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Entrevista a Oliver Stone: «Soy un creador, no un historiador»

Fuentes: Dirigido por...

Hacía cinco años que no dirigía un largometraje de ficción. Y su regreso a la gran pantalla no podía ser menos ambicioso. «Alejandro Magno» es sin duda el film más costoso de toda su carrera, no sólo por los ciento cincuenta millones de dólares que hicieron falta para recrear la vida del legendario rey griego, […]

Hacía cinco años que no dirigía un largometraje de ficción. Y su regreso a la gran pantalla no podía ser menos ambicioso. «Alejandro Magno» es sin duda el film más costoso de toda su carrera, no sólo por los ciento cincuenta millones de dólares que hicieron falta para recrear la vida del legendario rey griego, sino porque además tuvo que lidiar con todo tipo de dificultades, desde derrotar a otro proyecto similar encabezado por Baz Luhrmann que iba a ser protagonizado por Leonardo DiCaprio, hasta darse de narices con todos los grandes estudios hollywoodienses que se resistian a cargar con la mayor parte del riesgo de semejante proyecto, por lo que terminó consiguiendo el dinero en diversos países de Europa y en Corea. Sin embargo, lo más difícil fue lograr contener la extensa biografía de «Alejandro Magno» en poco más de tres horas de duración, algo sumamente difícil para alguien que, como se desprende de esta entrevista, aún sigue obsesionado por la intensa y complicada vida del joven más poderoso en la historia del planeta.

– ¿Qué fue lo que le atrajo de Alejandro Magno?

– Que tenía veintiseis años cuando logró dominar al mundo. ¿Cuándo fue la última vez que ocurrió algo así? Tener esa frescura y al mismo tiempo poder conquistar todo el planeta no es algo que se dé todos los días. Además Alejandro Magno vivió una de las más grandes aventuras de la historia, tan fabulosa como la de Simbad. Sus conquistas crearon un mito. Fue superior a Heracles, a Aquiles, a Dionisio. Fue un verdadero dios durante su breve vida.

– ¿Cuán difícil fue encontrar un equilibrio entre la historia y el entretenimiento?

– Soy un creador, no un historiador, pero en líneas generales no fue difícil, porque utilizamos como marco de lo que queríamos contar los hechos históricos, con excepción de un par de casos, como el de Roxana, de quien no se sabe nada. En los libros de historia sólo hay un par de párrafos sobre ella, pero básicamente sigue siendo un gran misterio. Nadie puede entender por qué Alejandro Magno quiso casarse con esta muchacha después de diez años de campaña, algo que molestó a cada uno de los integrantes de su ejercito, porque eliminaba la posibilidad de que el heredero tuviera pura estirpe macedonia. Después de tres años de pasar vergüenza finalmente tuvo un hijo. Pero Alejandro se muere ocho meses después que su amante y su mejor amigo, Hefestión, tal como él lo había prometido. Y abandona a su hijo al morir dos o tres meses antes que este nazca, condenándolo lógicamente a la muerte. Era obvio que él sabía cuál iba a ser el destino del niño si él no estaba para protegerlo. Por eso tuve que inventar aquello que no se encuentra en los libros de historia, siempre siguiendo la lógica de esos tiempos. Según Plutarco, Roxana mandó a matar a Barsine, su enemiga, cuarenta y ocho horas después de la muerte de Alejandro. La envenenó.
Pero esa era la manera de hacer las cosas en esa época. Olimpia hizo matar de una forma espantosa a Eurídice y a su hijo. Eran mujeres muy crueles. Y Rosario Dawson y Angelina Jolie tienen cierto parecido, lo cual me dio cierta licencia como para inventar la escena en la que se sugiere que es Roxana la que ha envenenado a Hefestión, o al menos que eso es lo que piensa Alejandro.

– Tuvo que dejar un montón de cosas afuera a la hora de contar la vida de Alejandro Magno…

– Es cierto. En la película nos tomamos la licencia de extenderle la vida a unos cuantos personajes, como Parmenión y Cleito, por cuestiones puramente argumentales. Pero en la estructura de la película, la vida de Alejandro Magno es la misma, no hubo grandes cambios. No sabemos si él atacó a Roxana. Quizás lo hizo, aunque lo dudo. ¿Quién le mató? Nunca lo sabremos, pero ciertamente hay suficientes conspiraciones contra Alejandro como para suponer que una de esas pudo haber triunfado. Lógicamente sus generales estaban muy preocupados de que los hiciese a un lado, y a su alrededor había una constante lucha por el poder. Buena parte de esto es conjetura, pero eso es lo que hace a los grandes dramas. Creo que he podido ser un poco más preciso que Shakespeare, lo cual ya es decir mucho.

– ¿La película está basada sólo en el libro de Robin Lane Fox?

– No, el libro de Robin fue el eje de nuestra investigación pero leímos todo lo que encontramos y que pudiera aportar algún dato interesante. La verdad es que los historiadores no coinciden demasiado en muchas cosas, como en el tema de las relaciones homosexuales de Alejandro Magno. Supuestamente Alejandro se colapsó cuando murió Hefestión y eso es lo que nos lleva a pensar que fue el gran amor de su vida. Le hizo construir una pira funeraria de seis pisos de alto y se pasó meses llorándolo. Pero no sabemos exactamente qué fue lo que ocurrió. Sobre el final de su vida Hefestión era el único hombre en el que confiaba. Ni siquiera Ptolomeo contaba con su confianza. Otro tema que sigue siendo debatido es Roxana. Nadie entiende bien por qué se casó tan tarde en su vida y con una figura política tan insignificante. Se podría haber casado en Macedeonia, con la hija de Darío, tal como lo sugirió su madre. Ese hubiera sido un casamiento a su altura real. Ese punto y el de Hefastión son los menos explorados históricamente. Pero además, si lees todos los libros sobre Alejandro Magno, te darás cuenta que Hefastión es uno de los personajes más aburridos y eso para mí siempre fue un problema. No sabía cómo hacer para darle peso dramático, porque es la mano derecha de Alejandro y no le cae bien a nadie de su entorno precisamente por eso. El resto de los generales lo desprecia a muerte, lo cual es otra razón para pensar que fue envenenado como producto de una conspiración. Lo cierto es que Hefastión era muy poco atractivo como personaje, y cuando conseguimos a Jared Leto, el papel cambió completamente para mí. Lo miré a los ojos y me di cuenta que era muy atractivo, quizás más atractivo que el propio Farrell. Sus ojos son asombrosos. De allí surgió la idea de que Hefastión tenía que ser la conciencia de Alejandro. El segundo perpetuo, el amigo más cercano. Cuando Hefestión muere, Alejandro dice: » te seguiré hasta la misma casa de la muerte «. Y ocho meses después cumplió con su palabra.

– En el film, para Alejandro, Europa y Asia forman un mismo territorio. ¿Eso es históricamente correcto?

– El puede no haberlo dicho explicitamente, pero sí, para él todo era una gran unidad. Por eso cuando atacaba un país y lo invadía, después de subyugarlo invitaba a su gente a que lo siguieran en su guerra de conquista. Lo interesante es que, en todos los territorios que conquistó, respetó la religión local, continuó sus sistemas de gobierno. En algunos casos los mejoró, pero en otros aprendió de los sistemas de gobierno de los países conquistados. Sin embargo, Alejandro es recordado no sólo como un conquistador, sino como un hombre generoso y compasivo. Fue el primer general que se permitió llorar en el campo de batalla, algo que en esos tiempos no era algo que hacían los hombres. Por algo su modelo era Aquiles.

– ¿Le parece que la aventura conquistadora de Alejandro terminó como un gran fracaso?

– No, porque a partir de él se generó un intenso comercio entre todos los reinos que conquistó y una gran prosperidad económica que duró hasta la llegada de los romanos. Digamos que fue el que le dio la idea a los romanos para que construyeran un gran imperio. Alejandro Magno representa la esencia de los griegos. En cambio los romanos no me caen tan bien. En el fondo, los romanos eran fascistas. Era gente con una mentalidad eminentemente militar. Espero que el público sepa distinguir entre los griegos y los romanos…

– ¿Le parece que Alejandro era un neurótico?

– «Neurótico» es un término moderno. Era un hombre que estaba obesionado con un objetivo gigantesco y que se dejaba llevar por una enorme ambición. Y logró concretar esos objetivos. Una persona neurótica jamás podría lograr absolutamente nada. Más bien era un visionario, porque tampoco hay que olvidar su compasión. Los neuróticos sólo están obsesionados consigo mismos, y aunque Alejandro Magno era un hombre vano y paranoico en muchas cosas, también tenía muchos rasgos de grandeza. Para poder ser el objeto de la devoción de su ejercito, cabalgaba en la primera línea, exponiéndose en cada batalla que libraba. Hacía mucho más que lo que les pedía que hicieran sus soldados. Cuando murió, había sido herido en diversas batallas en ocho ocasiones. Se ganó el amor de sus hombres y parte de esta película tiene que ver con eso, con cómo logró vencer al miedo. Después del motín, durante la batalla contra los elefantes en la India, te das cuenta que termina pagando un precio muy alto por sus actos de arrojo. Pero también es cierto que es a través de su valentía que recupera la admiración de sus subordinados.

– ¿Cuánta investigación se hizo para esta película?

– Muchísima. Cada departamento se ocupó de investigar el área de su incumbencia, desde las armas a la utilería, pasando por la vestimenta. Tuve asesores indios, asesores de danza, asesores de música. Traté de recrear con la mayor fidelidad posible una época de la humanidad que nadie conoce. Espero que el público pueda apreciar a través de la película las diferentes culturas con las que Alejandro tuvo contacto.

– Hay ciertos paralelos llamativos entre la saga de Alejandro Magno y lo que está ocurriendo en este momento en el mundo…

– Pero cuando empecé a trabajar en este proyecto las cosas no eran así. Empecé a trabajar en el guión de Alejandro Magno en 1989 ó 1990. Y luego volví a trabajar en el guión en 1996 y otra vez me concentré en este tema en el 2001. Además hay una cuestión de perspectiva. Para poder tener la misma mirada sobre lo que está ocurriendo en este momento con Bush vamos a tener que esperar veinte años. El mito de Alejandro Magno se ha mantenido vigente durante dos mil quinientos años, porque era un hombre con una mirada muy particular, con mucha compasión y un espíritu muy generoso. Como general era más valiente que sus soldados en el campo de batalla. Por eso ha sido recordado durante tanto tiempo. Su historia va mucho más allá de una película, de mí o de Colin Farrell. Es cierto que hay coincidencias llamativas. Es curioso que Bush haya invadido Irak y Afganistán, los mismos territorios que conquistó Alejandro Magno. Pero aún no sabemos cuál va a ser la trascendencia de este enfrentamiento entre el este y el oeste que estamos viviendo. Es una historia que aún no ha terminado…

– ¿Cuán satisfactorio fue saber que el otro proyecto para hacer una película sobre Alejandro Magno no llegó a concretarse?

– No podría sentirme satisfecho por algo así, porque eso no tiene nada que ver conmigo. El mio fue un proceso que llevó muchos años y que culminó cuando finalmente pude escribir un guión satisfactorio entre el 2001 y el 2002. Esa es la parte más difícil. Esa es la verdadera llave para poder concretar un film. Si tienes un gran actor pero no tienes el material para trabajar no puedes hacer nada. Los otros proyectos sobre Alejandro Magno no llegaron a buen puerto porque también tuvieron problemas. La prensa siempre tomó a Colin Farel como el candidato menos atractivo para convertirse en Alejandro Magno, y siempre se mostraron mucho más interesados en Leonardo DiCaprio en ese papel, sobre todo teniendo en cuenta que Baz Luhrmann estaba de moda cuando se anunció el otro proyecto.

Fue un gran problema para nosotros durante un tiempo, porque nadie nos hacía caso. Le costó mucho a nuestros productores alemanes conseguir la financiación, lo que hizo que todo el proyecto se complicara mucho. Pero teníamos un guión sólido y estábamos convencidos de que la gente tenía que tener una respuesta positiva frente a nuestra propuesta, por lo que seguimos adelante como si tuvieramos orejeras y así fue como pudimos llegar a un final feliz. Baz tiene mucho talento y un gran reparto, y si algún día hace su película, me encantaría verla. Lo que no me va a gustar mucho es que comparen esta película con la que haga él, porque no entiendo por qué dos proyectos sobre el mismo tema no pueden coexistir sin que los estén comparando todo el tiempo. Sé que es inevitable, pero si se estrenan con un par de años de distancia, eso puede ayudar a que el público las separe. Veremos qué es lo que pasa…

– ¿En qué medida el éxito de «Troya» ayudó a que «Alejandro Magno» tuviera una distribución masiva a nivel mundial.

– Nos ayudó mucho porque Troya es un film que fue muy positivo para Warner Brothers, y de alguna manera la historia de Alejandro es la del hijo de Aquiles. Por eso le estoy muy agradecido a Troya , que además me pareció una película muy interesante. Por otro lado, si le prestas atención te darás cuenta que Brad Pitt hizo un trabajo mejor de lo que los críticos han admitido. Aquiles era un monstruo, era un hombre que mataba a sangre fría. En «La Ilíada» asesina gente como una máquina de matar, y no tiene piedad de nadie hasta que Príamo, el rey, lo va a ver. Y aunque Aquiles era el modelo que imitaba Alejandro, él nunca fue un hombre brutal.

– Pero «Alejandro Magno» fue producida fuera del sistema de los grandes estudios…

– Así es. Esta es una película independiente en el auténtico sentido de la palabra. Fue una coproducción internacional como se solía hacer en otros tiempos. Se inició en Alemania y luego fue apoyada por capitales británicos.
Conseguimos un importante subsidio inglés por lo que trabajamos muchísimo en Inglaterra, y buena parte del equipo técnico es inglés. Luego se sumaron los franceses y posteriormente los coreanos. Finalmente se sumó Warner y lo que puso fue muy poco. Por lo tanto no es una producción norteamericana. Técnicamente es una coproducción franco-británica pero los derechos son alemanes. Tuvimos que luchar mucho para poner este proyecto en marcha y lógicamente sufrimos presiones. Sufrí mucho durante el verano, mientras editaba y supervisaba al resto del equipo que se ocupaba del montaje. Hicimos muchísimos experimentos pero nunca perdimos el control de la película. Hubo presiones, pero no quiero dar mayores detalles…

– Cambiando de tema, ¿cómo fueron sus encuentros con Fidel Castro?

– Fidel es una figura muy impactante, un hombre encantador y sumamente inteligente. Tiene una impresionante capacidad de análisis de la situación mundial, especialmente de la globalización. El entiende el mundo desde una perspectiva clásica, donde todo pasa por la economía. Aunque uno pueda pensar que tendría que haber acompañado con reformas la caída de la Unión Soviética, hay temas que no conozco lo suficientemente bien como para discutirlos con él, pero me doy cuenta que es un hombre con una visión muy clara de las cosas. Es el ser humano más fuerte que he conocido, él y Nelson Mandela, que admira muchísmo a Castro. Por eso no entiendo cómo en Estados Unidos pueden pensar que Mandela es una mala persona por admirar a Castro, u Oliver Stone o Jack Nicholson. Al igual que Alejandro Magno, Fidel es un hombre con una mirada particular del mundo, por la que se ha guiado siempre.

– ¿Cree que alguna vez harán una película sobre él como la que ha hecho usted sobre Alejandro Magno?

– Seguramente. Ya lo han intentado un par de veces, pero es una historia muy complicada, con diferentes puntos de vista como Rashomon . Sobre todo porque la versión que dan de él los norteamericanos no coincide para nada con lo que él te puede llegar a contar. La relación de Fidel con Estados Unidos ha sido una constante de causas y efectos, pero en la versión norteamericana de los hechos nosotros siempre nos olvidamos de las causas.