vida política institucional.

  -¿Se alejó mucha gente con la nueva situación?

  -Exceptuando el caso de Cataluña, no. Pero prosiguió un desgaste que se venía dando ya en el período anterior y que en parte, y no en todas las organizaciones, se vio atenuado por la incorporación de gente joven.

-Ya que hablas de Cataluña, ¿te has seguido relacionando con algunas personas que fueron responsables políticos del MC en aquellos años? Pienso, por ejemplo, en Empar Pineda, Cristina Garaizabal, Ignasi Vila, Gabriela Serra. Añado un nombre de un compañero que ya ha fallecido, un gran amigo tuyo si no ando errado: Ignasi Álvarez.

-En algunos casos he mantenido una relación, aunque no con la intensidad anterior. En otros se ha ido produciendo una desconexión. Mientras vivió, siguió en pie mi amistad y mi afinidad ideológica con Ignasi Álvarez, una de las personas más decisivas en la historia del MC.

 

  -La pregunta abarca demasiado pero: ¿qué habéis estado haciendo a lo largo de estos años?

-A partir de 1994 tomamos algunas medidas para lograr una renovación generacional; en algunos lugares hubo buenos resultados y en otros no los hubo. Lo que fue cuajando a partir de entonces tuvo en todo caso un sello inter-generacional.

El grueso de la actividad se ha venido dedicando a tareas sociales más o menos especializadas: contra la violencia de género y por la igualdad, con la población inmigrada y respecto a las relaciones interculturales, contra la exclusión social… También se ha mantenido una labor de solidaridad internacional. Y seguimos trabajando en movimientos sociales como el ecologista, el feminista o el sindical.

Un capítulo al que hemos consagrado bastantes esfuerzos ha sido el de la acción socio-cultural y formativa: nuestras publicaciones, las Jornadas de pensamiento crítico, lo que hemos llamado Jovencuentro, las charlas en los locales…

Otro apartado destacado, en fin, ha sido la intervención política, participando en distintas opciones o plataformas, en algunos casos con presencia de miembros de nuestras asociaciones en el ámbito institucional.

Hace unos años dimos el paso de constituirnos en una federación de asociaciones denominada Acción en Red, adoptando así una forma que nos parece adecuada a lo que venimos haciendo. Y en eso estamos.

  -Tres preguntas para finalizar. ¿Cómo ves la situación política española en estos momentos? ¿Habrá un cambio sustantivo o serán meros recambios?

-En términos generales hay que celebrar el agotamiento del bipartidismo y el surgimiento de posibilidades de cambio, de la mano de la aparición de Podemos, con un notable respaldo social. Este es ya un primer cambio valioso.

En poco tiempo hemos pasado del bipartidismo, a un posible sistema de tres partidos principales, y, más recientemente, a uno de cuatro partidos, cada uno con una estimación de voto que ronda el 20%. Para Podemos era preferible el sistema tripartito. Ahora, con el ascenso de Ciudadanos se complican las cosas. Por un lado, le puede restar apoyos a Podemos en esa franja del electorado poco definida pero deseosa de un relevo en el personal político dirigente. Por otro lado, el margen de maniobra del PSOE frente a Podemos va a aumentar al poder negociar también con Ciudadanos. Además, aunque el PP está perdiendo muchos votos de la derecha social, una buena parte los recupera Ciudadanos. Si finalmente llegan a sumarse los votos del PP y los de Ciudadanos, y concluyen acuerdos para gobernar, pueden crearse condiciones para que el PP conserve posiciones que parecían perdidas y para que la derecha se rehaga.

Las autonómicas y las municipales van a dar muchas pistas sobre los apoyos electorales de cada cual y sobre las disposiciones de cara a las alianzas.

En cuanto a las elecciones generales y a las posibilidades de cambios posteriores, habrá que empezar por ver los votos que recoge cada partido. De momento hay mucha volatilidad y los vaticinios son muy inseguros. Pero, si partimos del supuesto de que nadie contará con mayoría absoluta, la magnitud de los cambios dependerá de las alianzas, de las presiones y los límites marcados desde Europa, de la acción de los poderes económicos y financieros, y también de la movilización social. Son muchas variables que distan de estar definidas.

-¿Ves nudos de emancipación social en el movimiento independentista catalán?

-He comprobado que hay quienes se han sumado a la ola independentista con le esperanza de que de una Cataluña independiente surja un marco social mejor que el actual. No dudo de su sinceridad y comparto su rechazo radical de la conducta política del PP. Pero, personalmente, no veo nada claro que haya de ser así. En esa hipotética situación de independencia la derecha nacionalista catalana, socialmente nada avanzada, seguiría teniendo mucho peso y la economía podría encontrar nuevas dificultades tanto en relación con la Unión Europea como con el mercado español. Los movimientos de unión nacional que dejan a un lado las diferencias y los problemas sociales no suelen ser un buen camino para alcanzar mejoras sociales.

-Si tuvieras que emitir un juicio sobre lo hecho, ¿qué dirías? ¿Hiciste, hicisteis, hicimos si me permites que me incluya, lo que debía hacerse? ¿Volverías a hacer algo parecido si pudiéramos volver al pasado?

-En pocas palabras, hicimos lo que había que hacer, es decir, comprometerse contra el franquismo y proseguir nuestra actividad tras la transición. Pero no puedo decir que todo lo que hicimos fue acertado. Cometimos bastantes errores y nos sumergimos en mundos ideológicos cuyos defectos hemos tardado mucho en superar. Puedo añadir que lo volvería a hacer pero de manera parcialmente diferente y con ideas bastante distintas.

-¿Quieres añadir algo más?

  -Agradezco tu interés por nuestra modesta historia. Quizá esta entrevista sirva para animar a quienes la lean a indagar en un período del que algo se puede aprender.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.