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Entrevista a Rubén Blades, cantante y ministro de Turismo de Panamá

‘Dejo la música para hacer política’

Fuentes: La Vanguardia

Músico, actor e incansable luchador social, Rubén Blades abandona escenarios y estudios cinematográficos para asumir -hoy- la cartera de ministro de Turismo de Panamá. Aunque hace diez años no logró cumplir su sueño de ganar la presidencia de su país, ahora dejará su marca con una labor en pro de su gente. Más de una […]

Músico, actor e incansable luchador social, Rubén Blades abandona escenarios y estudios cinematográficos para asumir -hoy- la cartera de ministro de Turismo de Panamá. Aunque hace diez años no logró cumplir su sueño de ganar la presidencia de su país, ahora dejará su marca con una labor en pro de su gente. Más de una vez ha dicho que no había que quedarse en la denuncia de la letra de las canciones, sino que uno debe comprometerse en empresas concretas.

Blades, símbolo de la salsa, de la música afroantillana y del latin jazz, hace un alto en su carrera artística para dirigir un nuevo ministerio. Ha anunciado que mientras siga en el cargo no dará un solo concierto. Tiene muchas ideas, planes y proyectos, y necesita tiempo para poder concretarlos. Pocas horas antes de su toma de posesión, habló por teléfono con La Vanguardia.

-¿Qué le ha decidido a dejar el mundo artístico?
-Panamá, un país con incontables recursos, tiene mucha pobreza. Y el turismo crea empleo y genera riqueza. Panamá merece ser conocido porque lo reúne todo: historia, monumentos, etnografía, turismo de aventura, paisajes increíbles, islas, playas… Y la maravilla del canal transoceánico. Crearemos una oferta sugerente que atraiga a turistas. Para eso estoy aquí; amo mi país y valoro lo que tiene. No pienso en lo que haré dentro de cinco años cuando Martín Torrijos deje la presidencia. No sé si volveré a los escenarios. Ahora sólo me preocupa que Panamá tenga un sector turístico más fuerte. Mi objetivo es volcar el apoyo y la popularidad que la música me ha dado en dar a conocer el país. Asumo el puesto con entusiasmo y con la mejor intención, pero sin ínfulas de nada. No quiero ser el ejemplo de nadie, sino del que trabaja todo el tiempo.

-¿Es duro abandonar por completo los escenarios?
-Es duro en unos aspectos pero en otros resultará gratificante. No es que diga no a la música, digo sí a mi país. Ahora dejo la música para hacer política, pero espiritualmente nadie renuncia al arte, hay circunstancias que son más urgentes y lugares donde uno puede resultar más efectivo. Dejo una carrera de éxito, en el cine y en la música, pero me compensa el deseo de trabajar por Panamá.

-¿No hará como Gilberto Gil, que siendo ministro de Cultura de Brasil, aún actúa?
-Cada uno tiene una opción que debe ser respetada.

-¿Tanta confianza tiene en Martín Torrijos como para abandonar su carrera?
-Si no la tuviera no habría dado este paso. Es un hombre capaz y honesto a toda prueba. Tiene una visión distinta del político tradicional. Ya sentí atracción por su padre, el general Omar Torrijos, que marcó el camino para que Panamá recuperara el canal. El panameño sabe que la vaina no la va a resolver gritando Please, help! Eso se debe al cambio que dio Torrijos en 1978, y a la dimensión nacionalista que imprimió al proceso panameño. El general Torrijos era muy hábil, era indio cuando tenía que ser indio, campesino cuando debía serlo, y gente de ciudad cuando era necesario. Aunque ya somos dueños del canal, seguimos dependiendo de Estados Unidos; por eso es necesario impulsar el nacionalismo.

-Un peligro que tiene el poder es que quienes lo ejercen van perdiendo sensibilidad.
-Soy consciente de eso. Pero mi poder será limitado. En España puede sonar rimbombante el cargo de ministro, pero en Panamá no lo es. El nuestro es un país pequeño en donde nos conocemos todos. Todo mi trabajo musical está justificado con el trabajo social. Las letras de mis discos están impregnadas de esa sensibilidad. En mis canciones cuento historias; abordo con una mirada atenta sucesos del barrio, de grupos sociales, de la ciudad. Mi música ha sido la banda sonora de la vida de mucha gente. La sensibilidad está presente desde el primer disco. Y no voy a cambiar porque me ponga corbata.

-Jimi Hendrix decía que la diferencia entre la política y la música es que en música no se pueden decir mentiras.
-Por desgracia, la clase política de América Latina, y también de otras partes, ha hecho buena esa frase. En 1990 fundé un partido, Papa Egoró, y en 1994 me postulé para presidente en un esfuerzo por cambiar la política. El proyecto Papa Egoró se desprende de la canción Pablo Pueblo. Al crearlo, quería demostrar que era posible una respuesta política fuera de los partidos de corte tradicional. No quise aceptar el nivel de responsabilidad que el partido me exigía: debía ser un verdadero dirigente y cometí el error de creer que podía delegar. La idea del poder marea. No corrompe: desenmascara. No sabes quién es quién hasta que tiene poder.

-Los críticos han destacado que deja la música en un momento excelente como compositor. Se ha escrito que sus dos últimos álbumes, Tiempos y Mundo, fueron arriesgados, innovadores y sonoramente pulcros. Menos salseros, pero más ricos en ritmos y armonías. ¿Seguirá componiendo?
-Mi dedicación al trabajo será total. Ya he dicho que abandono mi carrera profesional. El poco tiempo libre de que disponga lo dedicaré a estar con mi familia, a la que he tenido muy descuidada. Mi papá es mayor. Mi mamá se fue sin haber yo estado a su lado muchos años. Ahora quiero pasar un cierto tiempo con él, con mis hermanos y amigos. Pierdes mucha experiencia compartida cuando no estás en casa con los tuyos.