El gobierno venezolano se anotó este domingo dos triunfos: uno, la adjudicación de la gobernación en 17 de los 23 estados, y dos, la comprobación de que la política es la única salida posible para la crisis venezolana, en unos comicios regionales que tuvo la participación de más del 61% de la ciudadanía, superando escenarios […]
El gobierno venezolano se anotó este domingo dos triunfos: uno, la adjudicación de la gobernación en 17 de los 23 estados, y dos, la comprobación de que la política es la única salida posible para la crisis venezolana, en unos comicios regionales que tuvo la participación de más del 61% de la ciudadanía, superando escenarios previos de elecciones similares en el país.
Las elecciones se realizaron en un clima de total paz, sin incidentes, con una participación masiva de ciudadanos. Al cierre de la jornada dominguera, restaba aún la definición en el importante e industrial estado Bolívar
Existe preocupación en el gobierno porque la oposición ganó las gobernaciones de los estados Táchira, Zulia y Mérida (además de Anzoátegui y la insular Nueva Esparta), en zonas estratégicas de fronteras de vital importancia, en momentos en que el presidente estadounidense Donald Trump tiene esa línea obsesiva contra Venezuela.
La oposición ya cuenta con una Asamblea Nacional, «legalizaron» en la sede de Washington de la OEA un Tribunal Supremo de Justicia… ¿Irán ahora por la formación de un Poder Ejecutivo paralelo?
La elección de gobernadores significó una medición de fuerzas y una redistribución de posiciones institucionales, parte de un entramado electoral que tendrá su cima en los comicios presidenciales de finales de 2018. Paralelamente, desde el gobierno se trabaja en la creación de un nueva institucionalidad, como conclusión de la Asamblea Nacional Constituyente.
Las elecciones fueron la comprobación de que la política puede prevalecer en Venezuela aún en tiempos de altos niveles de conflictividad y violencia. Tras cuatro meses de terrorismo callejero con el fin de derrocar al presidente Nicolás Maduro y cuando la prensa hegemónica cartelizada afirmaba que todo estallaba en mil pedazos, esta fórmula política destrabó el enfrentamiento y encontró una salida política a lo que se promocionaba como una inevitable guerra civil.
No cabe duda que Venezuela sobrevive en crisis en medio de una guerra económica y financiera y la falta de respuestas del gobierno, con precios de alimentos que suben a diario y medicinas que desaparecieron del mercado, con salarios desnutridos, billetes que escasean, pero la liturgia de la campaña electoral siguió los parámetros de las anteriores en los últimos 18 años.
La corrupción, tradicionalmente arma estratégica discursiva de la oposición, ha sido denunciada recientemente por el Poder Ejecutivo como principal enemigo del proceso. Las últimas denuncias hacen suponer que pronto se sabrá quiénes recibieron sobornos de Odebrecht, por ejemplo.
Eleazar Díaz Rangel, director de Últimas Noticias, señala que subsisten preguntas, como hasta dónde llegará el Fiscal o qué hay detrás de estas denuncias: resulta difícil para muchos creer que de verdad no hay intocables, añade.
Plan Almagro, plan Zapatero
El conflicto venezolano es parte de la disputa geopolítica mundial, donde EE.UU. y sus subordinados trabajan en escenarios diplomáticos, económicos, financieros, militares y sobre todo comunicaciones (imponiendo imaginarios colectivos en todo el mundo contra el bolivarianismo), mientras el gobierno redobla -incluso con visitas de Maduro- sus relaciones con China, Rusia, países emergentes, petroleros, en desesperados intentos de evitar la asfixia finaniera.
Obviamente, los comicios no son por sí solos una respuesta a la crisis en un país donde no existe una hegemonía definida con claridad, que podría dilucidarse a través del derrocamiento del gobierno o a través de una intervención extranjera, iniciativas que vocifera el secretario general de la OEA, Luis Almagro.
Desde hace más de un año, un equipo de expresidentes socialdemócratas (Rodríguez Zapatero, Torrijos, Leonel Fernández y ahora Danilo Medina), trabajan sobre la opción de la coexistencia entre el gobierno bolivariano y la oposición para el período 2019-2024. En este plan, se acordarían asuntos relativos al Tribunal Supremo de Justicia, las Fuerzas Armadas Bolivarianas, incluso la creación de un Senado (hoy el Parlamento es unicameral).
Algunos analistas, como el politólogo Leopoldo Puchi, señalan que en esta opción pudiera estudiarse una fórmula de neutralidad geopolítica para Venezuela, con el apoyo de la Unión Europea, Rusia y China. Añade que la forma en que será asumidos los resultados del 15-O, definirá si el evento reforzará la «opción Almagro» o la «opción Zapatero».
Previo a este acuerdo se debe pactar un entendimiento de convivencia para lo que resta del mandato de Nicolás Maduro: restablecimiento de la Asamblea Nacional (AN), una ley de amnistía y la aprobación por la opositora AN del endeudamiento para refinanciar los bonos de la deuda que vencen en 2018, solicitado por el gobierno. Lo ideal sería que se hubiera pactado antes del 15 de octubre.
Pese a sucesivos desmentidos, hay pistas sobre un acuerdo en materia de diálogo. El presidente de la AN Julio Borges dijo al diario Panorama que ésta está a punto de recuperar todos sus poderes, mientras que Delcy Rodríguez, presidenta de la Asamblea Constituyente, anunció que esta instancia discutirá una ley de amnistía (se liberaron estudiantes presos en Táchira), y la oficialista Tania Díaz habló del reconocimiento mutuo de ambas asambleas.
Entre las tareas que le restan al gobierno central, es impedir el avance de trincheras de la contrarrevolución, ya que cada gobernación en manos de la oposición sería un territorio desde donde avanzar y un presupuesto con el que financiar sus actos.
Y, sobre todo e stabilizar la economía, lo que le proporcionaría tiempo para pensar y superar la agudización de los graves problemas que tiene que ver con los precios, el abastecimiento de alimentos y medicinas, el dólar ilegal, los repuestos, los productos de higiene.
En este punto, señala Marco Teruggi, se dificulta prever una mejora. Por la fuerza del ataque/bloqueo exterior y de los grandes empresarios, los precios internacionales del petróleo, por la corrupción que atacó áreas estratégicas, por las señales contradictorias de hacia dónde ir para resistir y avanzar, por el poco impacto de las medidas tomadas en la cotidianidad.
¿Qué sociedad se quiere construir? El Estado proporciona condiciones para crear comunidad-organización, o, al contrario, burocracia política e institucional para operar como freno de mano del mismo proyecto que conforma. Bajo gobierno de derecha el tema sería cómo resistir a la revancha que se descargaría y los cuerpos incendiados entre abril y julio fueron una antesala de eso, añade Teruggi.
El domingo 15 de octubre, el pueblo venezolano dio otra lección de civismo, de democracia. Ahora, deberá recomenzar a andar el camino de la negociación política y del diálogo en busca de una nueva institucionalidad, mientras el nuevo desafío será a finales del año próximo, cuando se deba elegir un nuevo presidente.
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