El cineasta chileno Miguel Littin reclama la paz en «La última luna», una película de guerra que focaliza en sus dos protagonistas el conflicto bélico entre Israel y Palestina y que recuerda a la propia familia del cineasta, víctima del gran éxodo palestino a Chile a principios del siglo XX.«He querido hablar sobre un muro […]
El cineasta chileno Miguel Littin reclama la paz en «La última luna», una película de guerra que focaliza en sus dos protagonistas el conflicto bélico entre Israel y Palestina y que recuerda a la propia familia del cineasta, víctima del gran éxodo palestino a Chile a principios del siglo XX.
«He querido hablar sobre un muro que, en teoría, divide Palestina e Israel pero que en verdad separa a los palestinos entre ellos, como una serpiente de cemento de nueve metros de altura que convierte a cada aldea en un mero campo de concentración», asegura el director chileno en una entrevista con Efe con motivo del estreno el viernes de este filme en las salas españolas.
Littin rodó hace cinco años en tierras palestinas el documental «Crónicas palestinas. Los caminos de la ira» en plena Intifada, y este proyecto se convirtió en el primer paso para «La última luna».
Ese documental de 2001 nació con la intención de tratar el origen del éxodo palestino a Chile y, durante el rodaje, el cineasta tuvo la ocasión de «escuchar la historia de los palestinos que se quedaron en su tierra, quienes finalmente se convirtieron en protagonistas de este nuevo proyecto».
Ahora, con «La última luna», rodado en árabe y premiado en el Festival de Cine de Cartagena, y en Festival de Cine Iberoamericano de Huelva, obliga a la reflexión sobre el conflicto palestino-israelí a través de la amistad de un judío y un palestino.
Soliman y Jacob construyen juntos una casa en la Palestina ocupada por Turquía de 1914, momentos antes de una guerra que, en la actualidad, «ha invertido los papeles de la persecución judía y ha convertido a Palestina en víctima de un exterminio similar al que vivieron sus verdugos años atrás», dijo.
La cinta está protagonizada por un ciudadano palestino, Ayman Abu Alhuzolof, y los actores Alejandro Goic y Tamara Acosta y cuenta en una trama secundaria la historia de dos de esos inmigrantes, los abuelos paternos de Littin, quien recuerda que fue en el regazo de su abuela donde vio su primera película.
La dictadura del general Augusto Pinochet (1973-1990) llevó al exilio al director chileno, quien abandonó su país con destino a México un mes después del golpe de Estado del 11 de septiembre de 1973. Para Littin, fue «una experiencia muy dura que también demostró que el ser humano es universal».
«La patria de los cineastas es el lugar en que hacen sus películas, por lo que en vez de quitarme un país, el exilio me ofreció el mundo», asegura el director, para quien el cine chileno durante la dictadura de Pinochet «se hizo en el extranjero y se expandió al resto del mundo».
Littin volvió de forma clandestina a Chile en 1985 para rodar «Acta general de Chile», una aventura que describió el Nobel colombiano Gabriel García Márquez en un libro titulado «Aventura de Miguel Littin clandestino en Chile».
La nueva Ley de Calificación Cinematográfica llegó a Chile en 2002 y eliminó 28 años de censura, pero Littin puntualiza que «la gran censura en Latinoamérica es no contar con los medios suficientes para hacer cine y la ausencia de una legislación eficaz, sólo existente en Argentina y Brasil».
El director, considerado uno de los máximos exponentes del cine político en Chile en las décadas de los 70 y 80, considera que la nueva generación de cineastas que protagonizan el renacer del cine de su país de los últimos años «mantienen presente de forma implícita la sombra de Pinochet», porque toda dictadura «mantiene las heridas abiertas varias generaciones después».
Candidato al Oscar por «Alsino y el cóndor» y «Actas de Marusia», representando a Nicaragua y México, respectivamente, Miguel Littin prepara «Dawson isla 10», un homenaje «a los hombres honorables que superaron la opresión de los campos de concentración del extremo sur de Chile para formar parte de la construcción de la democracia del país».