Para que las nuevas generaciones de italianos reflexionen la historia de los guerrilleros que lucharon contra los fascistas en Italia durante y después de la Segunda Guerra Mundial, un grupo de sobrevivientes y jóvenes busca, graba y difunde retazos de la memoria de los partisanos. «La Asociación Nacional de Partisanos de Italia (ANPI) es una […]
Para que las nuevas generaciones de italianos reflexionen la historia de los guerrilleros que lucharon contra los fascistas en Italia durante y después de la Segunda Guerra Mundial, un grupo de sobrevivientes y jóvenes busca, graba y difunde retazos de la memoria de los partisanos.
«La Asociación Nacional de Partisanos de Italia (ANPI) es una organización que nace el 6 de junio de 1944 con ciudadanos italianos que resistieron a la guerra-campesinos y obreros, hombres y mujeres-«, relata la antropóloga y miembro de la asociación Chiara Calzolaio en entrevista. Los integrantes, explica, «son sobrevivientes que cuentan su historia, que combatieron a la ocupación nazi de los alemanes y fascista de los italianos durante la Segunda Guerra Mundial».
Escuchar, grabar video y audio para que se registren en la memoria las acciones de una generación de luchadores que murieron por la liberación de su país es la principal tarea de la asociación.
Los trabajos de la asociación no tienen que ver solamente con el pasado. «En la actualidad, crecen grupos de nazis en las calles de Italia. Vivimos un momento de crisis nunca antes visto, en el que se incuban estas tendencias fascistas y racistas. Una sociedad ignorante por el recorte a la educación y dominada por la televisión genera una pista de aterrizaje para estas ideologías», expone Chiara.
Benito Mussolini, jefe de los fascistas, se desplazó al centro-norte de Italia por la presión de los países Aliados y construyó un régimen autoritario, la República Social Italiana (también conocida como República de Saló o República Social Fascista de Saló). Calzolaio relata que «ciudadanos italianos, entre ellos militares, organizaron la resistencia durante los dos años en los que estuvieron los alemanes en esa zona. Eran una especie de guerrilla que se organizaba en las montañas y de manera clandestina, con el objetivo de liberar los lugares de la presencia de los grupos fascistas».
La población y la orografía del centro y norte de Italia, llena de montañas, fue el refugio de los guerrilleros, quienes tuvieron distintos orígenes. «Algunos eran antifascistas durante la dictadura, la guerra y la ocupación; otros eran exiliados y otros más, vinculados a la iglesia», señala la antropóloga. También se integraron partidos políticos y grupos republicanos que combatieron anteriormente a la monarquía.
«Los partisanos», amplía Calzolaio, «combinaron la lucha armada frontal y la colocación de bombas para detener el avance de los nazis con la concientización en los pueblos».
La Asociación Nacional de Partisanos de Italia (ANPI) se constituyó con sobrevivientes antifascistas que buscan recuperar la memoria de las acciones que realizaron en nombre de la libertad. Cada ciudad, recuera la integrante de la asociación, tiene un día en el que festeja su liberación. «En mi ciudad, que es Macerata, se celebra el 30 de junio; el 25 de abril, día de la liberación nacional, las asociaciones de partisanos exponen su memoria», relata.
Durante los últimos años, la asociación intenta «juntar historias vivas, buscar contactos de abuelos e ir a las escuelas para compartir quiénes son, qué hicieron y por qué», señala. «Todo mundo tiene algo que contar, y más en las montañas. La idea es no olvidarse de la guerra, del fascismo, de la resistencia», apunta Calzolaio.
Con los jóvenes actuales se trabaja el tema de la violencia. «Se les dice claramente que los partisanos se tuvieron que defender, que se usó la violencia y las armas, que la resistencia tuvo que hacer esto contra unos actores mucho más violentos que nos estaban matando», describe la antropóloga. «No es una actitud dogmática contra la violencia, pues tuvimos que vivir eso para no regresar a regímenes autoritarios», señala la entrevistada.
Antes de 2006, la inscripción a la asociación era exclusiva para los partisanos, pero posteriormente se abrió la organización a más ciudadanos para conservar la memoria y hacer difusión.
La asociación imparte charlas en las escuelas pero no solamente para recordar cómo fue la resistencia, sino para que los más pequeños entiendan de dónde vienen los derechos que ahora gozan, producto de la lucha. «En la constitución hay un artículo que reniega la guerra, y es un aspecto que hay que difundir. El gobierno italiano ha participado en la guerra contra la ex Yugoslavia y contra Irak con el pretexto de acciones por la democracia», afirma la antropóloga.
La asociación descubrió que tres jóvenes de origen africano lucharon con uno de los grupos que actuó en el centro del país. «Llegaron a Italia para ser exhibidos como razas inferiores y diferentes. Escaparon cuando llegó la resistencia y se integraron a las células partisanas». Han recopilado otros testimonios -por ejemplo, de yugoslavos- que demuestran el claro antirracismo dentro de la guerrilla. «La idea de la Asociación es estar en las plazas y contar la historia de los pueblos para que las cosas no se repitan», concluye Chiara Calzolaio.
Relato de un Partisano
Primo Boarelli fue partisano. Escribió el siguiente testimonio un par de meses antes de su muerte, ocurrida el 21 de junio de 2012.
A lo largo de los 20 años que duró el fascismo, no tuve forma de conocer su origen ni sobre las destrucciones de las sedes de los partidos antifascistas, de las organizaciones sindicales, la persecución a los antifascistas o las responsabilidades de la monarquía. No tuve la oportunidad de conocer a personas que se opusieron al fascismo de forma clandestina.
Nací el primero de julio de 1923 en Braccano, un pueblo en el municipio de Matelica. Los habitantes eran propietarios de pequeñas parcelas de tierra, otros más se dedicaban a actividades como leñadores, mineros y obreros. Sus condiciones de vida eran miserables. Viví en este ambiente hasta los 26 años, elaborando artesanías. Las palabras que estaban talladas en las paredes de las casas me dejaron un tanto perplejo en aquel entonces: «Mussolini siempre tiene la razón». No podía entender cómo una persona siempre tiene la razón. «Creer, obedecer, combatir». ¿Creer y obedecer a quién y luchar contra quién? Pero me preocupé profundamente cuando me vi obligado a salir de la escuela después del cuarto grado. Me encantaba estudiar, tenía un gran deseo de aprender, pero me vi obligado a abandonar la escuela para ayudar a mantener a mi familia. En ese momento había muchas familias obligadas a privar a sus hijos de la oportunidad de continuar sus estudios. No había leyes para el derecho a la educación. El derecho a la educación se hizo realidad después gracias a la lucha y a los parlamentarios provenientes de la lucha antifascista.
La resistencia fue precedida por la lucha clandestina contra el fascismo, en la que unos miles de italianos trataron de oponerse a la dictadura. Esto se demuestra por los numerosos años de prisión o la sentencia de muerte en las condenas de los «jueces» fascistas contra los opositores del régimen. Estos fueron los precursores de la resistencia antifascista y los puntos de referencia para muchos jóvenes que después del 8 de septiembre de 1943, decidieron unirse a la resistencia.
El fascismo fue una dura realidad inspirada en dos principios básicos: El primero es el Estado totalitario y la dictadura; el otro, el nacionalismo extremo, el racismo y la guerra como un valor. Sobre esta base, el fascismo estableció una fuerte alianza con la Alemania nazi y fue uno de los orígenes de la Segunda Guerra Mundial, que costó tanto dolor a la humanidad.
En nuestra provincia, la resistencia se inició inmediatamente después del 8 de septiembre de 1943. Ese día se anunció al país la firma del armisticio, y no existió un plan preparado para hacer frente a la retirada de los nazis. La mayoría de los comandantes militares escucharon el anuncio en la radio. De hecho, los departamentos militares en Italia, e incluso más en el extranjero, fueron abandonados a su suerte. En nuestra provincia estaba el cuartel del 50 Regimiento de Infantería, ubicado en Macerata, San Severino Marche y Matelica. Los soldados huyeron y contaron con la solidaridad de las personas que les dieron ropas de civil y les ayudaron a escapar. Muchos regresaron a sus lugares de origen y otros se unieron a los grupos partisanos que se formaron. Ese día yo estaba en el ejército en Roma. Después de la desbandada obtuve ropa de una familia y, una parte a pie y otra por medio de la suerte, volví a casa.
Don Enrico Pocognoni, pastor de Braccano, apenas se enteró de mi regreso se me acercó y me informó de la necesidad de organizarse para luchar contra los invasores alemanes. Tareas inmediatas: en primer lugar, liberar eslavos, ingleses y somalís, internados en campos de concentración; y la segunda, adquirir armas, municiones, alimentos y alojamiento.
Don Enrico ponía particular atención a las relaciones con los habitantes. Necesitaba crear buenas relaciones con la gente, ya que sin la solidaridad y la cooperación de la población la lucha era más difícil, si no imposible. Me di la tarea de hacer contacto con los jóvenes del país para convencerlos de a unirse a la lucha partisana y forjar relaciones con todas las familias de la zona. Desde ese día comencé mi experiencia partisana que duró hasta el 1 de julio de 1944, día de la liberación de Matelica.
Las primeras armas fueron tomadas de los cuarteles del 50 Regimiento de Infantería, del campo de concentración de Sforzacosta, o de los cuarteles de la policía. Para abastecer los suministros abrimos muchas tiendas donde se almacenaban granos obligatoriamente traídos por los agricultores. En estos almacenes se guardaban cientos de fanegas de trigo; una parte se puso a disposición de los diferentes grupos partisanos, el resto fue distribuido de forma gratuita a la población del lugar y a personas desplazadas procedentes de Roma y de otras localidades. Esta iniciativa suscitó una gran simpatía por parte de la población hacia los partisanos. En ese momento, el pan y otros artículos de primera necesidad eran racionados y muchos murieron de hambre. Ese trigo, de acuerdo con los planes alemanes, estaba destinado para las tropas germanas estacionadas en nuestro país y para llevarse a Alemania.
Todas estas operaciones sólo fueron posibles con la cooperación de los distintos grupos de partisanos que operaron en todo el territorio de la provincia. Nuestro grupo de Braccano, poco después de su creación, se unió al grupo que operaba en Roti, que se había unido al Primer Batallón de Mario, activo en la ciudad vecina de San Severino Marche. El comandante del batallón era Mario Depangher, con una larga historia a sus espaldas de lucha, de prisiones fascistas y de confinamiento. Era un hombre con una larga experiencia que transmitía entusiasmo y atención a sus hombres, demostrando estar a la mano con nosotros. Junto a Mario, un ejemplo para todos era su esposa Lina, que siguió a su marido en su destino como perseguido político y además era cocinera, enfermera y madre amorosa. Después, el Primer Batallón de Mario se enmarcó en la quinta Brigada Garibaldi, con sede en Ancona y comandada por el Ingeniero Gino Tommasi.
Algunos de los muchos enfrentamientos entre alemanes y fascistas, que merecen una mención especial, son: la masacre de Montalto, perpetrada por los fascistas de Saló el 22 de marzo de 1944, donde muchos jóvenes fueron asesinados y arrojados a un precipicio.
En la noche del 23 de marzo, los nazis se dividieron en cuatro batallones mixtos germano-italianos, más de 2 mil unidades armadas con morteros, ametralladoras, armas individuales, y equipados con radios portátiles. Comenzaron en el área triangular de Matelica, Apiro y San Severino las fases de acercamiento antes del ataque. Desde Matelica un batallón se dirigió a Acquosi y Gagliole; un segundo batallón llegó a Braccano y Vinano. Desde Apiro, otro batallón se movió hacia delante. Por último, desde San Severino, el cuarto batallón, compuesto casi exclusivamente por elementos fascistas, alcanzaron y ocuparon SantElena, base de apoyo de las operaciones generales. El objetivo de los fascistas era cercar a la mayoría de las fuerzas partisanas estacionadas en la zona de Valdiola, que eran aproximadamente 300.
La mayoría de los partisanos estaban en varios pueblos de la montaña. A pesar de la inferioridad de las fuerzas disponibles, lucharon heroicamente contra un enemigo capaz de descender al valle y ocupar las cuatro casas de Valdiola, tres de las cuales fueron incendiadas.
Los alemanes y los fascistas que ocuparon Valdiola pensaron que habían derrotado definitivamente a los partisanos, que mientras tanto se reorganizaron en grupos pequeños. La batalla continuó durante toda esa tarde y cuando corría la decimonovena hora de batalla, el enemigo abandonó la acción y comenzó la retirada para no sufrir un posible desastre. Los fascistas sufrieron grandes pérdidas, 32 personas murieron y más de 100 resultaron heridos. Cinco partisanos cayeron en combate, entre ellos un francés y un eslavo. Otras cinco personas fueron brutalmente asesinadas en el puente de Chigiano.
En la mañana del 24 de marzo en Braccano, el párroco Enrico Pocognoni fue insultado, golpeado y luego le dispararon en la espalda junto a cinco partisanos, entre ellos dos somalíes. Esa mañana, yo y otros compañeros, organizados en dos grupos -yo comandaba a uno-, estábamos lejos de los lugares de combate porque desde el día anterior tomamos el camino para recuperar las armas que lanzadas por las fuerzas aliadas en Porcarella, en Fabriano. Ahí llegamos en la noche del 23 y fuimos recibidos por el grupo que operaba en esa zona. En la mañana del 24, nos repartimos para seguir el camino hacían Frontale y nos encontramos con el mariscal Douglas, comandante del grupo de Chigiano que subió con un camión a Frontale para recoger la harina para el apoyo de los partisanos de la zona. Nos fuimos con el camión y en el puente de Chigiano nos dimos cuenta de que nos rodearon los fascistas. Dejamos la camioneta con la harina y nos fuimos por las montañas. Parte de esa harina, un poco más tarde, fue utiliza para humillar a algunos de nuestros compañeros a quienes se le hizo tragar mucha para sofocarlos, antes de ser torturados y arrojados vivos desde el puente.
Una vez en Canfaito, un pastor nos informó que en Braccano había sido asesinado junto con otros partisanos. Le entregué el fusil y la lista de participantes a otro comandante de la expedición y me fui a Braccano, a una distancia de 50 metros de la casa donde yo vivía con mis padres. Vi en el suelo el cuerpo de Don Enrico y otros tres compañeros. Los dos somalíes fueron asesinados en una colina, no muy lejos. La población estaba aterrorizada. Me quedé con mis padres la noche y al día siguiente retomé la montaña para llegar con mis compañeros de equipo.
Después de estos terribles acontecimientos, los grupos nos reconstituimos a pesar del miedo y las dificultades.
El pasaje del frente dejó más víctimas, sobre todo en Camerino: el 22 y 24 de junio vinieron brutales matanzas que se realizaron a corta distancia de nuestro territorio, es decir, en el Morro. El 22 de junio murieron 13 personas y luego el 24, en Pozzuolo, se contaron otras 13 víctimas. En Capolapiaggia, además, 40 personas perdieron la vida: la mayoría eran pacíficos agricultores de la zona, estudiantes y jóvenes, incluyendo 14 niños, uno de 15 y dos de 17 años de edad. Es una masacre que clama venganza por la crueldad y la inhumanidad que le caracterizó.
La liberación se produjo el 1 de julio de 1944, y lo celebramos con mi vigésimo primer cumpleaños.
Como muestra de agradecimiento por la contribución de los partisanos a la liberación de nuestro país, el general Alexander, comandante en jefe de las fuerzas armadas de Italia, envió a los miles de seguidores la siguiente declaración: «En el nombre del gobierno y de los pueblos de las Naciones Unidas, gracias por haber combatido al enemigo en el campo de batalla, militando en las filas de los patriotas, entre los hombres que dieron armas para el triunfo de la libertad desarrollando operaciones ofensivas, mediante la realización de actos de sabotaje y suministrando información militar. Con su valentía y su dedicación, los patriotas italianos aportaron una valiosa contribución a la liberación de Italia. En la Italia que renace, los titulares de este certificado serán aclamado como patriotas que lucharon por el honor y la libertad».
Muchos de nuestros partisanos, después de la guerra y gracias a la experiencia vivida en contacto con los antifascistas, optaron por participar en las instituciones democráticas que nacieron con la liberación. Militaron en los partidos y en las organizaciones sindicales, participaron activamente en las elecciones y muchos de ellos fueron electos. Yo fui elegido concejal en Matelica y consejero provincial de las primeras elecciones libres celebradas en nuestro país. Sobre los valores y las personas de la resistencia antifascista fue fundada la República. Del antifascismo y la resistencia nació nuestra Constitución.
La libertad, la paz, los derechos civiles y políticos, el empleo, la salud, la educación, son los valores que nuestra Constitución garantiza, encomendándose a una perspectiva política general de progreso social y económico, de emancipación y la igualdad entre todos los ciudadanos.
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