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Aproximaciones a El siglo soviético de Moshe Lewin

A modo de introducción (I)

Fuentes: Rebelión

«La Unión Soviética ya no existe. Como dicen algunos, «es historia», o lo que es lo mismo, «olvídenla». La clase política, los académicos y los medios de comunicación trabajan a partir de esta fórmula conforme a sus propios intereses y puntos de vista. Pero la palabra «historia» es polisémica, y la era soviética aún pertenece […]

«La Unión Soviética ya no existe. Como dicen algunos, «es historia», o lo que es lo mismo, «olvídenla». La clase política, los académicos y los medios de comunicación trabajan a partir de esta fórmula conforme a sus propios intereses y puntos de vista. Pero la palabra «historia» es polisémica, y la era soviética aún pertenece a un pasado reciente. Aunque cada vez son menos, continúan siendo mayoría los ciudadanos de Rusia y del resto de repúblicas de la antigua Unión Soviética que se formaron bajo el paraguas de la URSS, y que incluso añoran aquellos tiempos. Porque forma parte todavía de la biografía de millones de personas. En este sentido, el «pasado» todavía es un elemento relevante en su vida cotidiana».

Con estas certeras palabras se abre El siglo soviético de Moshe Lewin. Muchos historiadores suelen hacer una recomendación que aquí recogemos: si alguien se quiere introducir en la revolución de octubre y, más en general, en la historia de la URSS y no tiene tiempo para muchas lecturas, El siglo soviético del autor de El último combate de Lenin es más que recomendable. Estoy de acuerdo; coincido en esta recomendación.

El objetivo de estas -prometo- breves aproximaciones -dos páginas y media de extensión como máximo- es dar cuenta de algunos de los grandes asuntos asociados a aquella «revolución imposible» de subalternos, que intentó y logró asaltar los cielos un siglo, tomando pie básicamente en esta obra editada en inglés por en 2003 por Columbia University y publicada por Crítica en castellano en 2006 con traducción de Ferran Esteve (La edición francesa, a partir de la inglesa, es también de 2003: «Notice bibliographique. Moshe LEWIN, Le siècle soviétique. Paris, Fayard/Le Monde diplomatique, 2003, 526 p». No hay referencia alguna a ningún editor en esta edición. En la versión castellana de habla de una edición inglesa –The Soviet Century– de 2005, probablemente posterior).

Gregory Elliott figura como responsable de la edición en la traducción castellana. Lewin falleció en 2010 y, como se verá, no hay en el siglo soviético ninguna referencia a Vladimir Putin. No es imposible, por tanto, que el ensayo fuera finalizado algo antes de la fecha de edición y que fuera finalmente preparado por el editor. Desconozco las tareas realizadas por este último.

La estructura del El siglo soviético: Prefacio, introducción y tres partes, más cuatro apéndices, un glosario de términos rusos, una nota sobre fuentes y las referencias más un índice onomástico. En la edición castellana, 510 páginas.

Forman la primera parte -«Un régimen y su psique»- una introducción y trece capítulos. Los siguientes: 1. Stalin sabe lo que quiere… Y lo está consiguiendo; 2. Autonomización frente a federación; 3.De cuadros a herejes; 4. El Partido y sus aparatos; 5. Flujo social y «paranoia sistémica»; 6. El impacto de la colectivización; 7. Entre la legalidad y la bacanal; 8.¿Cómo gobernó Stalin? 9. Las purgas y sus «razones»; 10. La dimensión de las purgas; 11. Los campos y el imperio industrial del NKVD; 12. El final; 13. ¿Despotismo agrario?.

La segunda parte -«Los años sesenta y adelante: de un nuevo modelo a un nuevo impasse»- está dividida en seis capítulos: 14. «Eppur si muove». 15. El KGB y la oposición política; 16. La avalancha de la urbanización; 17. Los «administradores»: una clase tocada pero pujante; 18. Algunos líderes; 19. Kosigin y Andropov.

La tercera parte -«El siglo soviético: Rusia en su contexto histórico»- se despliega en 8 apartados. Los siguientes: 20. El tiempo y los mundos de Lenin; 21. Atraso y recaída; 22. Una modernidad sui generis; 23. Exitos y fracasos de la urbanización; 24. El problema de la mano de obra y de la demografía; 25. El laberinto burocrático; 26. ¿Luces y sombras?, y, finalmente, el capítulo sustantivo con el que cierra el ensayo: 27. «¿Qué fue el sistema soviético»?

Las palabras con las que Lewin cierra el libro pueden servirnos como aperitivo-incitación a la lectura:

«Es bien sabido que la historia está constantemente sometida a usos y abusos. Escuchar al alegato de alguien ajeno a la historia a favor de un conocimiento objetivo histórico como rasgo indispensable para una nación, bien en momentos poco propicios, bien en sus días de esplendor, no es algo habitual en una era dominada por los ordenadores y los medios de comunicación y obsesionado por el presente. Pero el instante es eso mismo, fugaz, y la historia permanece. Y continúa siendo el proveedor de ladrillos, sólidos o defectuosos, con los que se construye el futuro. La historia son los cimiento sobre los que descansa una nación y que la hacen crecer. No es una estupidez pensar que la historia, junto con las ciencias aplicadas, tiene una dimensión práctica, aun cuando no pueda dar soluciones inmediatas y absolutas.»

Últimas palabras, decía, que se complementan con estas otras que forman parte de la introducción de la obra:

«La Rusia soviética sigue siendo uno de los principales pilares de la tradición cultural y política de Rusia, una tradición cuya influencia sobre el país se deja notar todavía en la actualidad, si bien de un modo diferente a como lo hacía el pasado zarista, uno de los modelos que dio forma a la URSS. ¿Puede pasar por alto este hecho quien se interese por el destino de su país y reflexione sobre ello?»

Empecemos pues.

Las fuentes usadas por Moshe Lewin (da cuenta de ellas en la introducción del libro) y la represión serán nuestro primeros temas.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.