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El agronegocio avanza sobre la Amazonía

Fuentes: Rebelión

Brasil vive una gran crisis política, pero para los diputados del Congreso Nacional, parece que no pasa nada. Sordos a la movilización popular que cuestiona la legitimidad del gobierno Temer y que acusa a más de 300 parlamentarios de corrupción, los legisladores siguen aprobando leyes conforme a los intereses de sus patrocinadores. La conocida «bancada […]

Brasil vive una gran crisis política, pero para los diputados del Congreso Nacional, parece que no pasa nada. Sordos a la movilización popular que cuestiona la legitimidad del gobierno Temer y que acusa a más de 300 parlamentarios de corrupción, los legisladores siguen aprobando leyes conforme a los intereses de sus patrocinadores. La conocida «bancada del buey», en la que se encuentran los representantes del agronegocio es la más activa, garantizando una mayor concentración de tierras y privilegios en manos de los terratenientes. Y si eso no fuera poco, los hacendados siguen asesinando a personas en el interior de Brasil sin que nadie sea molestado. La llamada acumulación primitiva, tan bien explicada por Marx, avanza a marchas forzadas en Brasil: el objetivo es garantizar tierras ricas para los ricos, eliminando cualquier estorbo, ya sean indígenas o campesinos sin tierra. Para conseguir ese objetivo, ¡todo vale!


Las fuerzas de la ‘ley y el orden’ sirvieron para reprimir el movimiento Ocupa Brasilia del 24 de mayo
(Fuente: Mídia Ninja, tomada de Brasil de Fato)
La semana, cuando más de 150 mil personas tomaran Brasília, la capital nacional, en lucha por el «Fuera Temer» y contra las contrarreformas laboral y de pensiones, los diputados parapetados en el Congreso, aprovechando que los colegas de la oposición se habían retirado del plenario en protesta contra la agresión a los trabajadores que acontecía afuera, votaron una Medida Provisoria, propuesta por el gobierno ilegítimo, que regulariza las tierras de la Unión ocupadas en la Amazonía legal y establece nuevos procedimientos para la regularización de tierras urbanas en Brasil, entre los que se encuentra uno que abre la posibilidad a que las empresas extranjeras se apropien de tierras en territorio nacional, sin límite ninguno por su tamaño.

La MP se tramitó como Proyecto de Ley defendido por el senador Romero Jucá (PMDB / RR), el mismo que es conocido en todo Brasil por haber diseñado el golpe de Estado que destituyó a Dilma Rousseff y que también está involucrado en denuncias de corrupción.

En la propuesta aprobada ahora será posible regularizar áreas mayores que un módulo fiscal de hasta 2.500 hectáreas, una exigencia de los terratenientes y de los grandes «grileiros» (ladrones) de tierra. También permite que los ocupantes hasta 2008 puedan hacer la regularización. Antes de eso sólo era posible para los que estaban en el área hasta 2004. Es decir, la nueva ley legaliza la última expansión realizada por los ladrones de tierra, que en su mayoría son grandes hacendados que, a hierro y fuego, garantizaron el aumento de la frontera agrícola para dentro del bosque que es el pulmón del mundo.

Y también con la posibilidad de compra por parte de las empresas extranjeras, la Amazonia podrá ser apropiada por las transnacionales que usarán a su placer toda la riqueza de la región, incluso una infinidad de plantas que sirven a la industria farmacéutica. Es decir, el país pierde soberanía sobre su propia riqueza. Es el corolario del entreguismo.

Lo que está en juego

La Amazonia legal no es un descampado vacío de gente que los granjeros pueden ir ocupando a su placer. Es un espacio de riquezas interminables, equilibrio del clima mundial y también morada de una infinidad de pueblos originarios, siendo justamente su riqueza la causa de su desgracia, pues los capitalistas, en el proceso incontrolable de acumulación de capital, quieren usurpar cada palmo de tierra sin poner reparos en el cómo. De hecho, el mismo día en que se aprobaba la MP, pistoleros a mando de los hacendados en el estado de Pará, al norte del país, asesinaban a 10 trabajadores sin tierra en una nueva masacre en el campo.

La región amazónica es un laboratorio de vida natural con más de 50 mil kilómetros de ríos navegables, ya que sólo el Amazonas tiene más de mil afluentes. Allí viven cerca del 80% de las variedades de vida del planeta, siendo la mayor selva tropical del mundo. Asimismo, la Amazonia brasileña se extiende a lo largo de nueve estados brasileños y desde que comenzó el proceso de invasión en 1500, ha sido objeto de saqueo y destrucción: primero con la minería de oro en el siglo XVIII y después con la extracción de caucho, la región fue el escenario de grandes batallas, como la Revuelta de los Cabanos (1823 – 1839), en la que indios, negros y trabajadores empobrecidos se levantaron en armas contra el Estado, muriendo asesinadas por las fuerzas estatales más de 30 mil personas, en la que fue la más sangrienta guerra civil de Brasil.

En la investida capitalista sobre la Amazonia durante el ciclo del caucho la región fue tomada por levas gigantescas de trabajadores nordestinos que, sumidos en la más absoluta miseria, provocada por la sequía que asoló el noreste del país, se desplazaron hacia el norte en busca de una vida mejor. De hecho, entre 1870 y 1910 emigraron a la región más de 500 mil nordestinos que siervieron de fuerza de trabajo:el ferrocarril de Madeira-Mamoré, construido en la primera década del siglo XX, dejó un saldo de 30 mil muertos a causa de la precariedad de las condiciones laborales y de vida.

Asimismo, fue en la década de 1930 cuando empezó la entrega de tierras a los extranjeros, siendo el empresario estadounidense Henry Ford el primer beneficiario, al ocupar unas tierras junto a las márgenes del río Tapajós para la extracción del caucho.

El gobierno militar, que se hizo con el poder después del golpe de 1964, fue quien promovió otro fuerte proceso de acumulación capitalista en la región con una estratégica política de colonización del norte, llegando a crear una agencia de fomento para financiar a aquellos que querían invertir en la Amazonia, la conocida SUDAM (Superintendencia del Desarrollo de Amazonía), espacio de grandes procesos de corrupción y desvío de dinero, involucrando a figuras conocidas como Jader Barbalho y Roseana Sarney, pero que siguen sus vidas sin castigo alguno. Fue justamente en ese período cuando se abrieron las fronteras del bosque al capital. Conforme a estudios de Fiorelo Picoli, en el libro El capital y la devastación de la Amazonía, entre 1960 y 1970 sólo el 35,3% de las tierras pertenecían a establecimientos con menos de 100 hectáreas, pero a partir de 1975 la concentración había dado un salto, con el 99,8% de las tierras convertidas en propiedades de más de 100 hectáreas, teniendo el 75% más de mil hectáreas. Es decir, fue el período en que los granjeros se apropiaron de tierra en la región. Y no fue de manera legal.

Este fue también un tiempo en que cientos de miles de indígenas fueron asesinados o desalojados de sus territorios. Todo era válido para que Brasil «progresara». El estado llegó a crear una base militar en el sur de Pará, justamente para apoyar el ‘grilaje’ (robo) de tierra por los grandes hacendados, actuando contra los campesinos empobrecidos y contra los indígenas. Y fue en ese tiempo de la dictadura militar que los pueblos originarios tuvieron su menor población, llegando a apenas 100 mil almas.

Ahora, con el poder instituido dentro del Congreso Nacional, la «bancada del buey», que representa los intereses del latifundio, vuelve al ataque con mucha más fuerza. La intención es regular todas las tierras griladas (robadas) en esta nueva embestida del agronegocio que comenzó a finales de los años 1990. El gobierno habla de regularizar tierras de pequeños propietarios, pero no es verdad. La ley tiene un único objetivo: hacer legal la criminal apropiación hecha por los grandes granjeros. De hecho, los pequeños propietarios están siendo sistemáticamente expulsados de sus tierras por pistoleros a sueldo de los latifundistas, lo mismo que los indígenas.

El próximo paso de la bancada de los «soldados» del latifundio será el ataque a las tierras ya demarcadas como territorio indígena; de hecho, desde hace años que los grandes hacendados están intentando meter mano en las tierras que están bajo protección indígena. Y la propuesta en discusión en el Congreso es la de sacar del ejecutivo el poder de demarcar, pasando a la mano de los diputados. Y ellos todavía quieren garantizar el poder de deshacer las demarcaciones ya efectuadas. Es un avance brutal del capital sobre la región. Y la sentencia de muerte a una serie de comunidades originarias.

Así, mientras el ejército era llamado para contener la rebelión de las gentes que protestaban frente al Congreso, los diputados, protegidos y sordos, aplicaban otro golpe a la nación brasileña entregando una de las regiones más caras al planeta al control del capital.

¿Quién podrá parar ese salvaje proceso de profundización de la dependencia, ese crimen de lesa-patria? Ciertamente no será el Chapulín Colorado, sino el pueblo consciente, organizado y en lucha. Por eso, la batalla contra el gobierno necesita ser profundizada, sin miedo de romper ventanas o puertas. Esa gente que hoy asaltó el poder está entregando las riquezas, la vida de los pueblos originarios, la biodiversidad, el aire del mundo. ¿No sería mucho más grave?

El proyecto aún tiene que pasar por el Senado. Y esa lucha tiene que ser trabada ahora, no se puede esperar por elección, directa o indirecta. Después de todo, ya sabemos muy bien quién manda en el proceso electoral. La lucha por un Brasil de los trabajadores es ya.

 

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso de la autora mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.