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El 75% de los fármacos vendidos en Estados Unidos son en realidad versiones de sustancias naturales, según la OMS

Biopiratería sin freno en el Tercer Mundo

Fuentes: La Vanguardia

La industria biotecnológica utiliza remedios ancestrales de pueblos indígenas para sus medicamentos, sin repartir beneficios

La biopiratería continuará sin el control necesario unos años. La octava conferencia de diversidad biológica de Curitiba demorará hasta el 2008 o el 2010, el estricto régimen de exigencias para evitar este fraude. El problema nace de que la industria biotecnológica aprovecha los conocimientos ancestrales de poblaciones locales o indígenas sobre los efectos beneficiosos de determinados recursos y sustancias de la naturaleza (brebajes, plantas, animales) para usarlos o patentar componentes para fabricar productos farmacéuticos o del sector del bienestar en general. Y comercializa artículos de higiene, cosmética o alimentación sin el consentimiento de las poblaciones y sin repartir beneficios.

El derecho a acceder a esos recursos es el asunto estrella en la conferencia. El objetivo es concretar las garantías que obtendrían los países tropicales y subtropicales (que atesoran la mayor parte del oro verde)de que se accede a esos recursos con su consentimiento previo y fijando las condiciones de acceso. Ahora, es frecuente que expediciones – con algún antropólogo incluido- se adentren en la selva y se apropien de estos conocimientos de los indígenas. El último y más dramático caso es el del cactus hoodia, planta que los bosquimanos comían para no pasar hambre y sed en sus travesías del desierto del Kalahari, y que ahora se ha convertido en un fármaco para curar la obesidad.

El 75% de los fármacos que se venden en EE. UU son en realidad versiones de sustancias naturales procedentes de países de gran diversidad biológica, según se explicó en un acto paralelo de la OMS.

Ahora la regulación del acceso a esos recursos genéticos y el reparto de beneficios sólo se traduce en acuerdos voluntarios entre países y empresas, cuando lo que se busca es una fórmula legal vinculante de obligado cumplimiento. Pero esas reglas pueden demorarse incluso hasta el 2010, según se negociaba ayer en la conferencia. Sin embargo, en la cumbre de Río de Janeiro de 1992 ya se llamó a resolver este nuevo expolio al Tercer Mundo.

La idea es que para acceder a estos recursos sea requisito obligatorio el consentimiento previo del país y fijar unas condiciones pactadas de explotación de los recursos. Además, se ha pensado en incorporar a los productos la etiqueta «procede de Botsuana» o de «Bolivia», de manera que sea posible rastrear y comprobar si se ha puesto en el mercado con las condiciones pactadas. Además, para patentarse un producto que naciera de una de estas investigaciones debería adjuntar el certificado del país de origen.

Sin embargo, países como Australia, Canadá y Nueva Zelanda han venido bloqueando el acuerdo, y han sido acusados de ser los «títeres» de EE. UU por los ecologistas. Lo más grave es que EE. UU. no ha ratificado el convenio de diversidad, lo que le permite seguir teniendo manos libres. Por el contrario, países como India y Malasia y otros, llamados megadiversos, exigen que el nuevo régimen se alcance lo antes posibles para evitar que sus plantas medicinales u otros recursos genéticos sean un negocio sin retribución a sus poblaciones.

Antonio Serrano, secretario general para la Biodiversidad, opinó que en Curitiba se han hecho grandes avances y juzgó factible alcanzar un acuerdo sobre este asunto hacia finales del 2008. Aún así, han quedado excluidos del posible acuerdo vinculante que se adopte los productos y derivados, que aún deben ser definidos. España ha asumido, mientras tanto, el compromiso de apoyar un encuentro de expertos en Perú para establecer jurídicamente cómo deben ser los certificados de origen. Y aunque apoya el derecho de los indigenas a las compensaciones económicas, el problema es que los acuerdos los negocian los gobiernos, con los que estos pueblos mantienen litigidos por su derechos.

En otras materias, la UE – impulsada por España- rechaza que se prohíba la pesca de arrastre que está esquilmando los océanos, como piden los países del G-7 más China y los ecologistas. La UE esgrime que el asunto debe tratarse en otros foros (los convenios de pesca internacional). Además, siguen abiertas propuestas para crear áreas marinas protegidas – que topan también con Australia, Canadá y Nueva Zelanda-, aunque en este punto España acepta su ampliación. medias de la atmósfera que en el resto del mundo, con la diferencia de que en la Antártida el calentamiento es unas tres veces más acusado. Y demuestran por otro lado que el cambio climático se registra sobre toda la Antártida. Estudios anteriores que habían analizado la evolución de las temperaturas en la superficie habían ofrecido resultados ambiguos, con aumentos claros en unas partes del continente pero no en otras.

«Los gases de efecto invernadero pueden estar teniendo un impacto mayor en la Antártida que en el resto del mundo, aunque no entendemos por qué», declara John Turner, investigador del British Antarctic Survey y primer autor del estudio, en un comunicado. El fenómeno «puede tener consecuencias sobre las precipitaciones que caen en toda la Antártida y sobre el aumento del nivel del mar a escala global».

Noticia original:
http://www.lavanguardia.es/web/20060331/51239775264.html