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El CDN estrena "Un enemigo del pueblo", de Ibsen, con montaje de Vera y texto de Mayorga

«¿De qué sirve la razón cuando no se tiene el poder?»

Fuentes: El País

Un enemigo del pueblo deja aún más patente que Casa de muñecas y otras obras de Henrik Ibsen el poder premonitorio de este autor ante el que se siguen rindiendo los profesionales del teatro de todo el mundo. Buena prueba es que en este momento hay circulando por los cinco continentes 129 montajes de diferentes dramas ibsenianos, sin olvidar versiones televisivas y cinematográficas, como las que hicieron de Un enemigo… George Schafer en 1978 (con Steve McQueen y Bibi Andersson) o algo más tarde el gran director indio Satyajit Ray.



El Centro Dramático Nacional, con su director Gerardo Vera como responsable de la puesta en escena, estrena el próximo jueves, en el teatro Valle-Inclán de Madrid (hasta el 25 de marzo), una versión de Juan Mayorga de Un enemigo del pueblo, con un numeroso reparto en el que destacan actores como Francesc Orella, Enric Benavent, Israel Elejalde, Elisabet Gelabert, Olivia Molina, Walter Vidarte, Chema de Miguel y Rafael Rojas.

Todos ellos, y sobre todo la respetuosa versión de Mayorga, demuestran que el texto ibseniano, publicado en 1882, goza de una inquietante actualidad. Una obra que, aunque el autor llevaba en mente años, puede que fuera la decidida respuesta de Ibsen a las críticas que recibió en 1881 por Espectros, drama prohibido el mismo día de su estreno. En cambio, Un enemigo…gozó de un inmediato éxito y se representó en muchos teatros. «Es una obra sobre el riesgo de que la democracia degenere en demagogia», sostiene Mayorga.

El Valle-Inclán acoge estos días al numeroso reparto y a un gran equipo de técnicos y creadores que van encajando las piezas que harán posible contar esta historia teñida de matices ecologistas. La de un médico (doctor Stockmann) que trata de denunciar que las aguas del balneario que sostiene económicamente a toda una población están contaminadas; pero en su intento se enfrenta a toda la ciudad y concluye: «¿De qué sirve la razón cuando no se tiene el poder?».

Vera, el director, está tranquilo. Tiene motivos. Tiene todo cuajado. Los actores, bien amarrados sus personajes, y ahora se dedica a matizar cambios de luz, de movimientos, de sonidos… en ese espacio muy Vera y muy bergmaniano que ha creado.

Lo primero fue hacer un espectáculo muy político, pero sin renunciar a la emoción: «Tiene que ser muy creíble, si no se desmorona todo, porque lo que tenemos entre manos es un análisis muy certero sobre las enfermedades de la política, aunque aparezca todo el espectro de la sociedad y sea un certero análisis de la realidad», dice en un descanso de los ensayos y después de haberse acercado a Orella susurrándole al oído: «Nunca hubiera podido tener a otro mejor doctor Stockmann».

Mayorga ha buceado en todas las versiones que ha encontrado de esta obra en aquellas lenguas que domina (español, alemán, francés e inglés) y reconoce que las que más huella le han dejado han sido las de Arthur Miller y Christopher Hampton. La suya ha sido reescrita íntegramente, aunque deja claro que el 99% es Ibsen: «Se respeta la sabia composición del texto con esos personajes tan importantes, así como la rica metáfora del agua envenenada que desenmascara a toda una ciudad y la ambigüedad del doctor Stockmann».

Mayorga aceptó la propuesta de Vera de traer a la actualidad la fábula ibseniana. «Creo que hemos acertado, porque el propio material lo demandaba. Se habla de corrupción política, de manipulación informativa, de la maleabilidad de la opinión pública…; además, hemos subrayado en primer plano los aspectos proféticos del texto ya que lo que Ibsen analiza se ha confirmado con el tiempo y es muy interesante ver cómo cuestiona el que un sistema democrático pueda dar el poder a la sinrazón y a la hipocresía», señala Mayorga.

Vera ha planteado un espacio escénico muy contemporáneo (un pequeño periódico de provincias lo ha convertido en una moderna televisión local), al margen de que tanto la versión como el montaje son en alguna medida brechtianos: «Ibsen es un claro antecedente de Brecht, lo anticipa y hemos explotado esos aspectos, así como descripciones de fenómenos que han sido confirmados históricamente». Mayorga y Vera también han enriquecido personajes como el del viejo Kul o la joven Petra, lo que posibilita que el inmenso Walter Vidarte y Olivia Molina puedan lucir sus grandes dotes actorales.

Director, autor de la versión y protagonista se sienten fascinados por el doctor Stockmann. Piensan que ese hombre racionalista, de ética y moral intachables y de gran lucidez también es orgulloso, vehemente, vanidoso, polémico, soberbio, arrogante, egocéntrico e incluso resentido. Francesc Orella dice que lo que le enamora de su doctor es que por encima de todo está su ética: «Esa pasión por defender su coherencia me conmueve y me estimula, sobre todo teniendo en cuenta que pertenezco a una sociedad en la que cada vez cuesta más ser íntegro».