El escritor uruguayo fue reconocido por su mirada crítica, agudeza y compromiso. El mundo está patas arriba: los que hacen el negocio de la guerra se ocupan de la paz, dijo a sus lectores. Eduardo Galeano, escritor que aprendió desde muy joven que uno de los desafíos del arte de narrar permitía convertir la memoria […]
El escritor uruguayo fue reconocido por su mirada crítica, agudeza y compromiso. El mundo está patas arriba: los que hacen el negocio de la guerra se ocupan de la paz, dijo a sus lectores.
Eduardo Galeano, escritor que aprendió desde muy joven que uno de los desafíos del arte de narrar permitía convertir la memoria en ahora, un hombre que confiesa que su curiosidad por todo cuanto acontece en el mundo es infinita, un narrador que se dedica a rastrear los extraños viajes de las palabras
, recibió un cálido homenaje en Madrid.
El Círculo de Bellas Artes le entregó la medalla de oro en reconocimiento a su mirada crítica, su lirismo, su agudeza, su memoria histórica y su compromiso.
Eduardo Galeano (Montevideo, 1940) intentó contener la emoción, ponerse a salvo de esa abrasante
calidez de sus lectores, que se fundieron en un prolongado aplauso, de pie y con la admiración desatada.
Con la voz entrecortada, rota en ocasiones por el llanto sincero, Galeano agradeció la ovación, la medalla y el cariño con tres relatos (ver más abajo) que hablan de su andadura por los caminos del arte de narrar.
Peligrosa impunidad
Galeano, con esa dicción nítida y sobrecogedora, explicó que su camino literario ha estado marcado por su capacidad de escuchar, por su infatigable labor de sentarse al lado de cualquier ser humano, rico, pobre, negro, amarillo o mulato, a compartir con él una conversación de café o un refrigerio en medio del campo. Por eso hombre anónimo es en realidad el mayor héroe que se ocurre cuando piensa en las dificultades de la dictadura del miedo
en la que vivimos.
Recordó, por ejemplo, el difícil camino de la memoria de las torturas y la represión de la dictadura militar de su país, la misma que lo obligó al exilio y no le permitió volver a su barrio, a sus cafés, durante 15 años.
El problema es que cuando la memoria desaparece, cuando es artificialmente borrada y se dice que esto no ocurrió, se está condenado al fracaso. De algún modo, la desmemoria traducida en impunidad estimula el crimen, estimula a los delincuentes. La impunidad es muy peligrosa por eso.
Las palabras de Galeano emocionaban e indignaban a sus lectores, más de mil en el atiborrado teatro del Círculo de Bellas Artes.
Galeano regaló palabras sencillas y profundas: ¡Qué clase de democracia es ésta! En qué clase de mundo democrático e igualitario vivimos cuando los cincos países que tienen derecho de veto en el Consejo de Seguridad de la ONU (Reino Unido, Francia, Estados Unidos, China y Rusia) pueden decidir el destino de todos los demás. Los cinco países que velan por la paz son a la vez los cinco países que son los principales fabricantes de armas. Los que hacen el negocio de la guerra se ocupan de la paz en este mundo al revés, que está patas arriba.
Lamentó que vivamos sometidos a una dictadura universal del miedo
, que prohíbe ser, sentir, decir, recordar. Y esa dictadura interior se produce a partir de hechos concretos de la vida cotidiana de todos nosotros. El miedo a la inseguridad desatada ahora, en la que la persona está siempre esperando ser atacada por alguien, en la que el otro es siempre una amenaza. Y si no te ataca al menos te va a contagiar alguna gripa animal.
Fuente: http://www.jornada.unam.mx/2009/09/30/index.php?section=cultura&article=a03n1cul
Discurso de Eduardo galeano tras recibir el galardón: Aprendizaje, desafío y viaje de las palabras