El chavismo vuelve a ganar como el pasado 30 de julio, y gana por varias razones indiscutibles. La primera porque las elecciones se dieron en un marco de absoluta paz, sin ningún tipo de incidentes. Segundo porque el voto fue masivo, el bravo pueblo salió otra vez a votar con todo, como el pasado 30 […]
El chavismo vuelve a ganar como el pasado 30 de julio, y gana por varias razones indiscutibles. La primera porque las elecciones se dieron en un marco de absoluta paz, sin ningún tipo de incidentes. Segundo porque el voto fue masivo, el bravo pueblo salió otra vez a votar con todo, como el pasado 30 de julio para la Constituyente. En un país donde el voto no es obligatorio salieron a cumplir con su mandato democrática el 61,4% de los votantes. El resultado oficial es implacable para quienes apostaron a la desaparición del chavismo: 17 gobernaciones sobre 22 quedaron para el PSUV. Y puede sumarse una más en las próximas horas, si se consolida el triunfo en el Estado Bolívar.
Además, para mayor escarnio de los que hasta hace pocos días apostaban a la violencia, el chavismo se impuso en Miranda, generando allí una victoria estratégica.
Esto no es un milagro, sino que es la mejor demostración de conciencia cívica e ideología revolucionaria que posee el pueblo de Chávez y de Maduro, esas mujeres y hombres que derrotaron a la violencia con su movilización en las calles y a través de las urnas. La democracia participativa es para ellos y ellas un arma invencible, y la han sabido usar de la misma manera que en los momentos más duros, siguieron construyendo Revolución.
La oposición ha quedado otra vez sin discurso y por más que sus padrinos Trump, Luis Almagro y la Unión Europea cacareen y amenacen, la verdad es la única realidad. No hay nada que pueda quebrar la dignidad y la valentía del pueblo venezolano que hoy,otra vez, ha arrollado al fascismo encubierto detrás de la MUD y sus orientadores internacionales.
Festejar la victoria pero no minimizar al enemigo
Derrotada nuevamente en el ámbito local, ahora a la oposición sólo le queda recostarse en la agresión internacional que se seguirá gestando, sin duda, con Estados Unidos como ariete fundamental. Por un lado, insistiendo en la idea de la intervención directa, y para ello podrían estar pensando en gestar lo que Almagro puso en práctica días atrás con la idea del «gobierno paralelo». No es extraño que intenten lo que en otro momento trataron de hacer en la llamada «media luna» boliviana y que Evo Morales supo derrotar. En esta ocasión, no es de extraár que el Imperio trate de aprovechar la victoria de la oposición en los estados fronterizos, como Zulia, Táchira y Mérida, para imaginar allí una base de aterrizaje intervencionista.
En ese marco, los medios hegemónicos, que en los últimos días invisibilizaron la elección, ahora ya están cantando «fraude» y seguramente en los próximos días calentarán el ambiente nuevamente con el retorcido argumento que «la dictadura de Maduro» se ha «inventado» un triunfo que no es tal. El nivel de infamia que destilan estos medios no sorprende, pero frente a cada una de estas maniobras se volverá a levantar, sin dudas, el muro inexpugnable del pueblo bolivariano. El mismo que lanzó su grito de «no pasarán» el 30 de julio y que este 15 de octubre lo ha reafirmado plenamente.
A festejar entonces, en Venezuela y en la Patria Grande, pero a no bajar la guardia ni un tantito así, como diría el Che. Ya que el enemigo que se enfrenta es el mismo del que ya nos advirtieran Martí, Bolívar, Fidel y Chávez.
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