Durante mucho tiempo hemos escuchado esta «acusación» cuando alguien se levanta en la lucha por el equilibrio ambiental: eco-aburrido, los enemigos del progreso. Una gente atrasada que no quieren ver el desarrollo de la nación. Hoy en día, con todo Brasil aturdido por la tragedia que afectó toda la vida en el estado de Minas […]
Durante mucho tiempo hemos escuchado esta «acusación» cuando alguien se levanta en la lucha por el equilibrio ambiental: eco-aburrido, los enemigos del progreso. Una gente atrasada que no quieren ver el desarrollo de la nación. Hoy en día, con todo Brasil aturdido por la tragedia que afectó toda la vida en el estado de Minas Gerais, es más que necesario revisar el concepto. Cualquier persona que tenga conciencia crítica sabe que el capitalismo como tal, es un productor de miserias. Su producción de bienes implica su opuesto, es decir, la destrucción. Así que si queremos hablar de la raíz oculta de las relaciones capitalistas de producción, hay que necesariamente hablar de las relaciones de destrucción, así como ya puntualizó el teórico Ludovico Silva en su libro «La plusvalía ideológica». No es sin razón que los llamados eco-aburridos o ambientalistas, o las personas que son conscientes de la realidad, o como quiera llamarlos – siempre denunciaron los riesgos mineros.
En Brasil, la minería de oro tuvo su primer ciclo en 1690, justo en Minas, en la región de Tiradentes. Luego, en 1700 fue el tiempo de los diamantes en la misma región y al final del siglo, la mitad del oro que circulaba en el mundo salía de allí. En 1800 miles de colonos portugueses ocuparon una buena parte del territorio en la región de sureste con el objetivo de extraer algún tipo de mineral. Hoy en día, la industria extractiva opera aproximadamente 72 minerales, 23 tipos de metales y 45 de no metálicos, además de 4 tipos de combustibles. La minería representa el 5% del PIB – con 3.3354 minas en actividad – y ofrece productos que son ampliamente utilizados en las fábricas de acero, fertilizantes, y principalmente en la industria petroquímica. El país se destaca en la producción de amianto, bauxita, cobre, cromo, estaño, hierro, grafito, manganeso, níquel, oro, potasa, fosfato de roca y zinc. Hierro ha sido el metal más importante, con siete grandes empresas de la zona: Cia Vale do Rio Doce ;. Minería Brasileiras Reunidas S.A.; Trinidad Minería; Ferteco Minería S.A.; Samarco Mineração S.A.; Cia Siderúrgica Nacional; y Itaminas Comercio Minerales SA
Toda esta producción se mueve más de 50.500 millones al año y según estudios del Departamento Nacional de Producción Mineral el Brasil es un país con potencial minero más grande del mundo, junto con la Federación de Rusia, los Estados Unidos, Canadá, China y Australia, lo que hace su territorio ser muy codiciado, ya que las reservas son grandes y pueden generar beneficios durante mucho tiempo.
Por lo tanto, no es sin razón la embestida de grandes representantes terratenientes en el Congreso Nacional para revisar la demarcación de las tierras indígenas. Estos extensos territorios ya demarcados tiene reservas estratégicas de mineral y los que utilizan la tierra como una mercancía quieren poner sus afiladas garras en esta riqueza. Pasando a la legislatura nacional la decisión sobre la demarcación de tierras y dándoles poder sobre la revisión de las demarcaciones ya hechas, lo que puede suceder es la retirada de los territorios ya garantizado a los indígenas, quilombolas (descendentes de los negros esclavizados) y pueblos tradicionales. Todo en nombre de la ganancia, sea para el monocultivo para la exportación o para la minería.
Y aquí volvemos a los eco-aburridos. No es de hoy que los ambientalista verdaderamente preocupados por el equilibrio entre el hombre y la naturaleza denuncian los dramas causados por las minerías. El tamaño de los impactos ambientales que esta actividad causa es inconmensurable. Con las excavaciones a gran escala se promueven cambios dramáticos en el paisaje y hay la contaminación del agua constante debido al uso de metales pesados como el mercurio, por ejemplo. La minería también puede afectar a la calidad del aire y del suelo, pude causar la destrucción de plantas y de especies animales, la contaminación acústica, sin hablar de los daños a la salud humana. Por lo tanto, necesita ser muy bien hecho el control sobre este tipo de trabajo por parte de las agencias ambientales. Pero lo que vemos es la vieja política de la vista gorda ante cualquier reclamo que se hace, tanto por los ecologistas cuanto por los estudiosos de la materia. Si es en contra de la posibilidad de seguir aprovechando y teniendo ganancias, las fuerzas económicas, aliadas con los medios de comunicación comerciales, forman un consenso sobre el tema, de modo que quienes aparecen como villanos son los que hacen las denuncias: los eco-aburridos, los que obstaculizan progreso, los que viven a llamar las desgracias.
El delito ambiental que sucedió ahora en Minas Gerais, en grandes proporciones, con la ruptura de la presa de lodos tóxicos, que estaba bajo las quejas del Ministerio Público, le dio visibilidad a este drama que, además, es la vida cotidiana en varias otras regiones de Brasil. El lodo tóxico, contaminación por mercurio, por metales y otros venenos, todo esto está – en este momento – vertiendo para algún río o manantial. En pequeñas proporciones, casi invisible, pero va a pasar factura en el futuro.
Y delante de esa tragedia, ¿como actúa la fábrica del consenso que son los medios de comunicación? Oculta los hechos, toca centrarse en lo que llaman la «tragedia de Minas», como si se tratara de un caso aislado, un accidente, un acaso del destino y no a la acción deliberada e irresponsable de las empresas que poco se importan con la vida alrededor de sus empresas.
Una sola presa de lodo toxico como esa de la minería Samarco está causando un camino de destrucción que se extiende no sólo por el estado de Minas, pero está caminando a través de las venas abiertas de los ríos y arroyos, hasta llegar al mar, donde también causará grave desequilibrio. Según información del biólogo Andre Ruschi, director de la escuela Estación Biología Marina Augusto Ruschi, en Aracruz (ES), ese único desastre ha comprometido y impactado la vida marina por más de 100 años. Él no dudó en decir que la irresponsabilidad de Samarco ha asesinado el quinto mayor cuenca fluvial en Brasil. «La naturaleza se regenera» dicen algunos, prestando poca atención a los efectos del crimen. Sí, es cierto, se regenera. Lo que no se regenera es la vida que se pierde por cuenta de este tipo de explotación de la riqueza.
Pero entonces, ¿quién se preocupa por la suerte de los que sólo son mano de obra barata para el giro del capital? Al igual que en las guerras «limpias», en la que nadie ve los cuerpos destrozados, este crimen ambiental también tiene sus cuerpos escondidos. Los medios de comunicación, siempre acostumbrados al espectáculo, muestran los perros rescatados como momentos de rara humanidad de los valientes bomberos – lo que realmente es – pero no muestra con igual destaque el acumulado de gente y de animales que duerme bajo el lodo. Es mejor levantar la moral, mostrar las bellezas que siempre se desbrozan en momentos de gran tragedia. O bien, dar voz a tipos como el ex gobernador de Minas Gerais, Aécio Neves, que tiene la cara de palo de decir en voz alta y clara que «ese no es el momento de encontrar culpables».
Bueno, ahora es el momento de encontrar a los responsables, sí. Los propietarios de la empresa que no han cumplido con lo dispuesto en el Ministerio Público, los organismos ambientales que liberan licencias sin un control adecuado, el Estado que hace la vista gorda a los males de la minería. Por último, una cadena de personas responsables que tienen que responder por ello.
Y, como siempre sucede en el mundo del espectáculo, tan pronto las cosas lleguen a estar más calmas la delincuencia de la Samarco será olvidada. Un nuevo drama, una nueva tragedia, otro espectáculo tomará el lugar de los lodos tóxicos. Los gobiernos tratarán de decir que el daño no fue tan grande, habrá una compensación, que serán compensadas las familias, que se tendrá cuidado futuro, y todos volverán a dormir tranquilos.
Pero mientras tanto, nuevas minas permanecerán abiertas, materiales tóxicos siguen llenando los ríos, entrando en el interior, la gente seguirá muriendo contaminada por la irresponsabilidad, el daño continuará siendo causado a la tierra, a los animales, a la gente, al mar. Todo seguirá como antes hasta que un nuevo delito de tales proporciones sea practicado. Y entonces todo se reanudará. Mientras tanto, los eco-aburridos seguirán haciendo denuncias, gritando, informando. Y, como siempre, se les alejaran como si fueran los precursores de la fatalidad, lo que en realidad son. No porque quieran sino porque saben que en nombre de la ganancia todo vale en este mundo. Y, por lo tanto, no dudan en gritar, apuntar y denunciar.
El drama de la vida perdida en Minas, que ahora también se va perder en otros estados por los cuales pasará barro contaminado, al menos, debería servir como una advertencia. Cuando se hace una denuncia sobre el daño de las minerías, que se busque investigar. La voz de este pueblo que clama por el equilibrio en el medio ambiente ya no puede ser vista como un «paro para el progreso». Siempre es una señal de advertencia que debe ser tomado en serio.
Y hoy, tal cual la voz de los «anunciadores de la fatalidad,» los cuerpos ocultos en la pequeña ciudad de Bento Rodrigues están hablando y esperan que alguien los escuche.
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