Traducido del inglés para Rebelión por Felisa Sastre
«El Islam lleva años desafiándonos, a escala mundial y local. Se trata de un desafío que tenemos que tomarnos muy en serio. Hemos dejado sin abordar este asunto durante mucho tiempo porque somos tolerantes y perezosos pero tenemos que mostrar nuestra oposición al Islam y tenemos que asumir, en ocasiones, el riesgo de que se nos etiquete de forma poco grata porque hay cosas hacia las que no debemos mostrarnos tolerantes. Y cuando lo seamos debemos saber si lo somos por conveniencia o por convicción». Margarita II, reina de Dinamarca, 15 de abril de 2005[1]
La palabra tolerancia, que se pronuncia a menudo con dificultad en las sociedades occidentales, es una hipocresía. Pequeños países como Dinamarca, Bélgica, Holanda, Austria y Noruega van a la cabeza de las medidas contra los musulmanes en casa, y puede que se hallen en el camino para promover un nuevo holocausto contra la humanidad.
No sólo esos países forman parte de la coalición dirigida por Estados Unidos, responsable del asesinato masivo de iraquíes, sino que han implantado la discriminación y unas leyes draconianas de inmigración específicamente dirigidas contra los musulmanes que huyen de la guerra y de las dificultades económicas. Los pretextos siempre tienen relación con el fantasma de la «guerra contra el terrorismo».
Históricamente, los musulmanes han sido los receptores finales de la violencia cristiana-occidental durante siglos. Tras los atentados del 11-S en Estados Unidos, Europa occidental se unió a ellos en su cruzada anti-musulmana: » Hoy, todos somos estadounidenses» y estamos unidos contra los musulmanes. Aunque el 11-S todavía es un misterio, se utiliza para legitimar una nueva forma de fascismo cristiano-occidental. Expertos de los medios de comunicación como Christopher Hitchens y Daniel[2] Pipes, que apoyan la ideología anti-musulmana surgen como las setas por todo el mundo occidental. Sirviéndose del tópico de la «libertad de expresión» están alimentando una nefasta y violenta guerra contra los musulmanes en todo el mundo.
Las recientes imágenes blasfemas del Profeta Muhammad no son sino una campaña para promover el racismo y la violencia. El Islam es una religión pacífica, y los musulmanes no son «terroristas». El insulto al Profeta Muhammad, venerado por más de mil millones de personas en todo el mundo, no tiene nada que ver con la «libertad de expresión». Si los caricaturistas daneses hubieran representado en su lugar a George Bush y Tony Blair asesinando a centenares de miles inocentes iraquíes, mujeres y niños, hubieran perdido su trabajo de inmediato y hubieran sido condenados por las mismas gentes que se ufanan de la «libertad de expresión». ¿Se atrevería algún periódico en Europa a desafiar las estrictas leyes europeas que censuran cualquier debate sobre el Holocausto?
Hace poco más de un mes, a principios de enero de 2006, Flemming Rose, el redactor «cultural» del periódico danés Jyllands-Posten (J-P), donde se publicaron las blasfemas caricaturas, declaraba a Dan Bilefsky del International Herald Tribune, que «no publicaría un dibujo de Ariel Sharon estrangulando a un bebé palestino porque se interpretaría como ‘racista'». En el pasado, J-P se negó a publicar dibujos enviados en abril de 2003 por el ilustrador danés, Christoffer Zieler, en los que se satirizaba a Cristo, porque eran «ofensivos, no divertidos». Jens Kaiser, el editor, advirtió asimismo a Zieler:»No creo que a los lectores del Jyllands-Posten les gustaran los dibujos. En realidad, creo que provocarían grandes protestas. Así que no los publiqué» (The Guardian, 06/02/06). Es definitiva, sólo se habla de «libertad de expresión» si los occidentales están de acuerdo, en caso contrario, resulta «ofensivo» o «anti-semita».
El partido danés de ultraderecha (Danks Folkepart) es el tercer partido en importancia del país y apoya a la coalición de centro derecha de línea dura que propaga que los musulmanes planean en secreto adueñarse de Dinamarca. Aunque los musulmanes sólo son el 2 por ciento de la población danesa, uno de cada cuatro daneses ha sufrido un lavado de cerebro, instigado por sus oportunistas monarcas, políticos y medios de comunicación, que les lleva a creer seriamente que algún día habrá «más musulmanes» en Dinamarca que no musulmanes.
El informe de 2005 de la International Helsinki Federation for Human Rights (IHF, en sus siglas inglesas) sobre «Intolerancia y Discriminación contra los musulmanes en la Unión Europea» revela que los ataques contra los musulmanes se han incrementado notablemente en los últimos tiempos. Los musulmanes en Suecia, Dinamarca y Austria se topan con barreras difíciles de superar. En Suecia, a los musulmanes se les aconseja que cambien sus nombres por otros «que parezcan suecos» para tener más oportunidades de encontrar trabajo. Según el informe, el 64 por ciento de los musulmanes entrevistados en Gran Bretaña afirman que se han «convertido injustamente en objetivo de las políticas anti-terroristas». El informe revela que en Dinamarca y Austria las mujeres que llevan pañuelo tienen menos oportunidades de trabajo o estudios. En Suecia, los partidos de ultraderecha alertan de «una invasión musulmana». Otros países europeos como Bélgica, Holanda, Francia, Italia y España también están contaminados con grupos de ultra derecha y partidos anti-musulmanes.
En Bélgica- país que tiene una de las «más terribles e inhumanas historias coloniales»-, el partido de ultra derecha (The Vlaams Blok or Belang) domina la política local con un programa en el que se prevé la repatriación de todas las personas de color a sus países de origen. Uno de sus miembros más importantes, Filip Dewinter, ha declarado a la BBC hace poco: «Cuando observo la cultura islámica creo que la nuestra es superior. Nuestros valores, nuestra forma de vida son superiores y tenemos que decirlo. No considero que la manera de vivir de los musulmanes sea compatible con la nuestra». La nueva consigna del antisemitismo europeo es considerar «al musulmán nuestro enemigo».
En la «tolerante» Holanda, famosa por su brutal y violenta historia colonial, el racismo se ha convertido en uno de los valores de los holandeses. Los musulmanes han sido objeto de ataques de inspiración religiosa. Tras el asesinato de un desconocido cineasta holandés y fanático anti musulmán, Theo Van Gogh, supuestamente por un musulmán holandés de origen africano, por la realización de una obscena película sobre el Islam, los holandeses han explotado como racistas anti musulmanes. La muerte de un enemigo de los musulmanes ha servido para justificar crímenes mucho más graves. Se lanzaron bombas incendiarias contra escuelas musulmanas y mequitas. Se agredió a mujeres musulmanas en todo el país. El gobierno derechista de Holanda ha impulsado una legislación contra los musulmanes para castigar a los inmigrantes y cerrar las mezquitas «sospechosas», y conceder a la policía autoridad para detener a gente de creencias islámicas. Aunque los musulmanes suponen un 6 % de la población holandesa, el ex comisario de la UE, Frits Bolkenstein decía recientemente: «En estos momentos en Amsterdam, el nombre más común en el registro de nacimientos es Mohamed. Esto va a ser- afirma-, la Europa del porvenir».
En Francia, la situación no es muy diferente. Los franceses pueden estar orgullosos de sus bien conocidos odios anti árabe y anti musulmán. El presidente Chirac ha adoptado la política extremista y anti musulmana de Jean Marie Le Pen, que ha incrementado la violencia contra los musulmanes y niega a las mujeres musulmanas el derecho a la educación y al trabajo. Según el informe del IHF, el Front National francés (heredero del fascismo) ha declarado públicamente que los musulmanes de Francia «comparten la lealtad con una comunidad más amplia de creyentes que amenazan la soberanía nacional». Incluso los musulmanes nacidos en Francia, no comparten los ideales de Liberté, Egalité Fraternité y la plaga se está extendiendo a los países vecinos.
La nueva canciller alemana, Angela Merkel, ha comparado el Islam con el «ascenso del fascismo». La diputada de la Alemania del Este, elegida para solucionar el paro de su país y otros problemas sociales, parece que encuentra más sencillo el tema de la guerra contra los musulmanes.
Miles de musulmanes han sido detenidos e investigados por la policía alemana exclusivamente porque «sus perfiles se ajustan a unos criterios básicos, entre ellos sus creencias islámicas», revela el informe de IHF. El estado alemán de Baden-Wurttenberg ha establecido el denominado «test islámico», en el que a los musulmanes que solicitan la nacionalidad se les pregunta su opinión sobre el 11-S, sobre las relaciones homosexuales y sobre si permiten que sus hijas adolescentes vayan a clases de natación. ¿Puede imaginarse que todos los alemanes (de Baden-Wurttenberg) tengan exactamente la misma opinión sobre estas tres cuestiones? «Temo que no hemos aprendido nada de nuestra historia. Mi miedo fundamental es que lo que hicimos a los judíos podamos hacerlo ahora con los musulmanes. El próximo holocausto sería contra los musulmanes, dijo el Dr. Wolfgang Richter, profesor de economía en la Universidad de Dortmund, a Ziauddin Sardar de la revista británica New Statesman. Siempre resulta más sencillo servirse de unos crímenes para cometer otros mayores.
Finalmente, en Australia, las draconianas leyes «antiterroristas» se han elaborado específicamente para convertir en víctimas a los musulmanes. En efecto, jóvenes musulmanes han sido encerrados en cárceles parecidas a Guantánamo no porque hubieran cometido delitos sino por el hecho de ser musulmanes. Algunas empresas han cerrado sus puertas a los australianos musulmanes que buscan empleo y a los inmigrantes procedentes de países islámicos. Además, el ejército de comentaristas en los medios australianos- unos de los más controlados del mundo- acusan a la policía de tratar «suavemente» a los australianos procedentes del entorno de Oriente Próximo. Esta deliberada mentira tiene el propósito no sólo de desprestigiar a la policía sino de incrementar la injusticia y la violencia contra los musulmanes.
El director del informe del IHF, Aarón Rodees, advierte de que «estos sucesos amenazan con minar los esfuerzos positivos de integración y aumentan todavía más la vulnerabilidad de los musulmanes en materia de violación de los derechos humanos y de marginación». Por ello, el informe recomienda a todos los gobiernos de la Unión Europea «incrementar los esfuerzos para perseguir y castigar los actos violentos y discriminatorios». Sin embargo, la advertencia puede caer en oídos sordos. Tal como escribe Sardar: «Incluso entre personas con actitudes mucho más serenas ante las relaciones interraciales, el racismo es desvergonzado y sincero». Los gobiernos pueden echar leña al fuego.
Para clarificar algo que muchos occidentales parecen desconocer, hay que señalar que los musulmanes no ignoran las culturas de occidente, ni el cristianismo, que de ninguna manera es parte de la civilización occidental. Jesús no nació en Dinamarca o Noruega. El hecho de que muchos musulmanes estudien en universidades occidentales y estadounidenses y hayan asumido parte de la cultura popular occidental es una prueba de la buena disposición de los musulmanes. Este malentendido respecto a las sociedades musulmanas, que han sufrido mucho con el imperialismo occidental, está incrustado en la ignorancia de Occidente y su supuesta superioridad, que continúa hasta hoy.
Como vasallos del imperialismo estadounidense, pequeños países europeos como Dinamarca, Noruega y Holanda se sirven de su condición engañosa de «países neutrales» para cometer enormes crímenes en todo el mundo. Desde Palestina a Iraq y Afganistán, sus ejércitos son cómplices de los crímenes de guerra estadounidenses contra pueblos indefensos. Más aún, participan en la guerra «contra el terrorismo» de Estados Unidos y en su política de la «rendición», la política del secuestro y transporte encubierto de personas para interrogarlas y torturarlas en lugares y países desconocidos.
Por ejemplo, Noruega tiene prestigio por el «Proceso de Paz» de Oslo, que no es sino una hoja de parra para encubrir la colonización actual de Cisjordania y la franja de Gaza», y la destrucción de Palestina. En efecto, el «proceso de paz» de Oslo ha permitido a Israel confiscar más del 50 % de Cisjordania y construir docenas de colonias judías exclusivas para los extremistas fanáticos del Talmud.
Los Países Bajos están dirigiendo la vía de la «construcción de la democracia» y aterrorizando al pueblo de Afganistán. Dinamarca con 530 soldados forma parte de la denominada «coalición de voluntarios» que han participado en la ilegal y criminal invasión de Iraq, y los soldados daneses son cómplices de las sádicas torturas y maltratos de los prisioneros y detenidos iraquíes.
Todo esto nos lleva a recordar los inicios del Holocausto judío, como ejemplo de la brutalidad cristiano-europea. Desde luego, el antisemitismo (el odio a los judíos y a los árabes) se había extendido en la Europa cristiana siglos antes de la Alemania nazi. Sin embargo, el antisemitismo moderno lo inició en 1879 William Marr, el alemán que creó la «Liga Antisemita» . La ideas racistas de Marr (el racismo biológico de Europa) se basaban en que los judíos constituían un grupo racial diferente que era física y moralmente inferior, y que por ello debía ser exterminado. Con la ascensión del racismo europeo contra las minorías en el siglo XIX, se eligió a los judíos como objetivo, de la misma manera que hoy lo son los musulmanes. Las diferencias entre los judíos y los otros ciudadanos europeos se manipularon y sirvieron de pretexto para justificar los crímenes contra ellos, a quienes se acusaba de «dominar» el mundo, etc.
La elección de Adolph Hitler el 30 de enero de 1930, se basó en su ideología de «un pueblo (‘raza superior’ o Übermenschen ), un imperio, y un líder». La elección de Hitler allanó el camino para uno de los mayores crímenes de la historia humana. El racismo biológico de Marr continuó durante el gobierno de los nazis y se convirtió en el instrumento para el genocidio. Judíos, gitanos, checos, polacos, minusválidos psíquicos y físicos, homosexuales y otras personas que no pertenecían a la «raza superior» fueron elegidos para la exterminación. Los judíos lo fueron especialmente. Bombas contra las sinagogas, caricaturas blasfemas de los judíos, y carteles contra ellos se extendieron ampliamente por toda Europa.
Durante la ocupación europea de la Wehrmacht (ejército alemán) en Francia, Italia, Holanda, Bélgica, Noruega, etc., los locales acorralaron a los judíos, a los gitanos y a otras personas con mucha más rapidez de lo que los nazis podían gestionar, y por si ello no fuera suficiente, los supuestos países «neutrales» como Suiza, devolvían a los refugiados a los nazis- tal como hacen ahora con los musulmanes- y se preocupaban por guardar el dinero del Reich en sus bancos.
¿Quieren repetir los países occidentales europeos el mayor crimen de la historia contra la humanidad? Es una obligación de cualquier ciudadano civilizado denunciar toda forma de racismo y de violencia contra las minorías. Nuestra obligación es rechazar a los monarcas oportunistas, a los políticos, a los medios de información y quien quiera que sea que intente manipular a la opinión pública y alimentar el racismo y la violencia.
Ghali Hassan, colaborador de Global Research vive en Perth, Australia occidental.
[1] N.T.:Declaraciones que se pueden encontrar en 15 April 2005.
[2] N.T.: En el original en lugar de Daniel figura, por errata, Daniele
http://www.globalresearch.ca/index.php?context=viewArticle&code=HAS20060207&articleId=1915