La Revolución cubana es un hito histórico que ha traspasado el siglo XX. Su importancia trasciende las fronteras de la isla, no sólo por representar un modelo antisistémico bloqueado, sino por la influencia ideológica que ha expandido en toda la América Latina y su incuestionable participación en los cambios de la geopolítica internacional. Sin embargo, […]
La Revolución cubana es un hito histórico que ha traspasado el siglo XX. Su importancia trasciende las fronteras de la isla, no sólo por representar un modelo antisistémico bloqueado, sino por la influencia ideológica que ha expandido en toda la América Latina y su incuestionable participación en los cambios de la geopolítica internacional. Sin embargo, después de cinco décadas de un profundo proceso de transformación ¿podemos hablar de un arquetipo revolucionario ó de una dictadura anacrónica?
1. La revolución nacionalista.
La segunda mitad del siglo XX estuvo enmarcada por la Guerra Fría, es decir, el conflicto entre dos potencias, y sus aliados, por expandir e imponer su modelo económico. Por su parte, América Latina se veía empantanada en dictaduras; no obstante, la evolución del modelo de acumulación capitalista pronto definiría la necesidad de gobiernos liberales que generaran las condiciones para la reproducción de sus ganancias e intereses.
En el ámbito regional, a diferencia del proceso de integración europeo, los gobiernos se orientaron a favorecer intereses personales, de grupos, partidos y empresarios; de tal manera que esta política favoreció la desigualdad en la distribución de la riqueza.
Al respecto, desde muy joven, un abogado cubano se pronunciaba en contra de las dictaduras y la explotación de su país, luchando por transformaciones liberales que garantizaran las libertades individuales, la transición democrática y cambios en el modelo económico… era Fidel Castro.
Esta primera etapa ideológica de la revolución se puede identificar en tres momentos clave: 1) En los discursos contestararios en contra de la dictadura, 2) En la idea de país que se esboza en la «Historia me Absolverá», y 3) En las acciones nacionalistas que impulsa el gobierno revolucionario como las expropiaciones y la reforma agraria.
En este sentido, Fidel Castro se va a constituir en el arquitecto ideológico de la revolución.
2. La transformación socialista.
Los primeros cambios revolucionarios en la isla, las conferencias de Fidel en Estados Unidos y su entrevista con Nixón en 1959, fueron determinantes para, increíblemente, ser considerado un comunista enemigo de los intereses estadounidenses a pesar de haber declarado ante la prensa norteamericana: «No somos comuistas».
De inmediato el gobierno de Washington modificó su estrategia y comenzó a desarrollar acciones políticas, ataques y sabotajes para intentar derrocar al gobierno castrista. Los mejores ejemplos se pueden observar en la VII Reunión de Consulta de Cancilleres de la Organización de Estados Americanos (OEA) de 1960 donde se acusa a Cuba de poner en riesgo la seguridad del hemisferio, en consecuencia los Estados Unidos rompen relaciones diplomáticas con Cuba en enero de 1961. Es claro que se pretendía «legitimar» la siguiente fase de la estrategia: la intervención militar.
Así, el 16 de abril de 1961 frente al cementerio «Colón», un día después de los bombardeos contra la isla, por primera vez Fidel Castro declaraba el nuevo rumbo de la Revolución cubana: » Compañeros obreros y campesinos, esta es la Revolución socialista y democrática de los humildes, con los humildes y para los humildes».
La respuesta no se hizo esperar y la invasión a Playa Girón dio inicio el 17 de abril. Antes de 72 horas Fidel Castro logró la victoria, el apoyo militar definitivo de los soviéticos, y la humillación para el gobierno estadounidense.
Este acontecimiento histórico fue decisivo para la crisis de los misiles de octubre de 1962. Si bien el conflicto se originó porque los Estados Unidos habían colocado misiles nucleares en Turquía, los soviéticos, con el argumento de defender a Cuba de un ataque a gran escala, convencieron a Fidel de colocar misiles en la isla. Al borde de la tercera guerra mundial los gobiernos de Washington y Moscú lograron un acuerdo de último segundo para retirar recíprocamente su armamento. En cambio, en las negociaciones Castro no fue consultado y de inmediato dejó ver las primeras diferencias con el régimen soviético.
Cabe destacar que los factores internacionales, en particular su diferendo con los Estados Unidos, así como la ayuda de la URSS al gobierno cubano, influyeron de forma determinante en las modificaciones ideológicas del discurso de Fidel Castro y, por ende, en la adaptación de la Revolución cubana a la Guerra Fría y su nuevo papel en América Latina.
3. La consolidación.
Este proceso requirió de la transición ideológica al socialismo, precedido por los discursos antiimperialistas de Fidel, sustentado en las Declaraciones de La Habana, cimentado en el mito «Che» Guevara, y legalizado a través de la Constitución socialista de 1976.
Simultáneamente el modelo económico transitó hacia una economía centralizada que se benefició extraordinariamente del intercambio comercial y la inversión directa de la URSS, así como de sus relaciones con el bloque socialista a través del Consejo de Ayuda Mutua Económica (CAME).
Si bien no se logró exportar la revolución, sí se logró la internacionalización de la Revolución cubana y se dejó constancia de ello principalmente en países de América Latina y África.
Sin lugar a dudas, la consolidación la alcanzaron a través de los llamados «logros sociales». En este sentido, durante tres décadas Cuba fue el ejemplo de estudiantes, intelectuales, movimientos sociales y armados.
4. La crisis socialista.
A principios de los ochenta la URSS anunció reajustes en sus relaciones económicas internacionales debido a la crisis económica que comenzaban a atravesar. Sus efectos, aunque de manera incipiente, alcanzaron a la economía cubana.
Fidel Castro, de manera inesperadamente ideológica, promulgó el Decreto-Ley #50 legalizando la inversión de capital extranjero en 1982. En aquel momento resultó contradictorio el tradicional discurso anticapitalista y, en los hechos, la apertura en Cuba a los hombres de negocios y las empresas mixtas.
Asimismo, la crisis económica e ideológica se agravó entre 1985 y 1986, confrontando a dos proyectos que se autonombraban socialistas: La Perestroika y Glasnost de Gorbachov, y por la otra parte La Rectificación de Castro.
Sin embargo, a pesar de criticar duramente las reformas soviéticas, en 1988 el gobierno cubano firmó la primera empresa mixta en la isla con una compañía privada española.
La ideología del socialismo realmente existente parecía quedar sepultada bajo los escombros de los regímenes de Europa del Este.
5. El Periodo Especial.
El fin de la Guerra Fría significó el reacomodo del orden internacional y al gobierno Cubano, después de perder el 85% de sus mercados, sólo le quedaba una hazaña prácticamente impensable: sobrevivir.
Las estrategias ideológicas se modificaron. El discurso del socialismo como modelo alternativo cambio por el de un país dispuesto a insertarse al mercado internacional, con grandes posibilidades de que inviertan en él, pero con graves limitaciones y retos por delante debido al bloqueo estadounidense y la desaparición del bloque socialista.
La primera acción que sorprendió a propios y extraños, sobre todo a los militantes de izquierda, fue la presencia de Fidel Castro a la toma de posesión de Carlos Salinas de Gortari que había sido electo presidente mediante un proceso electoral fraudulento en contra de Cuahutémoc Cárdenas. Tres años más tarde, en julio de 1991, el presidente Salinas invitó a Castro a la Primera Cumbre Iberoamericana realizada en Guadalajara.
Este hecho fue fundamental ya que marcó el inicio de la incorporación de Cuba a este tipo de foros internacionales después de su expulsión de la OEA en 1962. De aquí en adelante, en su política exterior, ya no se observa el discurso ideológico del socialismo, en cambio todos sus esfuerzos diplomáticos los orientan en favor de la integración regional.
De esta manera, el primer lustro de los noventa significó la peor crisis económica e ideológica que hasta la fecha ha vivido la Revolución cubana. No obstante, el segundo lustro representó el periodo en que inició la recuperación macroeconómica, las inversiones extranjeras crecieron aceleradamente y los principales socios comerciales de la isla eran la Unión Europea y Canadá.
Si bien es cierto que el gobierno cubano había logrado sobrevivir y sostener al régimen, también fue una época en que distintos analistas señalaban que la transición hacia el capitalismo estaba en marcha en Cuba a partir de las reformas estructurales orientadas a lograr la inserción de su economía en el orden internacional. Esta interpretación se veía reforzada en el conflicto entre los Estados Unidos y la Unión Europea, debido a las Leyes Torricelli y Helms-Burton, por defender «sus intereses» y su expansión mediante acciones y condicionamientos que han buscado acelerar los cambios políticos en Cuba.
6. El nuevo periodo.
El inicio del milenio marcó un nuevo periodo de la Revolución cubana. Los cambios geopolíticos volvieron a colocar al gobierno castrista en una posición muy favorable para sus intereses. Desde entonces han acelerado el respaldo económico, político y militar de Venezuela, China y Rusia; además de incrementar el intercambio comercial y el respaldo diplomático de distintos países, partidos políticos y organizaciones sociales en todo el mundo.
Sin lugar a dudas se está conformando una Nueva Alianza Alternativa de dimensiones económicas aún no definidas y de características ideológicas que no se perciben homogéneas.
En este periodo Cuba ha logrado estabilizar sus indicadores económicos, ha reorientado y reestructurado las inversiones extranjeras hacia sus áreas estratégicas, y ha limitado la participación económica de la Unión Europea. En consecuencia se ha endurecido el discurso antiimperialista hacia Estados Unidos y Europa.
Si bien es cierto que en términos ideológicos Fidel Castro sigue presente, también es cierto que el discurso socialista se ha transformado en cincuenta años y ha demostrado una sorprendente capacidad de adaptación a los cambios geopolíticos.
No obstante, más allá del discurso ideológico socialista, en medio siglo Cuba ha desarrollado un modelo pragmático de revolución que sigue vigente y que se sustenta en la organización y el control de lo que conciben como el desarrollo social.
En este sentido, de la Revolución cubana tampoco se puede hablar en pasado; por el contrario, la deuda más importante y el reto más urgente está en mejorar las condiciones de vida de los propios cubanos ya que sólo ellos tienen la autoridad moral y política de juzgar y evaluar al régimen. Y es precisamente en las nuevas generaciones, y no exclusivamente en las condiciones internacionales, que se encuentra el futuro inmediato de Cuba.