Aclaraciones Hace algún tiempo publiqué aquí en Rebelión un artículo que hacía la crítica a algunas formas de interpretar la teoría de Marx. Entre los que considero que cometen esos errores que mencionaba está el prestigioso profesor Rolando Astarita. Poco después recibí respuesta suya, a la cual, hasta el día de hoy no me atreví […]
Aclaraciones
Hace algún tiempo publiqué aquí en Rebelión un artículo que hacía la crítica a algunas formas de interpretar la teoría de Marx. Entre los que considero que cometen esos errores que mencionaba está el prestigioso profesor Rolando Astarita. Poco después recibí respuesta suya, a la cual, hasta el día de hoy no me atreví a replicar más que unas pequeñas líneas publicadas en mi blog La Trinchera; quizá guiado por la máxima de Descartes de no ser partícipe de debates teóricos, y con la idea de que ser parte de estos es repetir lo que he escrito en artículos anteriores.
Sin embargo, creo que son pertinentes algunas aclaraciones, que amigos y compañeros me sugirieron no dejara de hacer. Con todo respeto al camarada Astarita, aquí va mi respuesta, que si bien lleva su nombre, puede ser dirigida indirectamente a muchos marxistas y sin más aspiración, que servir al esclarecimiento, enriquecimiento y la conservación del pensamiento de Marx.
Volver a leer a Marx
Habría que empezar recordando algo, y es la propia existencia de la diversidad en el debate. Como dijo un sabio, si se me permite parafrasearlo de cierto modo: un texto muere cuando termina de ser escrito; así la propia existencia individual, época, lugar, necesidades propias del lector -y otras variables-, harán que cada cual haga de lo leído un mundo diferente.
Por otro lado, hay que tener en cuenta que Marx es lo que define Foucault como un autor (Ver ¿Qué es un autor?) (1). Según este, la obra de Marx es tal, que es iniciadora de discurso, al que si se acude, se regresarán con interpretaciones, que pudieran remover todo el campo de la anteriormente interpretado.
Es por eso, la propia riqueza y diversidad de la subjetividad individual, sumado las características como autor de Marx, que hacen que ir a él se haga un hecho tal que genere diversos paradigmas. Así, encontramos desde un marxismo inclinado hacia los manuscritos (marxismo occidental), otro que refuerza una interpretación basada en La lógica de Hegel (Lefebvre, Garaudy y seguidores), otro que se inclinó a interpretaciones permeadas por La fenomenología de Hegel (estructuralismo francés), y otras tantas corrientes. Cada una, ha ido, ha bebido, con sus propias capacidades, épocas, preguntas, contextos, en busca de un Marx, y de seguro, todas han aportado algo al marxismo.
Con lo anteriormente expuesto, lo primero que afirmo, es que aún no existe esa lectura definitiva -entendida como las posibilidades- que haya agota a Marx. Mientras su obra este, hay ahí un autor esperando. Es por eso, que defiendo aquí el derecho y el deber de la lectura responsable de Marx. Y si la mía, difiera de la hasta ahora aceptada de su economía política, y no existe esa lectura definitiva, es necesario entonces, si alguna es superior a la otra, la comprobación será través de un sometimiento a cuestionamiento.
De la misma manera en que Lefebvre demuestra la superioridad de la dialéctica sobre la lógica formal (2), porque la primera es capaz de reconocer sobre qué versa la segunda, definir sus límites, y pensarse así misma dentro del espectro del pensamiento; de la misma manera que su dialéctica trascendía en los debates al estructuralismo, no por oponérsele sino por ser capaz de situar a cada una en su lugar dentro del pensamiento, debe dialogar entonces lo que propongo para entender a la teoría del valor de Marx con lo que exponen otros como Astarita.
Cómo enfrentar el debate
Para enfrentar ambas posturas, sería poco serio-y concuerdo con Astarita- estar usando citas. Por eso, dejaré fuera de esto todas aquellas frases de El Capital o de las Glosas marginales a Adolph Wagner. Con el uso de estas, solo se cae en la incomodidad de estar repitiendo, de sacar de contexto, de significado, o simplemente de quedar atrapado en una estructura de lenguaje, donde, terminan por quedar frases que encajan para demostrar una u otra postura, al más puro estilo del dilema kantiano: esta vez, a base de citas, se pueden demostrar dos interpretaciones opuestas de Marx, dos «verdades».
Como respuesta a esa situación, prevista antes por Descartes, aquel recomendó aferrarse a alguno de los caminos a elegir siempre que hubiera que escoger entre dos verdades, porque siempre llevarían a un resultado (Ver El discurso del Método). Evidentemente, entender el valor como Astarita-y toda la tradición clásica de la Economía política posterior a Marx- ha conformado toda una escuela; por otro lado, la forma que defiendo igual conduce a toda una forma de pensar el valor. Por lo que la solución cartesiana no es muy viable.
Pero como tal cosa es un dilema kantiano, y esto solo vio solución en Hegel, es en él, donde se halla una salida a tal conflicto al pensar. Para este, el problema que Kant advertía, era que intentaba unir dos identidades del pensamiento ya construidas, esquema dentro del cual, no eran reconciliables. Cambiar eso, era cambiar las identidades, pero como estas eran hechas por el pensamiento, entonces Hegel advirtió, había que cambiar el pensamiento. Como lo único que podía cambiar al pensamiento era el propio pensamiento, entonces entendió, que resolver un dilema tal, una «paradoja», debía hacerse a través de un pensamiento que se pensara a sí mismo diferente, para que estableciera otros esquemas, y resolver la contradicción.
Entonces, llegó a la conclusión, de que no se debía pensar en términos de identidades, sino de relaciones, que debía reconfigurarse el pensamiento basado en relaciones que poco a poco se arman y permiten crear identidades para determinadas relaciones. Ese pensar, solo lo ofrece la filosofía.
De la misma manera que Hegel enfrentó al hecho de continuar de manera arbitraria dos verdades paralelas y le dio solución, donde esas identidades son-en el caso particular que me ocupa- el armazón de citas y argumentos que las rodean, se debe buscar la filosofía que permita pensar a cada una de las teorías, estableciendo las relaciones necesarias para llegar a ese trasfondo filosófico al cual las teorías no deben llegar por sí solas, y hallar su trasfondo filosófico. Hay que ver, sobre que teoría esta armada cada verdad, es decir, sobre qué sistema de relaciones-determinaciones se construyen estas, para poder encontrar la correcta.
Desconociendo si la postura clásica, se ha pensado a sí misma desde una filosofía, es decir, si ha filosofado sobre sí misma, entonces, habrá que hacerlo y con su peso establecer un pensamiento que revise ambas posturas.
Dada la complejidad de la obra de Marx, lo más apropiado para analizarla sería usar aquella herramienta que el mismo intentó aplicar: la dialéctica (la de Hegel), entonces, sobre la base de este, piénsese a Marx. Así, buscando su lógica, se podrá llegar a discernir y obtener una elección entre las dos «verdades» construidas, a partir de cuál es más coherente, no con citas de Marx, sino con la lógica correspondiente.
No considero que sea necesario establecer una explicación de por qué esta. Solo recuerdo, que para Hegel, filosofía era igual a lógica, y la lógica de Hegel está recogida en el libro La ciencia de la Lógica. Sobre la base de tal esquema expuesto ahí, de construcción relaciones, no de identidades, podemos entonces pensar.
Si se pusiera en duda esto, recuerdo que el armazón lógico sobre el que descansa El Capital es el libro de Hegel.
Antes de continuar, sería oportuno mencionar las posturas. Aunque la crítica versaba en torno a cómo entender el valor, en realidad entre Astarita y yo hay una diferencia teórica fuerte: cuál es la sustancia del valor. Para él, como para tantos economistas políticos, el valor es la media social del gasto de trabajo en horas para su producción, donde la sustancia del valor es el trabajo, el trabajo abstracto que se mide en tiempo.
Por otro lado afirmo, que sin dudas el valor proviene del trabajo, pero que ese trabajo-en su magnitud-, no es horas, sino actividad racional, donde el valor de algo va a ser el reconocimiento que la da la sociedad a los resultados de la actividad consciente del hombre, y que este valor va a depender no precisamente de la cantidad de horas que se trabajo, sino cuánto la sociedad necesite dicho resultado de la actividad, ya que lo que nos importa a los hombres a la hora de valorar un producto, es cuanto nos sirve para vivir en sociedad, no cuanto se trabajo por él.
Algunas aclaraciones desde la filosofía
Es necesario resaltar cosas propias del pensamiento lógico de Marx. Lo primero, es que la dialéctica, proviene de una tradición racionalista, de la que Hegel es parte. Marx, se cuestiona ciertas inversiones en las teorías políticas y de la historia de Hegel, pero asume su lógica. Luego la usa, para con todo ese esquema, explicar la sociedad, y en eso radica su materialismo, en salir de ese mundo de las ideas, y entrar a explicar algo más terrenal. Con esto, Marx creaba un arma de doble filo: un materialismo filosófico basado en un esquema dialéctico, creando confusiones que persisten hasta hoy.
Lo primero que habría que empezar por aclarar es que las categorías de la dialéctica, recogen relaciones, y que tales categorías no existen propiamente (su contenido). Cada una de ellas, es una esfera, un conjunto de determinaciones (relaciones), donde lo importante no es lo que contiene la esfera, sino esas relaciones que la conforman, cosa que tiende a confundirse mucho, atribuyéndole a la identidad alrededor de cual se formó la esfera, las propiedades de esta.
Por ejemplo, resumiendo, la clase social, es una construcción de relaciones que hacemos sobre un conjunto de hombres para establecer una identidad sobre ellos (burgueses, etc.). Sin embargo, terminamos por atribuirle esa identidad de las relaciones (clase) a los elementos (hombres que la conforman), llegando a pensar que el hombre piensa como si fuera toda la clase, y no simplemente como el ser individual determinado por esas relaciones que es. Este error tan común, solo nos muestra, que las relaciones que la dialéctica construye alrededor un elemento como características propias de este (Ver ¿Cuál deber ser el comienzo de la Ciencia?) (3),terminan por pensarse que es algo del elemento. Otro ejemplo puede ser el valor de uso, relaciones de utilidad, pero terminamos por llamarle valor de uso a las cosas-mercancías alrededor de las cuales se establecen esas relaciones de valor de uso.
Lo que sigue, es que tales categorías son elementos del pensamiento abstracto (todo pensamiento), sin más contenido que el propio pensamiento. Quien crea que una categoría tiene como contenido lo que la dio a origen, está incurriendo en un error de positivismo, ya que tal, y como explica Hegel, el comienzo de la ciencia, en el mismo momento en que se construye una categoría esta está sujeta a idealizaciones permeada por los sentidos. Su contenido, no fue lo que la engendró, sino ese propio pensamiento.
Todo eso nos conduce a pensar un elemento sin el que no se puede leer a Marx (el valor): las categorías de la dialéctica, son abstracciones con estructura de relaciones, cuya contenido es el propio pensamiento.
Con esto, se ahorra uno muchos errores. El primero, es pensar que por ejemplo, que el valor está ahí, en el mundo y que ese reconocimiento es a algún contenido de la cosas (horas en este caso), sin ver que es el reconocimiento por las relaciones entre hombres conscientes, permeado por factores culturales entre otros. Es decir, el valor no es propiamente una cosa que está ahí y que Marx descubrió, decir esto es confundir las relaciones alrededor con la cosa propiamente (como mencioné anteriormente). Tal comportamiento pertenece al campo de las ciencias naturales. La dialéctica, se basa en construir una serie de abstracciones sobre relaciones (no identidades previas) para explicar un fenómeno, en el caso del valor: el cambio, la interacción de los seres humanos en cualquier sociedad para obtener lo necesario para reproducirse. El valor (relaciones), tiende a confundirse con la cosa-mercancía alrededor de la cual se construyen sus relaciones de valor.
Por lo que lo primero para entender la categoría valor, es saber, con toda certeza, que no es algo que se encuentra, que no se le encuentra el valor a las cosas, o se descubre que las cosas tienes valor, sino que es un elemento explicativo, una herramienta de análisis, una categoría sin más contenido, que el que tiene cualquier categoría: el pensamiento. Por lo que me atrevo a afirmar, que a las relaciones de reconocimiento, la forma que encontramos de explicar ese reconocimiento, que sea mayor o menor, es estableciéndolo y pensándolo como valor, donde lo que nos importa a la hora es teorizar solamente que hay relaciones humanas detrás. Al los hombres intercambiar, no buscamos una identidad fija, un principio para darle contenido al cambio (horas por ejemplo), sino simplemente una ventaja en esas relaciones de reconocimiento, y eso es lo que intenta recogerse en una categoría.
Algo tan sencillo, como aplicar el principio de las relaciones, a la sociedad, y a esas relaciones punto de partida de la teoría, y como parte de dar continuidad a la tradición de la Economía Política Clásica, se adopta el término de valor. Así el valor es: relaciones conscientes de reconocimiento a los resultados de la actividad humana.
Cosa esta, se contrasta con un pensamiento que sitúa el valor cómo resultado de una media social de gastos de trabajo, que se forma mecánicamente y es el valor de las mercancías. Surge en estos, una identidad fija, un encasillamiento dentro de una forma para definir una categoría, y cuyo contenido afirman que es la cantidad de horas de trabajo medias claro.
Hasta aquí, va en contradicción la teoría que cuestiono con un punto clave del pensar dialéctico: romper las identidades como punto de partida, y entender que el contenido del pensamiento, es el propio pensamiento, y este que nos servimos de este para explicar relaciones entre hombres, no para con esas categorías pensar que descubrimos cosas que había que descubrir en la naturaleza, como es el caso del valor.
Hay quien dice que el pensamiento tiene otro contenido (la existencia física que está reflejando), pero eso ya es positivismo.
Resumiendo hasta aquí
El primer error que se advierte en muchas interpretaciones a Marx, entendido desde la dialéctica hegeliana, es confundir al ser determinado, la esfera de determinaciones que se construyen mentalmente alrededor del ser con el ser propiamente. Esto es, confundir las relaciones de valor, con el objeto que porta esas relaciones. De ahí deriva, que se busque un fundamento-contenido, dígase sustancia en él, sin comprender que su único contenido son esas relaciones conscientes, racionales (pensamiento).
Por otro lado, permite concluir cómo se ha pensado que el contenido de dichas categorías, está en las cosas: el valor es algo que quedó plasmado sustancialmente en las mercancías, cuando es solo las relaciones que los hombres tienen conscientemente alrededor de estas.
Este es el primer error que separa Hegel al explicar las determinaciones del ser. Parece que se sigue cometiendo por marxistas.
Hay mucho debate respaldado en citas, pero recuerdo que la idea que busco es pensar en los términos filosófico a los que Marx se adscribía, y desde ahí buscar la categoría valor. Más adelante, se podrán ver las categorías que se usan y citas, pero antes hay que pasar por el soporte filosófico.
Bibliografía
1. Foucault, Michel. What is an author? Critical Theory since 1965. Florida : Hazard y Leroy Searle, 1966.
2. Lefebvre, Henri. Lógica Formal lógica dialéctica. Madrid : Siglo XXI, 1970.
3. Hegel, Federico. Cuál debe ser el comienzo de la ciencia. La ciencia de la lógica. s.l. : Ediciones Solar, 1982.
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