La diaria repetición de noticias sobre matanzas, secuestros, torturas, atropellos, sin ningún comentario sobre medidas para impedir su repetición, las banaliza. Ese poderoso efecto hace que pasen desapercibidas, por ejemplo, las atrocidades cometidas contra de inocentes en los países o enclaves ocupados por el imperio o sus aliados. Sea que ocurran en Iraq, Palestina, Guantánamo […]
La diaria repetición de noticias sobre matanzas, secuestros, torturas, atropellos, sin ningún comentario sobre medidas para impedir su repetición, las banaliza. Ese poderoso efecto hace que pasen desapercibidas, por ejemplo, las atrocidades cometidas contra de inocentes en los países o enclaves ocupados por el imperio o sus aliados. Sea que ocurran en Iraq, Palestina, Guantánamo o Afganistán, nadie ya las toma en cuenta. El colmo fueron las repetidas noticias sobre la huelga de hambre de los detenidos en Guantánamo, ¡a los que se les prohibió morir insertándoles a la fuerza y causándoles enormes dolores, sondas nasogástricas para alimentarlos a la fuerza y así poder seguir torturándolos! Demasiado patético, demasiado diabólico, cuesta pensar que esas acciones provengan de seres humanos.
Pero grave, gravísimo es que los países que se llaman civilizados y que en algún momento fueron la fuente de inspiración de avances sociales revolucionarios y humanizadores, hoy consientan con su silencio y hasta a veces hasta con su apoyo y complicidad, esos crímenes horrendos. Me refiero, es claro, a Europa. Nosotros Latinoamericanos teníamos la esperanza de que fuesen mejores, sin tanto egoísmo y que al menos pusiesen alguna resistencia a las tropelías de su hija degenerada llamada usamérica con su extraño pariente llamado Israel. La claudicación de la ONU nos dejaba a Europa como última oportunidad.
Volviendo a la repetición de noticias, existen otras que son banales para los militantes; pero que para el oprimido, el alienado, el deshumanizado por la deshumanización del explotador, o sea para la gran masa de proletarios sometidos a una muerte lenta por el capitalismo salvaje; son muy importantes y no aparecen, y realmente son necesarias para sacar del sopor y de la muerte lenta a las víctimas. En realidad, no solo son necesarias sino fundamentales, primero para que los explotados tomen conciencia del atropello de sus derechos y segundo para que se generen debates que lleven a la percepción de la fuerza de la clase y a la formación de grupos de Acción Ciudadana para enfrentar las injusticias. Ante una causa justa la gente bien informada participa y participa hasta conseguir su propósito. El poder ciudadano motivado, organizado y sincronizado es tremendamente poderoso. Frente a los embates del neoliberalismo en su afán por volver al capitalismo salvaje anterior al Estado de Bienestar en Europa y el New Deal en los EE.UU., los trabajadores están cada vez más desamparados. Por un lado la automatización y la inteligencia artificial han permitido que el capital casi no necesite al trabajo. Habiendo creado una masa importante de desocupados, ese colchón les permitió minimizar el poder de los sindicatos (elemento fundamental en una economía capitalista liberal para compensar las minusvalías de los trabajadores frente al capital), y atropellar los derechos y la estabilidad de los trabajadores. Por otro lado, eso fue posible naturalmente por la complicidad de los gobiernos neoliberales que provocaron una regresión atroz en la legislación laboral.
Volvamos pues a las noticias necesarias.
La mayor parte de los habitantes del mundo somos proletarios, es decir que debemos vender nuestra fuerza de trabajo para vivir. O sea dependemos de los capitalistas para mantenernos vivos. ¿Se dan cuenta de lo que estoy diciendo? Sí, dependemos de algunas personas que por su suerte o habilidad para manejar negocios tienen capital como para emplear a otros, esas personas son las que nos dan permiso para vivir. Esa habilidad o suerte que los hizo y hace capitalistas ¿asegura que sean buenas personas? Por ejemplo: ¿Asegura por lo menos que nos traten como prescribe la Declaración Universal de los Derechos Humanos? No señor, negocios son negocios y el corazón o la ternura quedan fuera. Para ellos usted es un factor de producción con su propio mercado que fija su salario. Aunque, entre nosotros, hoy el mercado de trabajo, con una desocupación institucional puede resumirse en: si no te gusta puedes irte, hay muchos haciendo fila. Llegamos pasito a pasito al descubrimiento de la esclavitud en nuestro tiempo. Como antes en el esclavismo, el que tiene capital puede tener esclavos, aunque ahora no es necesario cuidar al esclavo ya que es descartable. Si se enferma física o psíquicamente, no tiene importancia ¡que pase el siguiente!
O sea una persona que no fue elegida democráticamente, ni la sociedad garantiza que sea una persona de bien, pasa a reglar mi vida, la suya, la de nuestros hijos, la de nuestros parientes y amigos. Su poder es de facto, no está legitimado ni por su autoridad moral, ni por una elección democrática para hacerse cargo de nuestros destinos, es claro, para su provecho. Y, ¿las leyes? La justicia es una para la burguesía y otra para el proletariado y los que hacen las leyes son empleados de los burgueses. ¿Qué puede esperar? Naturalmente que la flexibilización laboral u otros detalles que les dan permiso para matar.
¿Qué nos queda?
No demasiado. En un mundo donde la mentira ha tomado el poder y que junto con la impunidad que la cobija, permite acceder al poder a grandes «revolucionarios», que al asumir hacen explotar los corazones de alegría y esperanza, y al día siguiente se entregan por miedo de perder su vida o la de alguno de sus seres queridos, o por ambición de dinero y poder que es el otro tipo de cebo que usan los poderosos. Naturalmente en este estado del mundo reciben y recibirán amenazas y propuestas no menores [1]. Esa es la decepción con la que Latinoamérica inunda a los esperanzados revolucionarios del Primer Mundo que veían en Latinoamérica la oportunidad para la Tierra [2].
Como bien lo enseñaba Gandhi, para ser un luchador no violento por la libertad y la justicia, es imprescindible haber superado el temor a la muerte. En consecuencia un presidente de una república o un alto funcionario, no debe tener miedo a la muerte o si lo tiene debe estar dispuesto a entregar su vida si fuese necesario, también debe estar dispuesto a perder a sus seres queridos. Claro que eso no impide sino más bien obliga a tomar las medidas de seguridad adecuadas, hay ejemplos paradigmáticos de supervivencia frente a amenazas peligrosas como los de De Gaulle y Fidel Castro. Esas autoridades deberían ser inmunes a los llamados del poder y del dinero. En realidad, dada la decadencia de la «democracia» nos acercaríamos a la necesidad del Rey Sabio de Platón, por lo menos como primer paso.
Queda eso sí, y no es despreciable su potencia, la Acción Ciudadana. Bien lo han demostrado los derrocamientos populares de presidentes en Bolivia y en Ecuador, también bien lo ha demostrado el triunfo de los jóvenes franceses haciendo derogar el Contrato de Primer Empleo (CPE).
Notas. [1] Mario Diament. Asesinatos Económicos. La Nación. Buenos Aires. http://www.lanacion.com.ar/783819 [2] James Petras. Nuevos vientos desde la izquierda o aire caliente desde una nueva derecha. http://www.rebelion.org/noticia.php?id=28211
(*) Guillermo F. Parodi es profesor universitario, miembro del Observatorio Internacional de la Deuda y de Tlaxcala, la red de traductores por la diversidad lingüística..