El microcrédito, además de que no permite salir de la pobreza, en muchísimos casos constituye un mecanismo de desposesión y de humillación para las personas que recurren a este sistema. Estando ya hundidas en la precariedad, las personas que entran en el sistema del microcrédito se hunden un poco más. En el subcontinente indio, el […]
El microcrédito, además de que no permite salir de la pobreza, en muchísimos casos constituye un mecanismo de desposesión y de humillación para las personas que recurren a este sistema. Estando ya hundidas en la precariedad, las personas que entran en el sistema del microcrédito se hunden un poco más. En el subcontinente indio, el 90 % de estas personas son mujeres. A escala mundial, las mujeres representan el 81 % de la clientela del microcrédito (112 millones de personas).
A continuación de una serie de reuniones realizadas en Sri Lanka, con víctimas del microcrédito y con militantes que se comprometieron en su defensa, presentamos una serie de casos emblemáticos. Señalemos que no hemos podido encontrar a nadie que hiciera un balance positivo del microcrédito. Contrariamente a la afirmación de que el microcrédito permite una pequeña inversión que constituirá un trampolín hacia la salida de la pobreza y, por ende, el éxito de un emprendimiento, resulta que la mayor parte de las personas que recurren al microcrédito lo hacen para resolver problemas de supervivencia cotidiana. Necesitan el dinero para pagar alquileres o garantías para poder alquilar, gastos ligados a la escolaridad de los niños, a la salud… En Sri Lanka, en la mayoría de los casos los microcréditos se conceden a mujeres que no tienen ninguna fuente de ingresos.