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Contra la naturaleza humana

Fuentes: www.mecon.nomadit.co.uk

Introducción Hay una contradicción fundamental en el núcleo del actual pensamiento evolutivo. Las ciencias naturales, incluida la ciencia de la biología evolutiva, se han desarrollado en Occidente como una investigación sobre las propiedades objetivas de las entidades físicas. Así, la aplicabilidad de la biología evolutiva a los humanos depende de aceptar que estos son, también, […]

Introducción

Hay una contradicción fundamental en el núcleo del actual pensamiento evolutivo. Las ciencias naturales, incluida la ciencia de la biología evolutiva, se han desarrollado en Occidente como una investigación sobre las propiedades objetivas de las entidades físicas. Así, la aplicabilidad de la biología evolutiva a los humanos depende de aceptar que estos son, también, objetos de naturaleza. Pero ellos son nosotros¸ y si solo fuésemos objetos, ¿cómo podríamos saber para qué somos? Paradójicamente, si los organismos son entidades vivas, para reconocernos como organismos debemos ser más que organismos. Debemos ser tanto objetos dentro del mundo de la naturaleza como sujetos fuera de ella al mismo tiempo. Así, aunque la ciencia insista en que la humana no es más que otra especie biológica, la institución misma de la ciencia -y su afirmación de que ofrece un relato autorizado de cómo funciona realmente la naturaleza- descansa sobre la idea de que los humanos han sido elevados por un proceso de cultura o civilización, sin paralelo en la historia de la vida, a un nivel de existencia por encima y más allá de lo puramente biofísico. Es por esto por lo que la ciencia sigue apelando a una idea de humanidad esencial en nombre de una teoría -de variación bajo selección natural- que niega su misma existencia. Para resolver la contradicción necesitamos nada menos que una nueva forma de pensar sobre la evolución humana: una que nos permita comprender el proceso evolutivo desde dentro, reconociendo que no somos más capaces de observar desde los lados que otras criaturas de cualquier otro tipo y que, como ellas, participamos con la totalidad de nuestro ser en el continuum de vida orgánica. Y el primer paso para establecer este modo de pensar es revisitar la vieja cuestión de la naturaleza humana. Esta será aquí mi tarea.

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