Por (*) En 1826, después de las batallas de Junín y Ayacucho, y cuando el Perú entero estaba agradecido al Ejército Libertador de Antonio José de Sucre y Simón Bolívar; los resabios coloniales, por iniciativa de Riva Agüero y Torre Tagle, iniciaron una grosera campaña destinada a restaurar el dominio hispánico, sosteniendo tratativas […]
Por (*)
En 1826, después de las batallas de Junín y Ayacucho, y cuando el Perú entero estaba agradecido al Ejército Libertador de Antonio José de Sucre y Simón Bolívar; los resabios coloniales, por iniciativa de Riva Agüero y Torre Tagle, iniciaron una grosera campaña destinada a restaurar el dominio hispánico, sosteniendo tratativas secretas con la Corona..
Recordemos esa etapa de nuestra historia, y los versos del clérigo limeño José Joaquín de Larriva interpretando el sentimiento de las camarillas virreinales de entonces «Cuando de España las trabas / en Ayacucho rompimos / otra cosa más no hicimos / que cambiar mocos por babas / Nuestras provincias esclavas / quedaron de otra nación: / mudaron de condición / pero sólo fue pasando / del poder de don Fernando / al poder de don Simón»
Hoy, 190 años después, esa misma campaña se ha desatado convertida en una verdadera, histeria anti bolivariana que tiene el propósito de alentar el derrocamiento del gobierno de Venezuela, y agredir a su pueblo.
En el fondo, hoy y ayer, son los mismos intereses los que se mueven tras las bambalinas. Los de antes, añoraban la etapa en la que imperaba el coloniaje porque sus almas de lacayos no se «adaptaban» el nuevo escenario forjado por la lucha de los libertadores. Los de hoy, no se acostumbran a vivir lejos del Imperio norteamericano porque se han habituado al tutelaje yanqui, y piensan -y sienten- que el empuje de los pueblos, los aleja de tan «bella época».
La campaña contra la Venezuela Bolivariana se sustenta ahora en un trípode: Los «Grandes Medios», digitados por la Sociedad Interamericana de Prensa, la siniestra SIP; la «Mayoría Parlamentaria», que dio por métodos fraudulentos al fujimorismo y al APRA un obsceno dominio del Poder Legislativo; y el Presidente Pedro Pablo Kuczynski, que vive obcecado con la defensa de «las formas democráticas», aunque su esencia constituya una grosera estafa a los objetivos que proclama.
Los «medios», son expertos en el arte de impulsar campañas falsas. Publican fotos que no corresponden a la realidad. Recordemos simplemente algunos casos: las fotos que publicaron de los «pobres niños venezolanos» entregados en cajas de cartón a sus padres en señal de crueldad y de miseria, no correspondían a Venezuela , sino a Finlandia
Las fotos en las que se ve a cuatro uniformados derribando en la calle a un joven manifestante, y atacándolo sin piedad, y que dijeron haber sido «tomadas en Caracas», no lo fueron allí. Se trataba de fotos recogidas en El Cairo, en una manifestación ocurrida hace algunos años.
La apoteósica foto en la que millones de personas se desplazan por una amplia avenida, y que fue insertada aquí como «la gigantesca marcha contra Nicolás Maduro», tampoco correspondía a Caracas. Fue la recepción que el pueblo de Corea de Sur brindó al Papa Francisco, con motivo de su reciente visita a Seúl.
Y sólo ayer publicaron fotos de una nutrida manifestación ciudadana diciendo que era «contra Maduro», y omitieron informar que la gráfica correspondía a la marcha realizada en la capital Venezolana por las huestes bolivarianas que respaldan a su país, y a su gobierno.
¿A qué se deben todas estas estratagemas, tan burdas y procaces? ¿A errores lamentables? ¿A fallas registradas en sus sistemas, y servicios informáticos? No. Se deben al interés de mostrarle al Perú y al mundo (porque eso lo hacen todas partes, es manufactura yanqui) que en Venezuela el pueblo rechaza masivamente a un gobierno que se mantiene allí apenas, quizá, por arte de birlibirloque, ya que «nadie lo aguanta».
Todo eso, es falso. Y su difusión responde a los intereses del gobierno de los Estados Unidos al que le importa una higa la democracia porque lo que quiere es el Petróleo. Fue por petróleo que se metió a Irak inventando aquello de las «armas de destrucción masiva», que jamás se encontraron. Con esa monserga, ocuparon Bagdad, destruyeron al régimen, mataron a Hussein, y se llevaron el petróleo.
Ocurre, sin embargo, que trasladar petróleo de un puerto iraquí a los Estados Unidos, les insume cinco semanas, y es costoso. En cambio, llevarlo de un Puerto Venezolano a USA, les demora apenas cinco días, y resulta más barato.
Levantan una bandera que no existe. Hablan hasta por los codos de una «crisis humanitaria» ficticia. Y aluden a ella porque saben que en los organismos internacionales y en la diplomacia mundial, se acepta que, cuando hay «crisis humanitaria» en un país, es hasta deber de otros Estados, intervenir para llevar «ayuda humanitaria». Pues bien, eso es lo que quieren. Llevar la misma «ayuda humanitaria» que llevaron antes a Vietnam, y después a Libia. Es la misma que quieren llevar a Siria, y por la cual hicieron primero la Guerra del Golfo y luego ocuparon Afganistán, y después Irak.
«Crisis humanitaria» hubo en el Perú en la segunda parte de los años 80, cuando el primer Gobierno de García. Y «crisis humanitaria» hubo aquí también después del «paquetazo» de Hurtado Miller, descargado sobre los escuálidos hombros de nuestro pueblo en los inicios del régimen fujimorista. ¿Con qué cara hoy apristas fujimoristas hablan de una «crisis humanitaria» en Venezuela?
Allí la hubo, cuando Acción Democrática -el APRA Venezolana-, durante el gobierno de Carlos Andrés Pérez, aplicó el programa del Fondo Monetario y descargó «el Caracazo» que le costó a ese pueblo 450 muertos. ¿Por qué no se recuerda esa verdad, más alta que el Monte Everest?
Lamentablemente, en este juego siniestro, hay quienes se confunden. Unos, porque no conocen al Imperio y no tienen conciencia como para darse cuenta que éste es el enemigo principal de todos los pueblos del mundo. Otros, porque .carecen de información, y están acostumbrados a guiarse por lo que dicen «los medios». Después de todo, lo leen en todos los diarios, lo ven en todos los canales de la TV, y lo escuchan virtualmente en todas las estaciones de radio ¡Debe ser cierto, entonces!
En los predios de la Izquierda hay quienes también «toman distancia». Algunos obran por miedo a defender la causa bolivariana. Otros, sienten que «no les conviene» electoralmente hablando. Y hay también los que, con débil formación ideológica, no se atreven a discordar de la suerte de «pensamiento único» que busca imponerse en torno a la materia.
Objetan entonces «ciertas cosas», como la existencia de presos, las críticas al Legislativo sustraído por el golpismo, la supuesta «violencia» de algunos discursos y los enfrentamientos registrados en algunas ciudades venezolanas. Entonces hablan de ·»autoritarismo» y de «democracia en crisis». Y lo hacen, incluso, personas respetables
A ellos hay que recordarles que en la Patria de Bolívar, hoy no hay Presos Políticos, sino políticos presos, que es distinto. Se trata de personas que cometieron delitos y que responden ante la justicia, por ellos; y no porque sean «políticos». Hay que advertirles que el Legislativo Venezolano no tiene, entre sus atribuciones, el derecho a incoar un proceso judicial al Jefe del Estado; que la violencia la provocan las «guarimbas, que son destacamentos operativos orientados a generar disturbios; y que en los últimos, quien murió -el único que murió-, no fue un manifestante, sino un policía.
Aquí, cuando la policía reprime a los pobladores, los que mueren son pobladores; cuando ataca a los campesinos, los que mueren son campesinos; y cuando se actúa contra los estudiantes, los que caen, son los estudiantes. En Venezuela -en esa «brutal dictadura»-, mueren los policías.
Pensemos en Venezuela y recordemos a Mariátegui: «La Revolución no es una idílica apoteosis de ángeles del renacimiento sino la tremenda y dolorosa batalla de una clase por crear un orden nuevo. Ninguna Revolución se ha cumplido sin tragedia… el hombre no alcanzará nunca la cima de su nueva creación, sino a través de un esfuerzo difícil y penoso, en el que el dolor y a alegría se igualaran en intensidad»
Mariategui también dijo que él no era amigo de la violencia, pero si la Revolución exige violencia, él la asume «sin reservas cobardes» Es bueno que esto, se recuerde. (fin)
* Gustavo Espinoza M. pertenece al Colectivo de Dirección de Nuestra Bandera / http://nuestrabandera.lamula.p
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