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Gaitán, Laureano y Franco

La memoria y el renacer de la historia truncada

Fuentes: Rebelión

La memoria de Jorge Eliécer Gaitán crecerá porque el olvido sistemático que se ha instaurado hasta ahora sobre sus ideas visionarias y su fe volcánica en nuestros humildes no puede contener la energía del movimiento cultural y social que recrea el porvenir de Colombia a partir de la memoria de la luz. En diciembre de […]

La memoria de Jorge Eliécer Gaitán crecerá porque el olvido sistemático que se ha instaurado hasta ahora sobre sus ideas visionarias y su fe volcánica en nuestros humildes no puede contener la energía del movimiento cultural y social que recrea el porvenir de Colombia a partir de la memoria de la luz.

En diciembre de 1947, en Bogota, el genio alado de Luis Cardoza y Aragón percibió en el linchamiento de un torito manso la furia de los vendavales detenidos de generaciones humilladas presente en Colombia bajo una delgadísima ficción de tranquilidad. Era la misma ira enconada que Jorge Eliécer Gaitán vaticinó que estallaría y tardaría mas de un siglo en volver a su cauce , si sus enemigos políticos acudían al expediente del magnicidio para intentar detener lo que a principios de 1948 ya estaba absolutamente claro : el ascenso a la Presidencia de Colombia de un ideario elemental de justicia y soberanía sobre los hombros de una población humilde cuya conciencia despertaba de la ignorancia y los engaños seculares en la voz ígnea del hombre venido de sus entrañas. 

En la sabana andina, Laureano Gómez en el Teatro Municipal, en 1928, había señalado: «Nuestra raza proviene de la mezcla de españoles, de indios y de negros. Los dos últimos caudales de herencia son estigmas de completa inferioridad.Es en lo que hayamos podido heredar del espíritu español donde debemos buscar las líneas directrices del carácter colombiano contemporáneo…..» Laureano Gómez fungió como mente rectora del Partido Conservador entre las décadas del treinta y del cincuenta , y junto a otros copartidarios del conservatismo contempló el alzamiento de Franco con su doctrina del odio y la intolerancia , y su proceso de exterminio y sometimiento sistemático de los rojos , ejecutado por el Movimiento Nacional , como un ejemplo a seguir. En el proceso democratizador experimentado en Colombia con los gobiernos liberales entre 1930 y 1946 estas mentes conservadoras, subyugadas aun por la herencia colonial, contemplaron una replica del Frente Popular español y sus monstruosidades contra los dominios del Clero, la Santa Sede, los Terratenientes, los privilegios hereditarios y los Sacro-Santos valores de la Civilización Occidental.

Cuando la dirección conservadora descubrió en 1946 que el gobierno de los Estados Unidos – pese a la pregonada guerra contra el fascismo – había pactado con el régimen fascista de Franco su mantenimiento en el poder a cambio de ser herramienta en la guerra contra el comunismo en el Mediterráneo y en el sur de America – visualizada como territorio de proyección de la Hispanidad Renaciente – se sintió alentada en su sangrienta campaña dirigida a evitar con la aniquilación y el terror metódicos , que en las elecciones de 1949 triunfasen las mayorías liberales junto a franjas del pueblo conservador cuya conciencia se había despertado con el fuego de la palabra de Gaitán. El 30 de marzo de 1948, unas horas antes de la inauguración de la Novena Conferencia Panamericana en Bogota, se lanzo un mensaje claro a los delegados continentales con la publicación de la noticia de que Franco el exterminador del pueblo libertario, socialista, demócrata, y comunista de España, era acreedor de los beneficios del Plan Marshall.

Las palabras de Gaitán en torno a la nacionalización del petróleo y la democratización de la economía ; sus invocaciones para que ningún jurista colombiano aceptase poderes de empresas extranjeras que atentasen contra los derechos de los trabajadores colombianos , su llamado a rechazar la declaración anticomunista leída por el General Marshall en la Conferencia Panamericana presidida por Laureano Gómez , y su apoyo a un congreso popular de estudiantes del sur de America que se oponía al coloniaje en Panamá , Guantánamo , Malvinas y Belice , fueron catalogadas por el diario El Siglo como expresiones de una conjura liberal – masónica- comunista y seguramente tuvieron alguna relación tanto con el hecho de que una vez cometido el magnicidio el General Marshall se apresuro a sindicar al comunismo internacional como responsable de los acontecimientos del nueve de abril, como con el comunicado que salio el día 10 de abril de la cancillería colombiana rompiendo las relaciones con Rusia, comunicado que extrañamente – como anoto el corresponsal del diario ABC en esta región -estaba redactado en ingles.

La misma dirección tuvieron las acusaciones formuladas por Laureano Gómez el 14 de Agosto de 1949 – después de su permanencia de un año en España donde se refugio con posterioridad al nueve de abril – señalando a Gaitán como conspirador pago y arrepentido de la URSS para sabotear la Conferencia Panamericana, por eso , dijo , fue asesinado por los propios comunistas. El 31 de mayo de 1948, había sido expedida en Madrid la orden del Ministro de Asuntos de Exteriores por medio de la cual se abonaba a Laureano Gómez, con cargo a gastos reservados, la suma de veinticinco mil pesetas para atender los gastos de su estancia en la España de Franco. El gobierno de Ospina recibió 50 millones de dólares por parte de los Estados Unidos y preparo la continuidad del régimen conservador. En noviembre de 1949, en medio del proceso de exterminio sistemático calcado de la admirada España franquista, y con el Congreso clausurado, Laureano Gómez fue elegido, sin contendor, Presidente de Colombia.

Sesenta y un años después del crimen de Gaitán, vencido hace tiempo el plazo oficial que la ley estadounidense contempla para desclasificar información reservada, y pese a las reiteradas solicitudes por parte de sus descendientes y de organizaciones sociales para que la CIA permita el acceso a los archivos que guardan información relacionada con la forma como se produjo el magnicidio , no ha sido posible hasta ahora que se revele la información porque, afirman en sus respuestas : afectaría a personas que aún están vivas en Colombia. Mientras tanto, en el país ha funcionado pérfido mecanismo por medio del cual se impone la confusión y el olvido sobre la memoria del decoro y se expulsan de la historia oficial los recuerdos en los que se puede enraizar otro porvenir posible diferente al ignominioso edificado sobre la sangre y los métodos mafiosos.

Sobre la negación de la memoria – los archivos nacionales de la época fueron incinerados en la década del sesenta – y sobre el reconocimiento oficial a quienes ordenaron el terror – presente en la monumentalistica y los textos de historia de la enseñanza publica – se erige el desangre, el destierro, la injusticia y la ausencia de soberanía del presente. En la reinterpretación de nuestro pasado, en nuestra memoria, habitan las potencias esclarecedoras indispensables para superar el enfrentamiento fratricida que tanto ha servido a la perpetuación del dominio imperial con atuendos democráticos que sustituyo el fascismo europeo sin alterar la esencia de su forma de comprender y actuar con relación a nuestros pueblos.