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Fuentes: Ultimas Noticias

1 Participación. El pueblo elige en 1998 a un Hugo Chávez Frías que no tenía maquinaria política ni medios para hacer campaña. Una nueva fuerza determina la realidad venezolana. La Constitución de 1999 la denomina democracia participativa y protagónica. Se desvanece el proyecto de muerte de la política facturado en el gremio de patronos. El […]

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Participación. El pueblo elige en 1998 a un Hugo Chávez Frías que no tenía maquinaria política ni medios para hacer campaña.

Una nueva fuerza determina la realidad venezolana. La Constitución de 1999 la denomina democracia participativa y protagónica. Se desvanece el proyecto de muerte de la política facturado en el gremio de patronos. El rescate de Chávez prisionero de los golpistas, la resistencia al cierre patronal y la victoria contra el sabotaje en Pdvsa, la multitudinaria participación en misiones y consejos comunales, las demoledoras mayorías ganadas en nueve de diez consultas populares revelan que la participación sigue siendo superior al desgaste.

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Nacionalización. En 1998 el capitalismo salvaje parecía un dogma y el desmantelamiento del Estado una obligación. Anticipándose a la crisis del capitalismo, se detiene la privatización de Pdvsa, de la educación, de la salud, de la seguridad social. Se renacionalizan industrias básicas como la siderúrgica, la telefónica, La Electricidad de Caracas. La república crea de nuevo una aerolínea bandera y adquiere uno de los principales bancos; controla la fuga de divisas, eleva las reservas internacionales por encima de 40 mil millones de dólares y las diversifica en distintas divisas en previsión de la caída del signo estadounidense.

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Energía. Para 1998 la Opep marchaba hacia su extinción. Alí Rodríguez la resucita imponiendo el respeto a las cuotas de producción, que valoriza el petróleo de $8 por barril hasta sus precios actuales. El bolivarianismo diversifica los mercados; crea Petrocaribe y Petrosur, y usa el petróleo como herramienta de una diplomacia multipolar. En el orden interno sustituye concesiones y contratos de servicio por empresas mixtas, en las cuales Pdvsa debería conservar siempre la mayoría accionaria decisiva.

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Socialismo. En un mundo postrado ante los fetiches neoliberales, el bolivarianismo replantea los temas de la revolución y el socialismo. El ingreso petrolero es utilizado para una colosal inversión social que liquida el analfabetismo, casi elimina la deserción en educación primaria y media y duplica la matrícula gratuita en educación superior. Gracias a esta inversión, que debe ser rigurosamente controlada, la pobreza extrema baja de 42,5% en 1995 a 9,4% en 2007, y la relativa de 50,4% a 33,7%; la esperanza de vida asciende a 73,18 años, somos el país con menor índice de desigualdad en la América Latina capitalista, y el Índice de Desarrollo Humano de Naciones Unidas, que en 1998 nos situaba en 0,691, para 2007 nos eleva al Rango Alto de Desarrollo Humano con 0,878.

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Misiones. Estas mejoras operan mediante infinidad de Misiones, en las cuales participan centenares de miles de venezolanos en un voluntariado remunerado en forma casi simbólica, y a quienes sería deseable reconocer plenamente sus derechos laborales. El Socialismo del Siglo XXI ensaya numerosas formas de producción social, desde empresas del Estado hasta fundos zamoranos, cooperativas y empresas recuperadas, o de gestión comunitaria, como los consejos comunales, todas en vías de laboriosa experimentación y afirmación.

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Medios. Para 1998 unos noventa diarios, sesenta televisoras y mil radioemisoras eran unánimemente opuestos al proyecto bolivariano, apenas defendido por una radio y una televisora de servicio público, y algunos espacios en dos diarios con un cierto equilibrio. Este oligopolio comunicacional fue el agente del golpe mediático y el sostén de la efímera dictadura virtual. Una década después, exponen el punto de vista de las mayorías cinco televisoras de servicio público y la emisora latinoamericanista Telesur; varias radios, un periódico de los comunistas y centenares de pequeñas publicaciones y de emisoras unidas en la Asociación Nacional de Medios Comunitarios, Libres y Alternativos. Ediciones de variedad y tirajes sin precedentes se ponen al alcance del público alfabetizado. Un satélite de telecomunicaciones venezolano nos une con América Latina y el mundo. La Ley Resorte regula los medios; Conatel convalida todas las violaciones contra ella.

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Identidad. El pueblo, antes incitado por los medios a la idolatría de lo extranjero y exhortado a avergonzarse de su composición étnica mestiza y plural, reaparece como protagonista político y cultural orgulloso de su venezolanidad.

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Institucionalización. La oposición juega las cartas del llamamiento mediático a la guerra civil y al desconocimiento del gobierno legítimo, del golpe de Estado, del cierre patronal, del sabotaje petrolero, de la intervención de Estados Unidos, de la introducción de paramilitares, del desconocimiento de una decena de elecciones inobjetables, hasta que no le queda otra carta que la electoral.

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Soberanía. La Revolución Bolivariana rechazó la instalación de bases de Estados Unidos; prohibió sobrevuelos de aeronaves militares extranjeras sobre Venezuela; desalojó la Misión Militar norteamericana; expulsó a la DEA, exigió y obtuvo excusas del Gobierno de Colombia ante el secuestro de Granda; expulsó a Las Nuevas Tribus, órgano de adoctrinamiento del Instituto Lingüístico de Verano; diversificó los proveedores de armamentos y repuestos; modificó la doctrina militar para adaptarla a la Guerra de Cuarta Generación y activó una Reserva popular con más de cien mil efectivos.

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Integración. Venezuela pasa de satélite anónimo de la unipolaridad a impulsor de la multipolaridad, motor de la unidad latinoamericana, autor de la derrota del Alca, reactivador del movimiento de los no alineados, miembro del G-15, miembro del Mercosur, miembro fundador de Unasur, fundador del Alba, aliado de Cuba y de la mayoría de los países caribeños, miembro decisivo del Caricom, promotor de Petrocaribe, de Petrosur y del Banco del Sur, constructor de vínculos de solidaridad internacional que cuestionaron y revirtieron el tradicional dominio de Estados Unidos sobre la OEA y sobre la región.

Para el Socialismo del Tercer Milenio se necesitan cien cosas: con diez se empieza.

PD: Circula ya la segunda edición de mi novela Pirata, en edición de Alfaguara-Santillana. No se la pierda.