El lanzamiento de las ‘Tesis de abril’, como se conoce popularmente el escrito de Lenin que publicó Pravda el 7 de abril de 1917 con el título ´Las tareas del proletariado en la presente revolución‘, se considera uno de los momentos estelares de la humanidad en los que una decisión cambia el curso de la […]
El lanzamiento de las ‘Tesis de abril’, como se conoce popularmente el escrito de Lenin que publicó Pravda el 7 de abril de 1917 con el título ´Las tareas del proletariado en la presente revolución‘, se considera uno de los momentos estelares de la humanidad en los que una decisión cambia el curso de la historia, como el paso del Rubicón de Julio César, que significó el inicio del fin de la república romana. Claro está que a César no se le ocurrió de repente la cosa cuando se bañaba en la orilla norte del río, ni Lenin se cayó del guindo al bajar del tren que lo traía de Suiza; las decisiones individuales sólo pueden entenderse en el seno de la Historia.
Leídas hoy, las tesis pueden no parecer algo de tanta importancia si no se conoce bien el contexto, por qué se escribían y a quién se dirigían, a lo que vamos a dedicar este trabajo. Están enmarcadas entre una introducción y unos comentarios finales.
En la introducción Lenin explica que, habiendo llegado a Petrogrado el día 3 por la noche, «sólo en nombre propio y con las consiguientes reservas, debidas a mi insuficiente preparación, pude pronunciar en la asamblea del 4 de abril un informe acerca de las tareas del proletariado revolucionario» y que por ello preparó «unas tesis por escrito» (subrayado de Lenin) para facilitarse la labor y «facilitársela también a los contradictores de buena fe» (subrayado de Lenin). Dice también que las leyó «muy despacio y por dos veces» (s. L), una en la reunión de los bolcheviques y otra en la de bolcheviques y mencheviques. Llama ciertamente la atención esta introducción a las tesis, precisamente en el órgano de su partido, por parte de quien era el líder indiscutido de los bolcheviques.
Los comentarios finales son para responder a la polémica pública, pero sobre todo en el seno de la socialdemocracia, creada por estas tesis (i). Algunos tienen un interés coyuntural porque revelan el ambiente existente y otros son de refuerzo o explicación de las propias tesis. Haremos alguna referencia posterior.
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Lenin había escrito al estallar la Revolución de Febrero y antes de regresar a Rusia las
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‘Cartas desde lejos‘ [1]
y en el periodo inmediatamente posterior otros artículos que desarrollan y ayudan a entender las ideas contenidas en las tesis, sin cambiar su fondo. De ellos, pueden leerse entre otras en sus Obras Escogidas en tres tomos:
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La dualidad de poderes (9 de abril) [2]
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Las tareas del proletariado en nuestra revolución (Proyecto de plataforma del partido proletario) (escrito el 10 de abril, pero no se publicó entonces) [3]
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Discurso de apertura de la VII Conferencia del POSDR(b). (24 de abril) [4]
Un resumen valorado de los acontecimientos desde el inicio de la revolución de febrero hasta finales de julio, con un corto epílogo sobre la korniloviada (ii), se encuentra en
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Las enseñanzas de la revolución. (finales de julio, publicado en septiembre) [5]
Es interesante ver cómo su método y categorías de análisis son los que utiliza Marx en La lucha de clases en Francia, así como el concepto de Estado-Comuna hace referencia a La guerra civil en Francia, también de Marx.
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Antes de entrar en los contenidos, recordemos los grandes datos de la situación en aquellos momentos y sus antecedentes para situar las cosas en su contexto.
Algunos de sus escritos más leídos y citados, los escribió Lenin antes de la revolución de 1905 (¿Qué hacer? 1902, Un paso adelante, dos pasos atrás 1904) o tras los sucesos que marcaron su inicio (Dos tácticas de la socialdemocracia en la revolución democrática, verano de 1905) en un periodo en el que la organización del partido era, debido a la represión zarista, débil y dispersa, formada por núcleos de activistas mal comunicados y con gran parte de los dirigentes (por cooptación, ya que no había reuniones formales más allá de los núcleos) en el exilio o en Siberia, comunicándose con los militantes y activistas a través de la prensa clandestina o difíciles contactos. Lenin no cita esos textos con motivo de las tesis de abril, pero recordemos que en el propio prefacio para la edición del Qué hacer de 1907 el autor insiste al afirmar que «El error principal de los que hoy polemizan con el QH consiste en que desligan por completo esta obra de una situación histórica determinada -largo tiempo atrás- de un período concreto del desarrollo de nuestro Partido»
El hecho de que el partido estuviera poco organizado no quiere decir que la lucha contra la autocracia no fuera importante, porque además de los núcleos socialistas -mejor o peor coordinados- existían grupos que venían de la tradición nacionalista -narodniki-, anarquistas e incluso organizaciones liberales burguesas.
En aquellos tiempos, la socialdemocracia internacional, liderada por el fuerte partido alemán, referencia de los demás, se suponía una organización marxista revolucionaria, a pesar de que se desarrollaban en su seno tendencias pactistas y revisionistas, cuyo ejemplo más claro, pero no el único, era Bernstein.
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En Rusia, desde la derrota de la revolución de 1905-1907 (cuya chispa detonante fue la represión a una manifestación) que marcó una referencia para todos los revolucionarios y en la que estuvieron presentes los elementos políticos sin los que sería difícil entender lo que pasó en 1917 y el carácter de las fuerzas que operaban, se había reimplantado el régimen autoritario zarista con algunas concesiones formales en algunos momentos que no cambiaban su naturaleza: una autocracia férrea sobre un inmenso país multiétnico de base agrícola miserable y atrasada, recién salida de la servidumbre, dominada por un puñado de terratenientes ‘kulaks‘ absentistas apoyados en la corte; una industria débil, de carácter mayoritariamente estatal y militar, concentrada en San Petersburgo y Moscú, y una débil burguesía sin ninguna autonomía económica e incapaz de tener presencia política importante, aunque cada vez más ligada a intereses franceses e ingleses.
En este contexto estalla la guerra en 1914 (que tenía antecedentes en la guerra de los Balcanes de Servia (iii) y Bulgaria contra el Imperio Otomano desde el 1912 donde Rusia busca su dominio). Rusia tiene un ejército formado por enormes masas de campesinos incultos y mal entrenados, armados y equipados (8 millones de hombres frente a 3 del ejército alemán que se bate en dos frentes, el oriental y el occidental; el austro-húngaro casi no cuenta porque es un imperio igual de descompuesto que el ruso).
Después de más de dos años de guerra, la situación en Rusia es desastrosa. Las penalidades de la guerra, la ausencia de brazos en el campo, la muerte de millones de soldados, el desabastecimiento de las ciudades y el hambre consecuente dan origen a multitud de huelgas y manifestaciones. La agitación socialista, tanto bolchevique como menchevique, ha conseguido la creación de sóviets (consejos) de obreros y de soldados, más tarde de campesinos, en repetición de lo sucedido en 1905, que se oponen a la continuación de la guerra y a la incompetencia y la corrupción reinantes en la dirección política y en el ejército. También sectores importantes de la burguesía conspiran contra el régimen zarista, fundamentalmente, pero no sólo, el Partido Demócrata Constitucional (Kadetes) y los ‘octubristas’ (iv).
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En este contexto, estalla en Petrogrado a finales de febrero de 1917 un movimiento revolucionario (revolución de febrero) que, mediante un conjunto de huelgas y manifestaciones contra el hambre y la guerra, y, ante la renuencia primero de la guarnición a la represión y final rebelión franca, incluida las fuerzas navales de Kronstadt, da al traste con el gobierno, que intenta disolver la Duma (parlamento) sin conseguirlo, ya que se forma un comité que decide formar un gobierno provisional encargado de convocar una asamblea constituyente. Los sóviets crean el Sóviet de Petrogrado, de mayoría menchevique y socialrevolucionaria, que se configura como un contrapoder al comité de la Duma, y de hecho entra en negociaciones con él para la formación del gobierno provisional y el establecimiento del programa. El zar Nicolás II abdica el 2/15 de marzo y se nombra al príncipe Lvov presidente de un gobierno provisional en el que los socialistas no participan.
La situación se revela complicada. La guerra continúa, el gobierno provisional no tiene un programa claro ni un apoyo fuerte, la Duma está puesta en cuestión por el Sóviet, que, sin embargo, reconoce al gobierno.
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Las ‘cartas desde lejos’
Lenin está exiliado en Suiza desde donde escribe las ‘Cartas desde lejos‘ en las que señala que, sin la experiencia de 1905 y la guerra mundial imperialista, no hubiera sido posible un desenlace tan rápido de la primera fase de la Revolución contra «la ferocidad de la familia de los Románov». Señala que las tres fuerzas políticas fundamentales eran: 1) la monarquía zarista, cabeza de los terratenientes feudales, la vieja burocracia y el generalato; 2) la Rusia burguesa y terrateniente de los octubristas y los demócratas constitucionales, detrás de la cual se arrastra la pequeña burguesía; 3) el Sóviet de diputados obreros, que trata de hacer aliados suyos a todo el proletariado y a las masas de todos los sectores pobres de la población. Caracteriza el gobierno provisional por que los cargos de verdadera importancia los ocupan los octubristas y ‘renovadores pacíficos’, cómplices de Stolypin el Verdugo (dirigente de la contrarrevolución de 1907), que tienen en sus manos el ejército y la democracia; los demócratas constitucionalistas figuran más que nada como adorno y el socialrevolucionario Kérenski [L. dice trudóvik, entre comillas, por su militancia anterior con los trudóviki] desempeña el papel de balalaika para engañar a obreros y campesinos. Indica que los representantes de esa nueva clase de terratenientes capitalistas y burgueses estaban «casi del todo» en el poder en 1917 y por eso los primeros golpes han sido suficientes para que el zarismo se desmoronase y se llegase, como en otras naciones occidentales, a un gobierno «parlamentario», de «coalición», «nacional» (es decir, adaptado para dirigir la matanza imperialista y para engañar al pueblo). Señala también, que este gobierno no es en el fondo más que un simple agente de las «firmas» de multimillonarios de Inglaterra y Francia, al lado del cual ha aparecido un gobierno obrero, no oficial, relativamente débil todavía que es el Sóviet de diputados obreros de Petersburgo.
Como vemos, considera las cosas como «el político que no teme la verdad, que sopesa con lucidez la correlación de las fuerzas sociales en la revolución, que aprecia cada ‘momento actual’, no sólo en todo lo que tiene de original en el instante dado, sino también desde el punto de vista de resortes más profundos, de una correlación más profunda de los intereses del proletariado y de la burguesía, tanto en Rusia como en el mundo entero«.´
La verdadera situación política según Lenin:
«La monarquía zarista destruida, pero todavía no rematada.
El gobierno octubrista-democonstitucionalista burgués que quiere llevar la guerra imperialista «hasta el final» , agente en realidad de la firma financiera «Inglaterra y Francia», que se ve obligado a prometer al pueblo todas las libertades y todas las dádivas compatibles con el mantenimiento del Poder sobre el pueblo y con la posibilidad de continuar la matanza imperialista.
El Sóviet de diputados obreros, una organización obrera [reitera], el embrión del gobierno obrero [otra vez], representante de los intereses de todas las masas pobres de la población [por contraste], es decir, de las nueve décimas partes de la población, que lucha por la paz, el pan y la libertad.
La lucha de estas tres fuerzas determina la situación presente [no la deseable desde un punto de vista clásico], que es el paso de la primera a la segunda etapa de la revolución.
La contradicción entre la primera fuerza y la segunda no es profunda, es una contradicción temporal, suscitada solamente por la coyuntura del momento, por un brusco viraje de los acontecimientos en la guerra imperialista… [explica]
Quien pretenda que los obreros deben apoyar al nuevo gobierno en nombre de la lucha contra la reacción del zarismo […], traiciona a los obreros, traiciona la causa del proletariado, la causa de la paz y de la libertad [explica las negociaciones en que están metidos patrocinados por Francia e Inglaterra]
…Porque la única garantía de la libertad y de la destrucción completa del zarismo es armar al proletariado, consolidar, extender, desarrollar el papel, la importancia y la fuerza del Sóviet de diputados obreros.»
Y responde a los del gobierno:
«Nuestra revolución es burguesa, y por eso los obreros deben apoyar a la burguesía», como dijera ayer Plejánov.
«Nuestra revolución es burguesa», decimos nosotros, los marxistas, «y por eso los obreros deben abrir los ojos al pueblo para que vea el engaño de los politicastros burgueses y enseñarle a no creer en las palabras, a confiar únicamente en sus propias fuerzas, en su propia organización, en su propia unión, en su propio armamento».
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Las tesis propiamente dichas son diez. Como están a disposición de cualquiera que tenga interés en leerlas íntegras, aquí vamos a hacer sólo un resumen seleccionando lo que nos importa para la exposición.
La guerra
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Considera la guerra en curso como imperialista, de rapiña, por lo que es indefendible el ‘defensismo revolucionario’ que sólo tendría sentido tras el paso al poder del proletariado y campesinos pobres, renuncia de hecho a todas las anexiones y rompimiento con los intereses del capital.
Es fácil hoy mantener una actitud firme contra la guerra y oponerse a las intervenciones imperialistas en diversos países, incluso a la actuación en ella de un país de segunda fila como el nuestro. También era general una postura antibelicista en el socialismo anterior a la primera guerra mundial fundada en el internacionalismo proletario, pero la toma de posición social-patriótica de las mayoría de los partidos importantes (alemán y francés, se votaron los créditos de guerra, Guesde fue ministro de la Guerra) de la II Internacional en el inicio produjo una fractura terrible en ella, aunque se mantuvo formalmente la preponderancia del partido alemán. En Rusia ambas fracciones (bolchevique y menchevique) del partido socialdemócrata se pronunciaron contra la guerra calificándola de imperialista.
Sin embargo no es lo mismo estar contra la guerra en general y contra la actuación de las tropas de tu país en el extranjero (caso de las guerras balcánicas y contra el Imperio Turco en Rusia, o Iraq, Siria y Afganistán ahora) que pronunciarte contra ella cuando tu país está siendo derrotado y sufre terribles pérdidas humanas, fundamentalmente de campesinos pobres llevados a la fuerza a una lucha total en su territorio que no se había vivido desde un siglo antes con Napoleón. En esta situación, la acusación de traidores y agentes de Alemania era más difícil de combatir y, ya en 1916, prominentes mencheviques, como Plejánov y Vera Zasúlich, cambiaron de posición, basándose en el ‘defensismo revolucionario’ que Lenin critica, aunque trata con especial delicadeza a los que lo son de buena fe. Para ellos dice que la guerra revolucionaria sólo tendría sentido tras el paso al poder del proletariado y campesinos pobres, renuncia de hecho a todas las anexiones y rompimiento con los intereses del capital, es decir, para un gobierno socialista, no por pacifismo. Tiene en cuenta que ya el ejército no es una herramienta en manos del poder político, sino que las unidades están dirigidas por sóviets de soldados y no obedecen a sus mandos oficiales.
Lenin no puede plantear simplemente ‘no a la guerra’ como una postura puramente moral y pedir que todos se vayan del frente y sean derrotados y masacrados, ni considera que pueda lograrse [4] por un «acuerdo» entre los socialistas, ni por una «acción» de los proletarios de todos los países, ni por la «voluntad» de los pueblos. Su postura es que es imposible salir de la guerra imperialista y conseguir una paz democrática, no impuesta por la violencia, sin derribar el poder del capital. La revolución de febrero ha dado el primer paso para transformar la guerra imperialista en guerra civil, pero sólo un segundo paso puede asegurar el final, rompiendo el frente de los intereses del capital, y avanzando hacia la revolución internacional [5]. «Al proletariado ruso le ha correspondido el gran honor de empezar, pero no debe olvidar que su movimiento y su revolución son solamente una parte del movimiento proletario revolucionario mundial…. Sólo desde este ángulo visual podemos determinar nuestras tareas» [5]
Denuncia [4] cómo el zarismo ha habituado al pueblo ruso a ver en los otros pueblos algo inferior, que pertenecía ‘por derecho propio’ a Rusia.
La situación política en Rusia y sus consecuencias
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La peculiaridad del momento en Rusia consiste en el paso de la primera etapa de la revolución, que ha dado el poder a la burguesía, a su segunda etapa que debe poner el poder en manos del proletariado y de las capas pobres del campesinado. Hay que adaptarse a las condiciones especiales de la labor del Partido entre amplias masas del proletariado que acaban de despertar a la vida política.
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Ningún apoyo al gobierno provisional, que es de capitalistas. Desenmascararlo en vez de ‘exigirle’ que deje de ser imperialista.
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Reconocer que el Partido está en reducida minoría en la mayor parte de los sóviets, dominados por oportunistas, pero explicar que los sóviets son la única forma posible de gobierno revolucionario. Propugnar la necesidad de que todo el Poder del Estado pase a los sóviets a fin de que las masas corrijan sus errores sobre la base de la experiencia.
Hemos visto que estos puntos estaban razonados ya en las ‘Cartas desde lejos’. La situación en Rusia y, particularmente en Petersburgo, era de euforia revolucionaria, pero también de miseria y privaciones. Se había hecho abdicar al Zar y se había abortado su maniobra de hacerlo en beneficio de su hermano Mijaíl. El gobierno era de la burguesía, pero el sóviet era socialista; se iban a convocar elecciones a constituyente. Entre tanto, muchos socialistas sostenían el ‘defensismo revolucionario’, y postergaban a la constituyente la resolución de las tensiones entre los dos poderes en escena. La justificación ‘marxista’ que daban era que, dado que el socialismo es la superación del capitalismo, debía realizarse primero la revolución burguesa y luego la socialista. [Este debate ‘teórico’ se dio también después en la revolución china; Mao fue apartado por Stalin por defender el paso al socialismo en un país agrícola].
Lenin defendía que la revolución burguesa estaba realizada en cierta medida, que no explica con claridad: «El Poder del Estado ha pasado en Rusia a manos de una nueva clase: la clase de la burguesía y de los terratenientes aburguesados. En esa medida, la revolución democrático-burguesa en Rusia está terminada».[3]
Pero sostenía que «en un Estado no pueden existir dos poderes», y que, por tanto, «la dualidad de poderes no expresa más que un momento transitorio en el curso de la revolución» [4] [Es interesante la comparación con la formulación de Trotski de la revolución permanente].
Critica sin embargo en los comentarios finales a las tesis que lo acusen de ‘enarbolar la bandera de la guerra civil’ cuando lo que ha dicho es que «Los sóviets de diputados obreros son la única forma posible de gobierno revolucionario y, por ello, nuestra misión sólo puede consistir en explicar los errores de su táctica de un modo paciente, sistemático, tenaz y adaptado especialmente a las necesidades prácticas de las masas» y que le imputen no querer la Asamblea Constituyente cuando «he atacado al gobierno provisional por no señalar un plazo» y «he demostrado que sin los Sóviets de diputados obreros y soldados no está garantizada la convocatoria de la Asamblea Constituyente ni es posible su éxito», como continúa la tesis 4.
En ‘La dualidad de poderes’ [2], responde a su misma pregunta de si se debe derribar inmediatamente al Gobierno Provisional con «1) se le debe derribar, pues es un gobierno oligárquico …que no puede dar ni paz, ni pan, ni plena libertad, 2) no se le puede derribar inmediatamente… por el pacto con los Sóviets….; 3) «, por lo que «Para convertirse en Poder, los obreros conscientes tienen que ganarse a la mayoría» y añade explícitamente: «No somos blanquistas, no somos partidarios de la toma del poder por una minoría«.
Pero señala asimismo [4] que el despertar de las masas ha arrastrado al movimiento un número inmenso de pequeñoburgueses que confían en los capitalistas, mientras que el proletariado es numéricamente débil, con insuficiente conciencia de clase y deficiente organización. Es necesaria la crítica y esclarecimiento de los errores de los primeros
Las tareas
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No a una república parlamentaria, sino a una República de los Sóviets. Supresión de la policía, el ejército y la burocracia. Funcionarios elegibles y amovibles con remuneración no superior al salario medio de los obreros
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Confiscación de las tierras de los terratenientes, nacionalización de todas las tierras del país de las que dispondrán los sóviets de diputados braceros y campesinos
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Fusión de todos los bancos en uno bajo el control de los Sóviets. (medida que se ha hecho en estados burgueses durante la guerra [4])
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No ‘implantación’ inmediata del socialismo, sino del control de la producción social y de la distribución de los productos por los sóviets.
El carácter del sistema a establecer está claramente definido. Volver a la república parlamentaria sería dar un paso atrás respecto a la República de los Sóviets de diputados obreros, braceros y campesinos, pero no se puede ‘implantar’ el socialismo sin resolver el problema agrario que, en estos momentos, requiere «trasladar el centro de gravedad a los Sóviets de diputados braceros». Entre tanto, se avanza a un estado de fuerte control popular.
El carácter ‘no socialista’ de la revolución fue uno de los temas de debate político y teórico que enfrentó a Lenin con los defensores de la revolución socialista obrera ‘pura’, en muchos casos para justificar no hacer revolución ninguna. [Recuérdese también a Mao].
Lenin no «descubrió» el problema campesino, que era bien patente, con una gran presencia del partido socialrevolucionario en el campo, sin embargo, supo ver cómo, en las condiciones específicas rusas del momento, no debía considerarse como una rémora para la revolución socialista obrera ni como una alternativa a ella, sino como parte de un proceso revolucionario democrático.
En [2] define el nuevo poder de los sóviets como «un Poder del mismo tipo que la Comuna de París de 1871″ que caracteriza por 1) La fuente del Poder no está en una ley previamente discutida y aprobada por el Parlamento, sino en la iniciativa directa de las masas populares desde abajo; 2) sustitución de la policía y del ejército, como instituciones apartadas del pueblo y contrapuestas a él, por el armamento directo de todo el pueblo; 3) los funcionarios y la burocracia son sustituidos también por el poder directo del pueblo. «En eso, y sólo en eso, radica la esencia de la Comuna de Paría como tipo especial de Estado».
El marxismo se distingue del anarquismo porque reconoce la necesidad de un Estado durante la transición al comunismo, y se distingue del ‘socialdemocratismo’ pequeño burgués porque el Estado que considera necesario no es como el Estado de la república parlamentaria, sino un Estado del tipo de la Comuna de París.
El Partido
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Celebración inmediata de un Congreso del Partido; modificación del Programa en lo referente a la guerra imperialista y al programa mínimo, anticuado, reivindicación de un Estado-Comuna en vez de una república parlamentaria; cambio de denominación del Partido (comunista)
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Renovación de la Internacional
Lenin no tenía un ‘modelo’ inmutable de Partido, ni siquiera el suyo, pero sostiene que hay que constituir un partido comunista proletario, dado el carácter pequeñoburgués de la socialdemocracia, cuyo internacionalismo no es más que una fachada falsa, y a la que califica de enemigo de clase. «Sólo hay un internacionalismo efectivo, que consiste en entregarse por completo al desarrollo del movimiento revolucionario y de la lucha revolucionaria dentro del propio país…» [4]. Repasa la II Internacional y sus varias derivaciones y plantea la necesidad de la III. El nombre debe ser Partido Comunista por razones que se salen del alcance de estas notas.
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Considera lo que hay que hacer para tomar el poder y lo que hay que hacer cuando se tome, tanto en el gobierno como en el Partido y en el movimiento revolucionario. O sea, en qué basar la acción y la propaganda. ‘El Estado y la Revolución’ lo escribe después, en el verano de ese año
No repite el socialismo ni el comunismo. Tiene una alternativa en marcha entendible por el pueblo: los sóviets. No es oportunismo en absoluto porque los sóviets son directamente el poder obrero y están dirigidos por socialistas y social-revolucionarios, en oposición al gobierno burgués.
Son una obra maestra de entendimiento de la situación.
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¿Por qué lanzó esas tesis nada más llegar? Porque la situación no estaba clara ni siquiera en el Partido.
Las tesis fueron muy mal acogidas por la derecha y por los mencheviques (Plejánov calificó su discurso de «delirante»), pero también por sectores de los bolcheviques, que, apegados a la idea de la ‘escalera’ de revoluciones, no admitían la toma del poder por parte del proletariado (con o sin los campesinos, eso fue otro duro debate) hasta que no hubiera madurado la revolución burguesa o bien temían el aplastamiento por muchos años de la revolución y el Partido (Kámenev era el más destacado representante de esta postura)
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Lo que pasó después, y cómo se confirmaron las descripciones y previsiones de Lenin, lo sabemos. Los acontecimientos se suceden frenéticamente: Imposibilidad de gobernar, hambre, derrotas, caída del primer gobierno de Lvov, formación de un segundo gobierno con participación socialista (10-6), VII conferencia del POSDR(b), disturbios en junio y julio, represión, I Congreso de los Sóviets de diputados obreros y soldados de toda Rusia, formación del gobierno Kérenski, más represión, (hasta aquí en [5]), culpabilización de los bolcheviques, ocultamiento de Lenin y Zinóviev, detención de Trotski y Kámenev, ataque en agosto de Kornílov a Petrogrado, inspirado por los kadetes, que se desbarata por la actuación de los bolcheviques en los sóviets de soldados, denuncia a Kérenski por complicidad, ascenso de la presencia de los bolcheviques en los sóviets, nombramiento de Trotski como presidente del Sóviet de Petrogrado, II Congreso de los Sóviets, Revolución de Octubre.
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Los hechos demuestran la corrección de la visión de Lenin en las ‘Tesis de abril’ (y el resto de su actuación) sobre la situación política en Rusia, los acontecimientos de febrero y la táctica a seguir para el triunfo de la revolución obrera, es decir, definición del gobierno de Lvov (y luego del de Kérenski) y de la imposibilidad de que satisficiera las demandas populares, descalificación de las posiciones mencheviques, necesidad de dar el poder a los sóviets y luchar en ellos por una política revolucionaria, establecimiento de las consignas adecuadas.
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No debe olvidarse, para valorar correctamente el papel de Lenin que, aunque nadie discutía su liderazgo, tuvo una fuerte oposición en su propio partido, que perdió votaciones importantes, que el nivel de enfrentamiento era tal que Kámenev y Zinóviev denunciaron la insurrección el día anterior en el periódico de Gorki, a pesar de lo cual no logró su expulsión que pidió al Comité Central.
Lenin era duro, pero no sectario; flexible en los métodos, pero inflexible en el objetivo de la toma del poder por la clase obrera.
Ser leninistas, en mi opinión, no es suscribir el concepto de Partido desarrollado en el ‘Qué hacer‘, ni la evolución del Estado en el ‘Estado y la Revolución‘, ni su filosofía de ‘Materialismo y Empiriocriticismo‘, bueno es repetir su cita de que «El error principal de los que hoy polemizan con el QH consiste en que desligan por completo esta obra de una situación histórica determinada -largo tiempo atrás- de un período concreto del desarrollo de nuestro Partido»
Ser leninistas es estar convencidos de que, en la Rusia de 1917, hubiéramos compartido su análisis y defendido la toma del poder por los Sóviets, y hoy intentamos pensar y actuar como él para acabar con el capitalismo y la explotación. Tan lejos del dogmatismo como del oportunismo.
Abril 2017. Año del Centenario
Notas:
i No hay que olvidar que los revolucionarios rusos se llamaban socialistas o socialdemócratas, y el nombre del partido de Lenin era Partido Obrero Social Demócrata Ruso (bolchevique); este paréntesis los distinguía orgánicamente de los mencheviques.
ii Ataque militar a Petrogrado en agosto organizado por el general reaccionario Kornílov, comandante en jefe del ejército, para implantar una dictadura militar reaccionaria. Fue neutralizado por la resistencia obrera y los sóviets de soldados. Su derrota abrió el camino a la Revolución de Octubre.
iii En toda la literatura que poseo, Servia se escribe así, incluido el atlas de El País. Sólo tras la guerra de la OTAN contra Yugoslavia los periodistas transcribieron el nombre de este ignoto país de los partes de guerra del Pentágono y cambiaron la grafía, aunque es cierto que en servio se escribe con ‘b’.
iv Grupo que defendía el decreto zarista de octubre del 1905 en el que se simulaba una liberalización del régimen ante el asenso de la revolución.
Fuente: http://www.mundoobrero.es/pl.php?id=6900
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