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El precio del pecado: eleven Sins

Fuentes: http://www.worldimagepress.org/002.htm

El barril de petróleo sube su precio por encima de los 100 dólares y la economía mundial tiembla. Mejor dicho; tiembla la gente, la gente que tiene que llenar el depósito de su vehículo para ir al trabajo, tiembla la lista de la compra de las amas de casa, tiemblan los ahorros y el fin […]

El barril de petróleo sube su precio por encima de los 100 dólares y la economía mundial tiembla. Mejor dicho; tiembla la gente, la gente que tiene que llenar el depósito de su vehículo para ir al trabajo, tiembla la lista de la compra de las amas de casa, tiemblan los ahorros y el fin de mes. También aumenta, como todo, el número de pecados. Ahora los 7 pecados capitales son 11, simplemente porque los han actualizado. Será que las viejas ambiciones, las viejas codicias y envidias se han quedado obsoletas ante los nuevos planes de la humanidad. Gana el simple acto de acumular riqueza sin sentido y eso, según el jefe del estado más rico del mundo, es un nuevo pecado capital. Será capital por aquello del capitalismo. 11 pecados: eleven sins:11-S

Lástima que la globalización dependa de esos pecados capitales, que por el momento es lo único que en común entre todos los seres humanos, los tercermundistas y los primermundistas. Es el mapa de nuestra alma y la razón o razones de prácticamnete todas las acciones de la política mundial. Dejemos los viejos siete condicionantes a los pobrtes. Los nuevos ricos necesitan nuevos y flamantes pecados que hagan juego con su nivel y sus fortunas.

Según el Papa, ahora todos los que juegan a la bolsa, con los alimentos básicos del mundo para enriquecerse, son grandes pecadores e irán al infierno. Toda la familia Bush que tanto menciona a Dios, actúa fuera de su jurisdicción y no solo se enriquece, si no que además, es el presidente del país que más contamina del mundo. ¿Irá al infiero? Contaminar es el otro gran pecado del día, pero ¿quién no contamina? Cualquiera que tenga un vehículo de motor esta contaminando, cualquiera que utilice el petróleo para algo contamina. Cualquiera que no recicle la basura. porque la gran contaminación del planeta no es culpa de los ricos, si no de todos nosotros que consumimos. Las fábricas contaminan porque fabrican cosas que nosotros compramos. Y nos obligan a contaminar y vivir contaminados porque hace falta el dinero, hace falta comprar. Es la suma de las pequeñas acciones casi imperceptibles lo que hace las cifras monstruosas.

El dólar dice confiar en Dios pero los que lo utilizan, creen más en el beneficio, en el barril, en el negro y oscuro negocio de la vida y la muerte. Al final, todas las ambiciones humanas, todo el poder de los poderosos, se basa en eso; en el control del hambre, la sed, la libertad y de nuestras pequeñas acciones cotidianas. Y mientras millones de seres humanos mueren cada año, casi cada día víctimas de ese pecado capital, el resto de los beneficiados miran hacia otro lado esperando que el Papa, que allá en el cielo, algún dios piadoso, blanco, limpio y luminoso les perdone.

Es fácil decir cuáles son los pecados cuando el castigo no está en este mundo ni en esta vida. Es fácil ser el creador de los pecados cuando eres el dueño de todos los perdones. Eso te convierte en amo y señor de los rezos, de las ambiciones, de los miedos. Y mientras el Papa recauda más de 60 millones de dólares solo con su último libro, nos regaña y amenaza para que nunca seamos como él. Los niños seguirán muriendo de hambre por culpa de ese capital pecado, pero ¿de quién es el capital realmente? ¿De quién depende realmente la economía mundial? Del microscópico gasto de nosotros los mortales. No de los bancos ni de las grandes multinacionales, si no del gasto, la calderilla. Si la gente se cree que hay crisis y no gasta, el dinero se estanca, la recesión aparece como una peste medieval. Resulta que la unión de todas las miguitas es realmente el gran pastel que otros se reparten. Una vez más es la unión de las minúsculas y microscópicas acciones donde está el poder de los grandes y gigantescos gobernantes. Llevamos a los grandes bancos en el bolsillo, en nuestras deudas. Llevamos a los partidos políticos y a sus líderes, en nuestro pequeño y humilde voto. Me pregunto sin llevaremos también a dios en nuestras culpas, en nuestros pecados. tan actualizados y modernos.

No sé por qué me acuerdo ahora de las ballenas: para pescar dibujan grandes círculos de burbujas donde los peces quedan atrapados y nadan sin poder escapar. En realidad no hay barrera que se lo impida, simplemente no son capaces de ver más allá de las burbujas que tanto les asustan. Las ballenas los engullen sin esfuerzo.

Mientras el papa cuenta pecados, mueren niños en palestina, torturan gente en Guantánamo, desplazan pueblos al desierto. Dicen que son más de 800 millones de pobres los que mueren cada año. y la cifra sube como el precio del barril de crudo, así la cruda realidad. Culpa será del capital. Negro producto del pecado. Y mientras el Papa contamina nuestra conciencia, se enriquece junto a todos esos que controlan nuestra inconciencia. Mientras el precio del barril siga subiendo, quizá para llegar al cielo y comprar un perdón, nosotros estaremos más cerca del infierno.

AMEN