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Entrevista al poeta Luis García Montero

«La bandera republicana es sagrada y es melancólica»

Fuentes: Mundo Obrero

En el año 2006, Luis García Montero publica «Los dueños del vacío» en el que estudia a poetas contemporáneos como Rafael Alberti, Federico García Lorca, Pablo Neruda y Luis Cernuda, y también a San Juan de la Cruz desde de sus escindidas conciencias, lo que se ha llamado la fragmentación del «yo». Unas conciencias que […]

En el año 2006, Luis García Montero publica «Los dueños del vacío» en el que estudia a poetas contemporáneos como Rafael Alberti, Federico García Lorca, Pablo Neruda y Luis Cernuda, y también a San Juan de la Cruz desde de sus escindidas conciencias, lo que se ha llamado la fragmentación del «yo». Unas conciencias que en su ensimismamiento encuentran una melancolía oxidada y una vinculación con la realidad que les lleva a la desilusión. En medio de esta tensión, la ética, y la palabra. En la sombra del análisis teórico, aparece este año un libro de poemas, «Vista cansada.» Aunque el título pueda llevarnos a la evocación cernudiana de vivir sin estar viviendo, o a la constatación de un agotamiento, en este nuevo poemario la reflexión y el homenaje se entrecruzan en un ejercicio de compromiso consigo mismo y con los demás, sin que la elegía reflexiva empañe el sentido de la vida: «A estar aquí, // en una compartida soledad, para ver lo que pasa // con nosotros.»

– En «Los dueños del vacío» mantiene Ud. que el poeta contemporáneo se encuentra en un territorio, el vacío, que se ha establecido entre lo que Ud. denomina «identidad» y «los vínculos,» o lo que creo puede ser también llamado compromiso político. ¿Dónde se encuentra ahora la conciencia poética de los poetas vivos?

– La poesía contemporánea ha girado con frecuencia sobre las relaciones entre el yo y la sociedad. En mementos de crisis, el poeta huye de la sociedad y se interna en el yo, haciendo una poesía subjetiva. En momentos de ilusiones colectivas, se ha provocado a veces la renuncia de la conciencia individual a favor de vínculos absolutos. Creo que los dos casos son peligrosos. El individualismo absoluto no sólo olvida las responsabilidades sociales, sino que además olvida que el yo es un producto histórico, un especio que se forma en sociedad. También es peligrosa la disolución del yo en un discurso totalitario, porque la conciencia individual se diluye en las consignas de una religión, una patria, una raza, un mercado o un partido político. Por eso me gusta pensar que el lugar de la poesía contemporánea es el lugar fronterizo de la conciencia, un lugar de perpetua discusión entre el individuo y sus vínculos.

-«Vista cansada» es un libro de madurez poética y, me atrevería a decir de urgencia biográfica? ¿Por qué?

– Este año cumplo los cincuenta. Me parece un buen momento no sólo para escribir sobre el paso del tiempo, sino también sobre el paso de la historia. La biografía de un español de mi edad se ha extendido a lo largo de un verdadero cambio histórico, casi antropológico, desde una España pobre a una España marcada por la prepotencia del consumo. Los cambios producidos en la historia exterior y en la educación sentimental de los individuos es lo que me ha interesado, al plantearme una autobiografía lírica. La pobreza tiene sus metáforas, el capitalismo desarrollado tiene las suyas, y son una buena puerta para indagar en el carácter histórico de los sentimientos.

– El libro se abre con un epígrafe de T. S. Elliot en el que podemos leer: No penséis: «el pasado terminó», // o «el futuro se extiende ante nosotros.» ¿Sería como una perífrasis del verso de Gabriel Celaya que dice que la poesía es un arma cargada de futuro?

Puede ser. Los poetas sabemos, Gabriel Celaya lo sabía, que un telediario manipulado sirve para crear opinión con mucha más eficacia que el mejor poema del mejor de los poetas. Pero eso no significa que debamos renunciar a nuestra ilusión política y nuestro compromiso cívico. Lo que sí es conveniente comprender, tal y como está la manipulación mediática, es que la utilidad de la literatura tiene que ver con el diálogo de las conciencias. Yo hablo en mis poemas con un lector y en ese terreno sí puedo competir con los grandes discursos. Por eso los poetas actuales bajamos del púlpito, no nos consideramos faros de la sociedad, y reivindicamos el ejercicio de la conciencia individual.

– Y para cerrar la última sección de «Vista cansada», cita Ud. un fragmento de «Epílogo» de Robert Lowell, en el que afirma que su escritura es una foto instántanea y fantasmal, aunque levantada desde la vida y aprisionada por la realidad. ¿Desde esta perspectiva debería el lector leer los poemas de «Vista cansada?

– En el libro, repaso episodios importantes de mi vida familiar, de mis preocupaciones y admiraciones literaria y de la historia que me ha tocado vivir. El poeta procura siempre trascender su propia biografía, para alcanzar mayores grados de significación. Yo presento instantáneas de mi vida para buscar desde ella una interpretación de la realidad en la que pueda sentirse interpelado el lector. A veces hay que borrar un poco la propia identidad para que el otro pueda habitar también el poema.

Volviendo a «Los dueños del vacío». Sus estudios sobre Luis Cernuda y Pablo Neruda resaltan sus respectivos compromisos éticos en lo que respecta a la actitud crítica de sus vinculaciones sin deshacerse ni de abjurar de ellas. ¿Está de acuerdo que son «ejemplares» no sólo por esto, sino además por su persistencia hasta sus muertes?

– En los dos casos, y cada uno a su modo, creo que fueron un ejemplo de persistencia. Ninguno de los dos renunció a sus críticas morales y económicas al capitalismo. Eso no significa que pensaran siempre lo mismo, porque quien se vanagloria de no cambiar, se vanagloria de que vivir no le ha servido de nada. Pero cambiar no significa renunciar, y ellos apostaron por una lucidez crítica que les impidió el acomodo. Neruda no dudó de que podía seguir siendo comunista después de criticar y separarse del estalinismo.

– Antonio Machado es rememorado en su poema «Colliure.» En él leemos: «Las flores de la tumba de Machado // imitan el color de una bandera // sagrada por mandato // de mi melancolía.» Y pregunto,¿ sólo por la melancolía?

– Por mi historia, mis lecturas, mis maestros, la bandera republicana es sagrada y es melancólica. Pero se trata de una melancolía que no afecta al 14 de abril de 1931, sino a la Europa del 2008. Lo que está en desuso no en la República española, sino el ejercicio de la política, la posibilidad de que los ciudadanos puedan controlar las grandes realidades supranacionales económicas y especulativas. Aunque a primera vista pueda parecer contradictorio, yo no soy republicano de 1931, sino de 2008. Creo que el Rey es la metáfora española de un nuevo mundo en el que la política ha sido liquidada, en el que los ciudadanos no tienen capacidad de elección. La melancolía más grave que nos afecta en la actualidad es la melancolía por el futuro.

– Su trayectoria poética ha estado inscrita en la llamada «la otra sentimentalidad» y»poesía de la experiencia.» ¿Después de estos años de teoría y práctica poética, en la que se ha cuestionado las vanguardias, la poesía pura, la poesía comprometida, etc. tiene el poeta actual conciencia para quién escribe y de lo qué escribe?

Una parte fundamental de todo proceso de escritura es la creación de un lector, un lector ideal para el que se escogen las palabras una a una. Toda escritura sabe su destinatario ideal. Hay quien piensa que el rigor es escoger vocabularios difíciles y temas propios del iniciado lírico. A mí me interesa concebir el poema como un espacio público, un lugar de diálogo entre un autor y un lector. Esto me parece fundamental en la capacidad de rebeldía de la literatura, más incluso que el contenido de las obras. En una época de liquidación de las conciencias y de los espacios público, es importante defender el texto como ámbito público para el diálogo de conciencias.

– En relación con la pregunta anterior, en el poema ·»Segundas conclusiones» leemos: «Sin hacer equipaje de rencores, // sin bromas en el reino de los justos, // uno aprende a cambiar de domicilio». ¿Si consideramos «domicilio» como una metáfora, cuál sería su referente?

– Me preocupan mucho los puros, porque la vida me ha enseñado a distinguir entre pureza y puritanismo. Hay comisarios políticos del pensamiento que no dudan en mezclar sus ideas con un procedimiento policial de persecución, calumnia y cuando tienen oportunidad de represión material. Para no sentirme afectado por los rencores, para no renunciar a mis ideas por culpa de los puritanos, he aprendido a apartarme de ellos. Es bueno cambiar de domicilio cinco minutos antes de que llegue la policía a buscarte. Se trata de un poema escrito contra los dogmáticos, contra aquellos tan puros que se sienten con derecho a despreciar a los demás. No es que los otros tengan sus propias ideas, es que son unos pecadores.

– , Ud. homologa a los poetas contemporáneos por ser responsables finales de su palabra y también que sólo dependen de la soledad de su conciencia. Sin embargo creo que la conciencia de Lorca o Cernuda es diferente a la de Alberti o Neruda, como también sus respuestas, aunque tengan mucho en común.

Afortunadamente cada poeta tiene su rumbo, su mundo, su riqueza literaria. Pero a la hora de reivindicar la conciencia los cuatro son buenos ejemplos. El Lorca andaluz que comprende que las identidades regionales ocultan un vacío humano universal, el Cernuda surrealista que se aleja del irracionalismo para fundar su ética civil en las contradicciones de la realidad, el Alberti nostálgico que se aleja de los embellecimientos del pasado para tomar conciencia histórica de su tiempo y el Neruda comunista que rompe con las consignas del estalinismo, me interesan mucho como ejemplos diversos de conciencias individuales que meditan sobre sus acuerdos y desacuerdos con la realidad y buscan respuestas literarias. Son modos de plantearse las relaciones entre los vínculos convertidos en identidades y las identidades que desean invadir el espacio público de los vínculos.

-Ya sabemos que te has pronunciado muchas veces sobre la Memoria histórica. Pero la actuación del juez Garzón ha abierto otras perspectivas. En lo que respecta a la exhumación de la fosa común, donde se presume que está el cadáver de Federico García Lorca, ¿qué tienes que decir al respecto?

– Creo que las cosas pueden hacerse bien, y que se debe cumplir la ley de Memoria Histórica. He compartido la preocupación de la Familia García Lorca de que, como decía Cernuda, la estupidez suceda al crimen, y se monte un circo mediático con la calavera del poeta. El tema había llegado a tratarse en programas como «Aquí hay tomate». Si se trata de dignificar la memoria de los republicanos ejecutados, no dejemos que el mercantilismo le quite a los muertos la dignidad que no pudo quitarles el fascismo. Pero una vez asegurado que va a haber pudor y privacidad, me parece bien que la familia del poeta no quiera entorpecer la petición legítima de otras familias. En cualquier caso, creo que una vez abierta la fosa, los resto de García Lorca deberían quedarse en allí, porque aquello no es ya una cuneta, sino un parque histórico, un homenaje a las víctimas del franquismo, y el poeta defiende con su recuerdo a todas las víctimas anónimas.