¿Hay comunión entre la masacre de Israel en Palestina y el revocado bando policial que buscaba penalizar a los que «se matan a besos» (sic) en Guanajuato? Ciudad del Callejón del Beso, cuna de besadores históricos (Jorge Negrete, Diego Rivera), el alcalde panista Eduardo Romero Hicks optó por estimular los besos de «gratitud», de «ilusión», […]
¿Hay comunión entre la masacre de Israel en Palestina y el revocado bando policial que buscaba penalizar a los que «se matan a besos» (sic) en Guanajuato? Ciudad del Callejón del Beso, cuna de besadores históricos (Jorge Negrete, Diego Rivera), el alcalde panista Eduardo Romero Hicks optó por estimular los besos de «gratitud», de «ilusión», de «leyenda», que naturalmente excluyen «besos traicioneros» como los de La copa rota.
El beso expresa el deseo de dos para sentirse uno. Sólo hay que cuidarse del beso «olímpico» (que a juicio del alcalde llevaría a embarazos indeseados) y del beso «grandioso», dado por los que se creen más grandes que Dios, incurriendo en «herejía» (del griego hairetikós, capaz de elegir).
Hay quienes siguen creyendo que los besos deben ser como el matrimonio: atómicos (de átomus, no divisible). Sin embargo, en la escuela aprendimos que el núcleo del átomo se divide en protones, neutrones y electrones, en los que circulan docenas de extrañas partículas de nombres fascinantes: «quark encantado», «quark extraño» y sus correspondientes «antiquarks»: «quark común», «quark odio», y otras aún más diminutas que por carecer de electrones se llaman «inmateriales».
La palabra «quark» fue descubierta en una cantina por Murray Gell-Mann (Nobel de Física 1969) mientras leía Finnegan’s Wake, la novela de James Joyce en la que un personaje ordena con jerga irlandesa: «Three quarks for Muster Mark!» (¡Tres cuartos para Mister Mark!). Misterios de la física de lo infinitamente pequeña, tanto o más azarosa de entender que un «beso traicionero». Pues sepa usted que, además, los «quarks» son infieles: siempre aparecen en grupo de tres.
No sé más de partículas elementales. A ciertas profundidades, la veracidad de la ciencia es como la fe de las religiones: se cree o no se cree. Razonamiento dicotómico que a Pitágoras (educado entre sacerdotes persas «maniqueos» y egipcios creyentes en la «transmigración de las almas») le sirvió para imaginar que todo está regido por el Uno en un «cosmos» inmutable, fijo, trascendente. El Uno: Dios.
En griego, kosmos quiere decir «orden». El Uno en el Orden. De ahí la obsesión por el orden «simbólico» (de sym, junto con), para andar husmeando y persiguiendo lo diverso, lo dia-bólico: el Dos que se rebela, «matándose a besos». ¿Incongruencias de las partículas inmateriales? ¿Tornillos que nos faltan?
Científicamente, es decir, por el método de prueba y error, el frustrado bando panista demostró que nuestro cerebro sigue atrapado en el razonamiento dicotómico, degradando sus potencialidades. Con los motores de combustión interna ocurre igual. Termodinámicamente no hay mucha diferencia entre el motor de un Ford T y el de un Ferrari 2009. Las innovaciones tecnológicas han dotado a los motores de más potencia. Pero la mayor parte de la energía se dispersa.
Vacuidad de filosofías, ideologías, credos. La ciencia, la política y la religión continúan atrapados en el pantano de los razonamientos maniqueos. La increíble y totalmente creíble masacre de Gaza lo confirma. En un minúsculo territorio, una potencia militar realiza un sostenido matadero de tres semanas y media frente a las cámaras de televisión del mundo entero, y hay quienes se inquietan más por el «antisemitismo» que el crimen pudiese desencadenar.
Análisis, interpretaciones, condenas, justificaciones. Lo importante es no estar «ni con los unos», «ni con los otros», sino en el «justo medio». Que, justamente, es el medio cómodo. ¿Y las historias de la guerra real?
Con los primeros pasos de la infantería israelí en Gaza, algunos soldados se negaron a cumplir con la «obediencia debida». Porque una cosa son las bombas «de racimo» (arañas luminosas que desde el aire desperdigan lo necesario para que nada quede con vida en un amplio radio de acción), y otra la lucha cuerpo a cuerpo del «bien» contra «el mal».
Tomo con pinzas la fuente, que podría resultar tan «sesgada» como las de la agencia de noticias británica Reuters, y las estadunidenses Fox y Sky que transmitían en las inmediaciones del hospital Al Quds. Todos bombardeados por la aviación israelí, junto con los hangares para refugiados de Naciones Unidas.
Un pelotón ingresa al barrio Tal al Hawa. Avanza por una oscura callejuela y tropieza con un bulto. Sus linternas iluminan a un par de bebés, gateando sobre el cadáver de una mujer. En el instante que el jefe del pelotón procede a recoger los bebés, salta una niña de la nada y le clava un tenedor de cocina en el cuello. Aterrorizado, el pelotón huye del lugar, desoyendo el mandato de Jehová: «… ninguna persona dejarás con vida, sino que los destruirás completamente» (Deuteronomio, 20:16-17).
Elucubraciones, emociones, historias. Ernest Rutheford, descubridor del núcleo del átomo, dijo que la ciencia «es física o es filatelia». Cuando los jóvenes se «matan a besos» no piensan en sellos postales. Activan sus partículas «antimateriales» y, cumpliendo con el mandato, apuestan a lo mejor de una especie en vías morales de extinción.