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Tirando a matar

Fuentes: Rebelión

Rigoberto Alpízar Medina, costarricense, 44 años. Este hombre fue asesinado ayer por agentes federales en el aeropuerto de Miami. Este hombre es la primer víctima fatal por parte de un Air Marshall, agentes encubiertos que están listos para asesinar al primer sospechoso.¿El motivo? Rigoberto enloqueció y comenzó a correr por el pasillo del avión, los […]

Rigoberto Alpízar Medina, costarricense, 44 años. Este hombre fue asesinado ayer por agentes federales en el aeropuerto de Miami. Este hombre es la primer víctima fatal por parte de un Air Marshall, agentes encubiertos que están listos para asesinar al primer sospechoso.

¿El motivo? Rigoberto enloqueció y comenzó a correr por el pasillo del avión, los policías le ordenaron que se detuviera pero él desobedeció, su esposa iba detrás de él gritando que su esposo estaba enfermo y no se había tomado su medicina, pero todo esto fue en vano. Cuando Rigoberto desobedeció al policía que le ordenó que se tirara al suelo, las balas comenzaron a salir de las poderosas armas de los policías estadounidenses. Rigoberto murió baleado.

Luego se corre el rumor de que Rigoberto decía llevar una bomba, que mientras corría, llevó su mano derecha al bolso de mano que llevaba para activar el explosivo. Rigoberto era un terrorista (¿cómo habría logrado infiltrarse?), los policías dispararon y evitaron la detonación; habían salvado al aeropuerto y se logró evitar una catástrofe. ¡Gracias a Dios existe esta policía que nos defiende del terrorismo!

Al revisar el cadaver no encontraron el explosivo (¡Pero él juraba tener uno!), revisaron todas las maletas, incluso las de los otros tripulantes. Poco después los expertos decían que no existía ninguna bomba, el peligro nunca existió. Rigoberto no llevaba ninguna bomba, Rigoberto no era un terrorista, Rigoberto era un civil inocente, que según su esposa, sufría de transtorno bipolar.

Entre los relatos de los testigos, resulta curioso que todos afirmen que él se volvió loco y comenzó a correr, negandose a acatar las órdenes del policía, pero en ninguno de los testimonios se dice que Rigoberto gritaba que tenía una bomba y que la iba a detonar.

Tal vez haya sido cierto que Rigoberto gritó poseer una bomba (los misterios reinan en la administración de Bush), tal vez podría ser sólo una excusa para justificar el error de los policías en matar a un inocente que, simple y sencillamente, había perdido el control. Pero el error no es ni siquiera de los agentes, ellos sólo obedecieron las órdenes de sus superiores, y todos sabemos bien quienes son los que están arriba.

Rigoberto no es una excepción, es sólo uno más en la ya numerosa lista de personas inocentes que han sido asesinadas por el gobierno de Estados Unidos y el gobierno de Inglaterra, como parte de su política antiterrorista de «tirar a matar».

Aún está fresca la sangre del electricista brasileño Jean Charles de Menezes, que fue asesinado en Londres por la policía, aparentemente víctima de un error. Los policías creyeron que el hombre de 27 años había sido uno de los culpables del atentado terrorista en esa ciudad.

Personas por doquier en Iraq y Afganistán han sido también víctimas de este problema, son asesinados por posible sospecha de ser terroristas, y en el mejor de los casos, son llevados a cárceles donde son torturados.

Un «lo siento» no justifica esto, los Air Marshalls estadounidenses e ingleses tienen órdenes de disparar a cualquier sujeto sospechoso, no importa si es inocente o no, eso lo verán después, cuando ya esté muerto y no pueda activar una bomba.

Esta política, esta lucha contra el terrorismo, no es más que el mismo terrorismo. Estadounidenses e ingleses viven con un miedo permanente, para ellos cualquiera podría ser su enemigo, para ellos un vecino musulmán es alguien a quién temer, un hombre con mirada rara en el aeropuerto o una persona con problemas mentales, también podría ser un terrorista. A estos posibles terroristas no hay que detenerlos y revisarlos, no, primero hay que matarlos y luego revisarlos. Y lo más triste de esto, es que es cuestión de tiempo para que un niño sea víctima de esta política salvaje e inhumana, porque claro, a cualquier «terrorista loco» se le ocurriría meter una bomba dentro de un pequeño.

Rigoberto tenía trastorno bipolar y ahora está muerto por no tomar su pastilla (o por decir que tenía una bomba según la Casa Blanca), Estados Unidos e Israel tienen bombas y ejércitos asesinos, todo el mundo lo sabe, sin embargo, ellos aún siguen vivos. Perdón, pero yo no puedo aplaudir que este agente encubierto haya matado a un hombre inocente, bajo la excusa de que llevaba una bomba que nunca existió.

Ellos tiran a matar, sin importar su inocencia o no, tienen miedo de todo y de todos…

¿Quién es el que tiene realmente una enfermedad mental?