Luis Britto García nace en Caracas, Venezuela, en 1940. Es abogado y Doctor en Derecho. Es autor de una vasta obra que abarca 47 títulos, entre ellos 8 de ficción narrativa. En 1970 gana el Premio Casa de las Américas con la colección de relatos «Rajatabla», En 1979 obtiene la misma distinción internacional con su […]
Luis Britto García nace en Caracas, Venezuela, en 1940. Es abogado y Doctor en Derecho. Es autor de una vasta obra que abarca 47 títulos, entre ellos 8 de ficción narrativa. En 1970 gana el Premio Casa de las Américas con la colección de relatos «Rajatabla», En 1979 obtiene la misma distinción internacional con su novela «Abrapalabra». Ha escrito 17 piezas teatrales representadas, y en 1980 es galardonado con el Premio Latinoamericano de Dramaturgia Andrés Bello por su pieza «La misa del Esclavo». Periodista y ensayista, ha publicado 15 ensayos sobre ciencias sociales, entre ellos vastas investigaciones sobre el discurso político y las contraculturas, entre las que figuran «La máscara del poder» en 1989 y «El poder sin la máscara» en 1990, ganadoras del Premio a la Investigación Científica en Ciencias Sociales de la Universidad Central de Venezuela 1988 y del Premio Municipal de Literatura mención Ensayo en 1990.
Uno de los intelectuales de izquierda más comprometidos con la causa popular desde toda su vida, actualmente apoya el proceso de la Revolución Bolivariana y de hecho, en estos momentos, está participando activamente en la Comisión de Reforma Constitucional avocada a la revisión de la Carta Magna. Recientemente, en enero del 2007, acaba de presentar su último libro: «América Nuestra. Integración y Revolución».
Argenpress lo entrevistó para conocer, a partir de uno de los ideólogos más destacados de todo este proceso, por dónde va la revolución en Venezuela y en Latinoamérica.
Argenpress: Después de la caída del muro de Berlín y años de feroz neoliberalismo y cierto silencio en las luchas del campo popular, no sólo en Venezuela sino a nivel latinoamericano e incluso mundial, llega la Revolución Bolivariana. Ella representa una nueva fuente de esperanza para esas luchas, para la izquierda, para las fuerzas progresistas. En ese sentido, ¿cómo dimensionar exactamente todo este proceso que se está viviendo en Venezuela?
Luis Britto García: Yo digo siempre que en Venezuela empezó la Cuarta Guerra Mundial. La Tercera fue la Guerra Fría, que culminó con la caída de la Unión Soviética y el triunfo aparente del neoliberalismo. La Cuarta arrancó en Venezuela el 27 de febrero de 1989, con la primera rebelión de todo un país contra un paquete neoliberal. A partir de ella, sabemos que la extensión global del neoliberalismo es imposible en lo económico, lo social, lo político y lo cultural. Esa rebelión, bueno es señalarlo, fue enteramente popular. Aunque muchos insistimos en señalar su inminencia, no obedeció a las órdenes de una vanguardia política ni intelectual. Esa es la señal que da Venezuela: una vez más, el principio y el límite de todo es el pueblo.
Argenpress: El contexto histórico en que se da la Revolución Bolivariana después del desmoronamiento del bloque soviético y del proceso de apertura capitalista en China plantea un escenario muy distinto a las experiencias cubanas del 59 y nicaragüense del 79. Sabiendo por la experiencia histórica de la dificultad -o imposibilidad- de desarrollar el socialismo en un solo país, ¿cómo entender hoy esto del socialismo del siglo XXI que se está levantando? ¿Qué modelo se está construyendo? ¿Hacia dónde va esta revolución?
Luis Britto García: Partamos mejor de la imposibilidad de desarrollar el capitalismo en el mundo. No hay recursos para que los casi dos centenares de países del planeta alcancen un desarrollo equiparable al del grupo del G-8. Se necesitarían 20 planetas, que a su vez serían destruidos en menos de un siglo. El Socialismo del siglo XXI, en mi concepto, debe partir de esta conciencia. No es posible imitar ese estilo de desarrollo fundado en el derroche, la obsolescencia planeada, la sobreexplotación, el consumismo y la contaminación. Hay que desarrollar otro, sustentado en la austeridad, el reciclaje, la conservación y la sustentabilidad. La Unión Soviética cayó porque el capitalismo mundial la bloqueó y la forzó a un gasto armamentista que consumió su excedente económico. Sobre China, tendría que estudiarla detenidamente para saber si la colaboración con algunas empresas capitalistas la ha vuelto en efecto capitalista. Es un estudio que nadie ha hecho en el mundo en forma científica y desapasionada. He conversado con capitalistas europeos que insisten en que China sigue siendo en esencia comunista. En todo caso, el socialismo del siglo XXI debería sustentarse en la integración de bloques en un mundo multipolar. Estados Unidos tuvo éxito en imponer una liga de las potencias imperialistas. Debemos triunfar organizando otra de los pueblos explotados.
Argenpress: «La violencia es la partera de la historia» se ha dicho acertadamente. Todo cambio social profundo va ligado necesariamente a procesos de violencia social, a fuertes conmociones políticas. De todos modos la Revolución Bolivariana es la «revolución bonita», revolución que, hasta ahora, no ha disparado un tiro. La violencia, en todo caso, es algo que le viene desde la oposición, sea nacional o externa, del imperialismo estadounidense. ¿Hasta cuándo y hasta dónde le será posible seguir siendo una revolución «sin violencia» social? ¿Es posible la convivencia de clases enfrentadas? ¿Cómo?
Luis Britto García: Los episodios violentos del proceso bolivariano han sido desenfatizados. La derecha trata de cubrir con el manto del olvido el 27 de febrero de 1989, rebelión popular de un pueblo desarmado a la que se respondió con un genocidio a escala nacional que comprendió varios millares de vidas. La izquierda acaso no recuerda lo suficiente que el 4 de febrero de 1992 fue una rebelión militar en forma, con numerosas víctimas. La derecha golpista premeditó varias decenas de asesinatos para emplearlos como coartada del golpe del 11 de abril de 2002, y a lo largo de varios años ha asesinado unos 150 dirigentes campesinos mediante sicarios. Centenar y medio de paramilitares con falsos uniformes del ejército venezolano fueron detenidos en la hacienda de un opositor en las afueras de Caracas. El fiscal Danilo Anderson, que investigaba las implicaciones en el golpe del 11 de abril, fue asesinado con explosivos. La oposición no ha desatado más violencia no porque no ha querido, sino porque no ha podido. Es el único recurso que le queda a quien ha perdido el apoyo popular. Es posible que a medida que el socialismo toque directamente algunos intereses, los atentados y explosiones de terrorismo se multipliquen. Yo no creo en la coexistencia pacífica de clases antagónicas: las clases dominantes de Venezuela demostraron que no creen en ella. Hay que añadir que la abundancia de recursos en Venezuela podría suavizar algunas confrontaciones: realizar expropiaciones pagadas generosamente en lugar de confiscaciones, crear directamente empresas de propiedad social que sean fuentes de trabajo y de bienes de consumo para las grandes mayorías, promover la agricultura y la ganadería para alcanzar la seguridad alimentaria, intensificar las disponibilidades educativas y culturales para formar al pueblo en los valores del socialismo. Eduardo Galeano me señaló una vez que en todas partes el socialismo surge a partir de la extrema destrucción y la miseria, y que en Venezuela se podría construir un socialismo de lujo. No he olvidado su inteligente observación: ojala nadie la olvidara.
Argenpress: Cada vez más asistimos a un proceso de crecimiento del poder popular, del poder desde abajo. De hecho, ese es uno de los cinco motores que impulsan la revolución, según ha dicho el presidente Hugo Chávez. De todos modos, y similarmente a como pasó en todas las experiencias del socialismo durante el siglo XX, todo el proceso está indisolublemente ligado a su figura, tal como lo estuvo en relación a otros líderes en otras circunstancias: a Lenin en Rusia, Mao en la China, Castro en Cuba, etc. ¿Por qué siempre esta mecánica? ¿Puede el poder popular prescindir de un líder, de un gran conductor? (Las experiencias mencionadas parecieran decir que no hasta ahora). ¿Qué pasaría entonces si desaparecen esos líderes? ¿Qué sucedería aquí si des-aparece el comandante Chávez? ¿Cómo entender a largo plazo esto del poder popular? En definitiva: ¿cómo se da realmente el poder popular, horizontal, la democracia participativa, el autogobierno de base tanto en Venezuela como en cualquier sociedad que busque un cambio de paradigmas?
Luis Britto García: La oposición ha entendido esto de manera tan perfecta que una de las constantes de su mensaje en los medios de comunicación es el desembozado llamamiento al magnicidio y al odio personal hacia la figura de Chávez. Según este testimonia, los golpistas del 11 de abril que lo secuestraron se preparaban para ejecutarlo. Lo que la oposición no ha entendido en esto: cuando la rebelión popular a escala nacional del 27 de febrero de 1989, Chávez era un desconocido teniente coronel, y el pueblo se bastó solo para desmantelar los fundamentos del bipartidismo: a partir de allí ni Acción Democrática ni COPEI volvieron a figurar en una elección en un papel determinante. El 11 de abril de 2002, Chávez era un prisionero en algún lugar no precisado, y la mayoría de sus colaboradores estaban prisioneros o perseguidos, y el pueblo supo organizarse de manera espontánea para reponer el gobierno legítimo. Chávez es el punto de focalización de un proceso de participación popular. Una desaparición violenta de Chávez sería seguida de una sublevación popular a una escala nunca vista en Venezuela, con una intensificada radicalización. La oposición debería rogar todos los días por su salud.
Argenpress: Venezuela es uno de los grandes proveedores de petróleo a la economía de Estados Unidos, y por otro lado dispone de reservas enormes consideradas de las más grandes del mundo. Es impensable concebir que Washington se resigne a perder todo eso sin dar batalla. Por otro lado, el ejemplo de esta revolución y de su líder Hugo Chávez tienen las alarmas encendidas en la Casa Blanca, que ve en todo esto un desafío a su histórica dominación en su considerado «patio trasero» natural. ¿Qué estrategias podemos imaginar que desarrollará Washington en el mediano plazo para intentar «enderezar» todo esto que se le está descuadrando en Latinoamérica? ¿Y qué debemos hacer ante ese nuevo escenario?
Luis Britto García: Siempre digo que los primeros muertos de la Guerra de Irak cayeron en Caracas el 11 de abril de 2002. Todo el golpe fue un intento de Estados Unidos de asegurarse el suministro de petróleo venezolano antes de arremeter contra Irak. El destino de la situación en Irak influirá decisivamente sobre Venezuela. Si los imperialistas, según parece lo más probable, fracasan en Irak, volverán sobre nosotros para robarnos nuestros recursos. Si triunfan en Irak, también volverán sobre nosotros para consolidar un monopolio de la energía fósil, que les dará el control sobre el mundo. Por otra parte, el restablecimiento del dominio estadounidense en el hemisferio no es tan sencillo como pudiera parecer. Todo un grupo de países busca una vía económica propia a través del MERCOSUR. Cuba es la prueba viviente de que el primer imperio del mundo no se atreve a invadir a un país consolidado en torno a un proyecto social. Simplemente, en Venezuela y en América Latina debemos lograr un grado de consolidación similar, que disuada a Estados Unidos de los intentos de saqueo militar.
Argenpress: Para Latinoamérica una integración en los marcos del Tratado de Libre Comercio que impulsa el gobierno de Estados Unidos no es en absoluto conveniente; pero sin dudas sí lo es una integración basada en otros criterios, tal como plantea el proyecto del ALBA, poniendo la solidaridad de los pueblos por delante. ¿Cómo y en qué medida ese nuevo tipo de integración hemisférica puede ser revolucionaria, puede ser un camino al socialismo? De hecho tu recién aparecido libro «América Nuestra. Integración y Revolución» aborda estos temas. ¿Cómo puede ser realmente alternativa una integración de Latinoamérica?
Luis Britto García: Ya una integración que no sea subordinada a Estados Unidos, como la del MERCOSUR, es un colosal avance, aunque hay que señalar que en este bloque hay decisivas participaciones de las transnacionales, y que desde hace algún tiempo avanza conversaciones para un posible tratado de libre comercio con la Unión Europea. Una anécdota revela lo decisivo que pueden ser estos apoyos: cuando el sabotaje petrolero de diciembre de 2002 y enero de 2003, durante el cual la Nómina Mayor de Petróleos de Venezuela paralizó el corazón informático de la empresa y dañó las instalaciones, Venezuela se movilizó en parte con gasolina importada desde Brasil, hasta que se regresó al nivel histórico de producción en marzo de 2003. En mi último libro sostengo que una integración realmente alternativa se debería lograr desde el punto de vista del mutuo apoyo de los movimientos sociales, los partidos políticos, los estados, las economías, los organismos diplomáticos, las fuerzas estratégicas y la creación cultural con el fin de lograr una revolución en el ámbito latinoamericano y del Caribe. Por los caminos de dependencia, desigualdad social y parálisis política que hemos cursado durante los dos siglos anteriores no vamos a ninguna parte. Y ahora por fin estamos moviéndonos hacia nosotros mismos.