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Tensiones en el Ministerio de Exteriores

La diplomacia quedó a un lado

Fuentes: IPS

La división en el área diplomática de Brasil, que se alimentaba de discrepancias sobre decisiones como el tratamiento «condescendiente» hacia China, Bolivia y Venezuela, se agravó esta semana a raíz de disputas personales en la propia cancillería. Roberto Abdenur, destituido de la embajada brasileña en Washington en fines del año pasado con un lacónico aviso, […]

La división en el área diplomática de Brasil, que se alimentaba de discrepancias sobre decisiones como el tratamiento «condescendiente» hacia China, Bolivia y Venezuela, se agravó esta semana a raíz de disputas personales en la propia cancillería.

Roberto Abdenur, destituido de la embajada brasileña en Washington en fines del año pasado con un lacónico aviso, concedió una explosiva entrevista a la revista Veja que circula desde el fin de semana, en la que denuncia «un proceso de adoctrinamiento» dentro de Itamaraty, el edificio sede de la cancillería.

Además de una política exterior «sometida a criterios ideológicos, que incluyen un antiamericanismo atrasado», los diplomáticos son «forzados» a leer ciertos libros, en una condición «vejatoria», acusó Abdenur, quien se jubiló después de 44 años en el servicio exterior.

Además, los ascensos en la carrera dependen de «afinidad política e ideológica y no de capacidad», añadió el ahora ex funcionario, quien dijo haber sido «gran amigo en el pasado» del canciller Celso Amorim.

Su blanco principal es el secretario general (vicecanciller) del Ministerio de Relaciones Exteriores de Brasil, Samuel Pinheiro Guimaraes, un nacionalista radical al que se le atribuye ser el responsable de la «ideologización» de la política externa y de las lecturas impuestas a los diplomáticos.

Luiz Alberto Moniz Bandeira, historiador de relaciones interamericanas, contraatacó en entrevista concedida al diario Correio Braziliense, de Brasilia. Abdenur cayó porque «cometió errores graves en su carrera», como hacer gastos excesivos cuando dirigía la embajada en Berlín y permitir muchas irregularidades en el Instituto Cultural Brasil-Argentina, determinando su cierre, sostuvo.

Esa polémica se debe a «conflictos entre corrientes políticas» y a «disputas internas» dentro de Itamaraty, evaluó para IPS Bandeira, ex profesor de la Universidad de Brasilia y que vive actualmente en Alemania, es autor de uno de los libros recomendados por Guimaraes, su amigo personal.

El especialista añadió que la prensa amplió la repercusión de la denuncia de Abdenur, porque a las empresas transnacionales les interesa «combatir la política exterior que frustró el Área de Libre Comercio de las Américas» y mantiene posiciones firmes en las negociaciones de la Ronda Doha de la Organización Mundial de Comercio.

Pero Celso Lafer, canciller en los dos últimos años del gobierno de Fernando Henrique Cardoso (1995-2003), corroboró en declaraciones a la prensa que existe «cierto lavado de cerebro» en Itamaraty.

El canciller Amorim anunció, buscando poner fin a la controversia, que abolirá las lecturas obligatorias, aunque aseguró que no se destinan a ningún «adoctrinamiento» y que se trata de libros aceptables en cualquier institución, nada izquierdistas.

Los defensores de su política arguyen que las buenas relaciones de Brasil con Estados Unidos y el crecimiento de las exportaciones a ese gran mercado del norte comprueban que no se practica ningún «antiamericanismo».

El mismo Abdenur reconoce «puntos positivos» en la actual política exterior, como la lucha por un asiento permanente en el Consejo de Seguridad de la Organización de las Naciones Unidas, en alianza con Alemania, India y Japón, el incremento del comercio con países árabes y asiáticos y la eficiente actuación en la Ronda de Doha, como líder del Grupo de los 20 países en desarrollo (G-20).

Empero, atribuye las acciones correctas y las buenas relaciones con Estados Unidos a la actuación del presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, mientras la cancillería responde por «errores», como hacer de la cooperación Sur-Sur el «eje básico» de la diplomacia.

Abdenur ya había discrepado públicamente de esa orientación, criticando la decisión brasileña de reconocer a China como economía de mercado, en noviembre de 2004. Se trata de una potencia competidora y por ello es una «ilusión» tenerla como aliada, advirtió. Pero la diferencia no le impidió ser nombrado embajador en Washington, como culminación de su carrera.

El ex embajador se sumó ahora a un grupo que hace fuerte oposición a la política exterior.

Se trata de diplomáticos jubilados que, como Lafer, ejercieron liderazgo en el gobierno de Cardoso, entre ellos Luiz Felipe Lampreia, canciller de 1995 a 2001, Rubens Barbosa, otro ex embajador en Estados Unidos, y José Botafogo Gonçalves, experimentado negociador de acuerdos comerciales como representante brasileño en varios países y organismos internacionales.

Los «errores» más criticados, además de la concesión a China, son la reacción «tibia» a la nacionalización de los hidrocarburos por parte de Bolivia y la aceptación, sin negociar condiciones adecuadas a la integración, de Venezuela como miembro pleno del Mercosur (Mercado Común del Sur), que también integran Argentina, Paraguay y Uruguay.

Brasil reconoció el derecho soberano de Bolivia a nacionalizar sus recursos naturales, cuando debería protestar contra la ruptura de contratos y la «agresión» de ocupar militarmente las instalaciones de la estatal petrolera brasileña Petrobras, critican los expertos.

Añaden que Venezuela, presidida por Hugo Chávez, pondrá en dificultades al Mercosur, en particular sus negociaciones comerciales

El tono de las críticas se elevará a partir de ahora, vaticinó para IPS un diplomático que prefirió no identificarse. Siempre hubo discriminaciones entre grupos que disputaban y se alternaban en el poder y en los mejores puestos de carrera, pero nunca con «divisiones partidarias» como ahora, señaló.

Entiende que Amorim de ese modo uniría a la gente alineada con el gobernante Partido de los Trabajadores de un lado, enfrentado con los funcionarios identificados de cierto modo a los socialdemócratas que comandaron el gobierno anterior.

Más grave es la centralización del proceso de decisiones, de arriba abajo, en que las embajadas y departamentos no se atreven a opinar, generando una generación «acomodada» de diplomáticos sin pensamiento propio, lamentó la fuente.
http://www.ipsnoticias.net/nota.asp?idnews=40093