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La bomba, la mecha y el fuego

Fuentes: Rebelión

«Para no hacer de mi icono pedazos, / para salvarme entre únicos e impares, / para cederme un lugar en sus parnaso, / para darme un rinconcito en sus altares. / Me vienen a convidar a arrepentirme, / me vienen a convidar a que no pierda, / me vienen a convidar a indefinirme, / me […]


«Para no hacer de mi icono pedazos, / para salvarme entre únicos e impares, / para cederme un lugar en sus parnaso, / para darme un rinconcito en sus altares. / Me vienen a convidar a arrepentirme, / me vienen a convidar a que no pierda, / me vienen a convidar a indefinirme, / me vienen a convidar a tanta mierda.»

Primera estrofa de «El necio», poema-canción de Silvio Rodríguez.

Los medios informativos quieren prender fuego a la mecha para que estalle la bomba definitiva en Venezuela. Los dueños privados de los medios informativos, españoles entre otros occidentales, silencian, presionan y amenazan a quien teniendo alguna responsabilidad pública pueda manifestar opinión contraria a la suya con respecto a Venezuela. Sus intereses privados corresponden con la clase a la que pertenecen, toda la riqueza ha de ser para la minoría social que conforma esa clase, así es la libertad de la burguesía.

Un ejemplo cercano, la mayor cadena de «información» en todos los países de habla castellana y portuguesa, el Grupo Prisa, periódico El País y toda su corte de otros periódicos, emisoras de radio y tv, amenazó a Pedro Sánchez cuando era Secretario General del PSOE por primera vez, dicho por él mismo, con ponersele en contra si acordaba alguna relación electoral con Unidos-Podemos. ¿Imaginamos que harían las restantes cadenas todas con su larga tradición franquista?. El monopolio que conforman bajo los mismos principios de dominio ideológico sobre las buenas gentes, mediante su «información», tiene ahijados a los ultraderechistas de la bomba en Venezuela. Los monopolios informativos de España y Venezuela, más sus ahijados de la bomba, no hacen otra cosa que dar publicidad y práctica a sus voceros, los López, los Capriles, los Fredy, y el grupo dividido en frentes ataca lo público con el fin de confundir con su terror y «convidar» a la mayoría a indefinirse, a «convidar» a comer la mierda a que quieren reducir las conquistas sociales de la revolución, lo público.

Siguiendo el accionar de los comandos fascistas en la calle, se ve que hay organización, métodos de ataque y objetivos. Se puede imaginar como nace éste ejército infiltrado, ésta 5ª columna, tienen dirección y disponen de equipo para agruparse, realizar las acciones, mantenerse en la calle y retirarse con el menor riesgo. Todo indica que los mandatarios del acto criminal, tras su derrota de 2014 priorizaron la creación de cuadros contrarevolucionarios, el reclutamiento de mercenarios y la planificación de golpes en escenarios públicos; al mismo tiempo los espanden reportados en sus medios monopolísticos, es como la multiplicación de los panes y los peces que nos cuentan en un libro de milagros, ocultando lo referido a las causas primeras y al objetivo último.

Conseguido el primer propósito, su tropa, en frentes separados, va haciendo que la bomba, la mecha y el fuego sea el centro de atención del pueblo llano: su difusión tiene que «convidar» a indefinirse, tienen que «convidar» a comer mierda. Los crímenes son expandidos como una alarma por el ejército de la repetición de noticias, sin las causas primeras ni el contexto, y siempre contemplan admirativamente a los grupos de la bomba, la mecha y el fuego. Así es como «convidan» a las clases trabajadoras a indefinirse, así es como bajo su propósito terrorífico vienen a «convidarnos» a tanta mierda.

2014 fue su fracaso y volvemos a comenzar, es la ley del eterno retorno, pero como dice la misma ley, volvemos al mismo punto pero no en la misma circunstancia: los medios de propaganda españoles han hecho la campaña de la contra aquí y en Venezuela, Aznar, Felipe González, Zapatero, Rivera, cualquiera del PP, la alcaldesa de Madrid, y la bomba, la mecha y el fuego de 2014 vuelven, ahora la lanzan con las manos de mercenarios entrenados. Por eso no es casual que se compaginen las manos que la lanzan y las que la hacen estallar en escritura, unos y otros las tiran contra quienes representan la transformación de la realidad de miseria en mejora social y contra el futuro aún máyor de autonomía y poder popular sobre la riqueza. Es la lucha de clases, es la lucha por la propiedad de unos pocos o por la propiedad de la mayoría.

Es la hora acordada por la burguesía, y el fuego prende la mecha y hace estallar la bomba, la misma bomba que informativamente repetida defiende los intereses de la minoría propietaria.

Para los voceros burgueses de la furia y el ruido todo discurre como han previsto, y llaman al terror con la cruz cristiana al cuello, repiten palabra por palabra la provocación, la amenaza y la falsedad, siguen la enseñanza de su Goebbels, «una mentira repetida mil veces se convierte en una verdad» .

Es la guerra de clases en una circunstancia nueva: ya no son dominadores absolutos y ansían volver a serlo, por eso su agresividad es mayor que en 2014, por eso se afanan en el mando de tanta violencia contra los bienes del pueblo.

Algo de la riqueza de Venezuela se les escapa: casas para la población trabajadora, atención médica, salarios, enseñanza, y un poco de petróleo, lo que ha hecho de Venezuela uno de los tres países más igualitarios de América Latina.

Odio de clase es lo expresado por la burguesía venezolana y española contra el pueblo venezolano.

Y no insulten a la inteligencia de la clase trabajadora esos que firman como inteligentes llegando o saliendo a la palestra a la hora contratada por la burguesía. Sólo hay que echar cuentas del beneficio de los comunes. No insulten la inteligencia. Cualquiera sabe que los procesos de cambio arrastran consigo restos del modelo que se ve superado por la participación y la mejora de vida de los desposeidos. Los fallos, los pasos equivocados, lo que se ha hecho mal desde el gobierno bolivariano, tendrá que ser cambiado.

De todos es sabido que estamos ya en otra circunstancia (la ley del eterno retorno, otra vez, sí, y en otra circunstancia), y que la burguesía, el régimen imperial, los monopolios y sus militares comunicacionales tienen intereses al margen del pueblo, y las palabras pueden animar al avance o tener la cobardía de la bomba, de la mecha y el fuego como la emplea la contrarrevolución. Detrás del comunicado de los inteligentes se agachan los López, los Carriles, los Fredy, los dueños de la prensa española y venezolana, los oligarcas yankees, como lo hacen los intervinientes en una batalla tras un parapeto para salir al campo cuando se les ordene.

Quien niega que la Constitución de un país elaborada desde la base trabajadora es la mejor opción, es sencillamente porque no participa de los intereses de la clase trabajadora. Quien niega que esa elaboración de la clase trabajadora es la cima de la creación social, niega a la mayoría. Quien niega que la palabra y la acción de la clase trabajadora en el poder lleva a ir deshaciendo la contradición principal del capitalismo, es que quiere asegurar el, o volver al, mundo de dominación de la minoría. Es la síntesis del aprendizaje histórico.

Tanto empeño en impedir su consecución con todas éstas armas es para «convidarnos», a las clases trabajadoras a indefinirnos, «convidarnos» a la mierda resultante de sus principios explotadores de clase superior, vienen a «convidarnos» al terror que difunden con el fuego en la mecha y que estalle la bomba. La bomba en sus manos, la mecha en la bomba, y el fuego con el que la prenden.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.