Todos hemos oído hablar ya de los nuevos «libros electrónicos» (ebooks). Su pantalla, contrariamente a las de un ordenador o teléfono móvil, funciona con «tinta electrónica», motivo por lo cual no despide luz ni la imagen parpadea. De esta forma, la lectura en este soporte es prácticamente igual que en papel. La gran ventaja frente […]
Todos hemos oído hablar ya de los nuevos «libros electrónicos» (ebooks). Su pantalla, contrariamente a las de un ordenador o teléfono móvil, funciona con «tinta electrónica», motivo por lo cual no despide luz ni la imagen parpadea. De esta forma, la lectura en este soporte es prácticamente igual que en papel. La gran ventaja frente al libro ordinario es que permite viajar con cientos de libros o apuntes con sólo unos gramos de peso y muy poco espacio. Otro uso adicional de este aparato es que no sólo permite descargar libros, sino también artículos de prensa diarios para leerlos tranquilamente en el Metro o en la cafetería. El diario El País ya ha alcanzado un acuerdo con Amazon para vender su edición diaria de papel en formato de libro electrónico.
¿Por qué utilizar un libro electrónico?
A pesar de estas ventajas técnicas, siempre me han gustado los libros tal y como los hemos conocido hasta ahora, y albergaba muchas reticencias hacia el ebook. Dos artículos que recientemente leí en la web me han hecho cambiar de opinión. En el primero de ellos es un magnifico texto en el que abogado Carlos Sánchez Almeida hace una encendida defensa de la cultura libre y las posibilidades que para ello ofrece Internet. Y cuando ya estaba bastante convencido de la bondad de que los libros estuvieran contenidos en un archivo informático, una tras la lectura de una intragable columna de opinión de Vicente Molina Foix me decidí definitivamente a comprar un lector de libros y fomentar el libre intercambio de libros en la Red.
Manos a la obra
En primer lugar, hay que decidirse por un modelo. Desaconsejo el ebook Kindle, pues resulta caro y está dotado de software propietario, de tal forma que Amazón puede borrar títulos de nuestra biblioteca sin pedirnos permiso, como ya ha realizado. Dos son las ofertas que he encontrado en el mercado español de libros electrónicos que funcionan bajo GNU/Linux: Bookeen y Papyre. El hecho de que su sistema operativo sea Linux no impide que los libros puedan cargarse desde un PC que funcione con Windows u otro sistema operativo, es algo totalmente indiferente.
El primero de estos modelos -Bookeen- se encuentra en comercios del Reino de España al precio de unos 270 euros; el segundo -Papyre- vale unos 290 euros. Aun siendo los modelos más sencillos, todavía son algo caros, pero con su popularización es previsible que bajen los precios. Existen otros modelos algo más baratos, pero tienen el inconveniente de que su pantalla es menor de seis pulgadas, que es el tamaño mínimo razonable para leer con cierta comodidad y no estar continuamente pasando hojas. A pesar de su precio, en USA se han disparado las ventas de ebooks , lo cual se explica porque no suponen una inversión exagerada para aquellos que compran habitualmente libros, los cuales, desde luego, tampoco son baratos.
El modelo que he probado ha sido el Booken Cybook Gen3, que tiene una memoria interna de 500 megas y una tarjeta SD de 1 gigabyte, suficiente para albergar cientos de libros. Además de leer es posible visualizar fotografías y escuchar música. La primera posibilidad es bastante inútil, pues solo permiten la reproducción de gráficos en escala de grises. Con respecto a la reproducción de mp3, al parecer, acorta la duración de la batería que, según afirma el fabricante, permite la lectura de 8.000 páginas.
La documentación que viene con el Cybook es muy escasa, pero el manejo del aparato es relativamente sencillo. Cuando se conecta con el cable de mini-usb comienza a cargar la batería. Para que el ordenador detecte las memorias interna y la tarjeta se requiere que el ebook esté previamente encendido en el momento de conectarlo al ordenador.
Tras la primera y exhaustiva carga de baterías de rigor, se enciende el ebook , se elige el idioma que uno prefiera (está disponible el castellano) y posteriormente aparece la biblioteca precargada. Todos los libros en el modelo que compré estaban escritos en francés e inglés, entre ellos, una autobiografía de Bill Clinton y la Biblia, en vista de lo cual decidí borrar el material precargado para empezar a crear mi propia biblioteca. El libro electrónico viene con tres tipos de letras pero es muy sencillo instalarle nuevas fuentes copiando el archivo «ttf» correspondiente en la carpeta «fuentes».
Qué formatos leer
El Cybook puede leer documentos en formato html, txt, palmdoc, pdf y Mobipocket . Son muchos los libros libres disponibles en la Web en el formato «pdf», pero su lectura en el ebook da muchos problemas. El formato de Adobe Reader es el adecuado para la impresión en papel, pero no para su lectura en un libro electrónico. El formato «txt» se lee correctamente, si bien hay que tener en cuenta las diferentes codificaciones de los caracteres. Lo mismo ocurre con las páginas en html . El formato óptimo para la lectura en esta máquina es el de Mobipocket , también conocido por Mobi.
Lo mejor que he encontrado en esta nueva aventura tecnológica me lo ha brindado el software libre. En la documentación del libro sólo se hace referencia a un programa que sincroniza la biblioteca del disco duro del ordenador con el ebook (sólo para Windows), pero no alude a ningún programa para convertir textos de diferentes formatos a Mobi.
En los sistemas operativos GNU/Linux he probado dos aplicaciones. La primera de ellas es » grammata «, escrito en java, con el que he tenido algunos problemas que me impidieron hacerlo funcionar correctamente. El programa que funciona a la perfección es » calibre «: cualquier usuario de Ubuntu y derivados sólo tiene que escribir ese nombre en la ventana de búsqueda de Synaptic e instalarlo.
Esta aplicación está preparada para crear libros electrónicos con los requerimientos técnicos y de formatos exigidos para muchos lectores, entre ellos el bookeen y el papyre . El funcionamiento es sencillo: en primer lugar se añade el libro a nuestra biblioteca particular, que puede estar en formato odt, txt, rtf o pdf. En el caso de word , habrá que abrir el documento con OpenOffice y guardarlo con alguno de los formatos compatibles descritos anteriormente.
Una vez añadido el libro a nuestra biblioteca podemos editar la metainformación: titulo, autor, editorial, etiquetas e incluso es posible descargar la portada del libro desde Internet. Por último, se convierte a «libro electrónico» y se envía el archivo resultante al dispositivo. Por omisión, se convierte al formato Mobipocket, que es el óptimo para la lectura. La conversión es perfecta y permite aumentar y cambiar el tipo de letra sin que se «descuadre» la página. El único problema que he detectado desde la exportación de formato OpenOffice (odt) es que las tabulaciones y sangrías en ocasiones son exageradamente amplias en el libro electrónico.
A compartir y leer
El programa permite, así, tener sincronizada tu biblioteca en el PC y en el lector. Los formatos más aconsejables para compartir con los demás internautas son el txt, rtf y odt (OpenOffice document) puesto que son formatos libres y garantizan que se puedan leer en un futuro. No ocurre así con los documentos Word que, incluso, tienen problemas de compatibilidad entre las diferentes versiones de MS-Word, además de ser un formato «propietario».
En el modelo estudiado, la lectura es muy sencilla y descansada. Además, se pueden marcar las páginas pero se echa de menos la posibilidad de subrayar y un sistema de búsqueda de palabras.
Donde están los libros
Cada vez existen más tiendas en Internet que venden los libros para su descarga, pero hay que tener cuidado, pues hay que comprobar que el formato del libro que se compra es compatible con el lector que uno tiene. Esto es importante, ya que al venderos el libro, usualmente, se hace con restricciones DRM, a las que me referiré más adelante, que no permiten convertirlo, con el procedimiento estudiado, al mejor formato que hayamos elegido para nuestro ebook.
Además de libros para comprar, existe una infinidad de obras libres y gratuitas para su descarga, como la sección «Libros libres» de Rebelión u otras páginas dedicadas en exclusiva a los libros. Además, también es posible buscar y descargar títulos en el emule o con el BitTorrent .
Y los autores… ¿cobrarán?
Con el libro electrónico se va a dar la misma paradoja que con la música. La industria discográfica impulsó el paso del formato del vinilo al CD e inmediatamente se produjo el efecto, no deseado por la industria, de que las copias no perdían calidad y, por lo tanto, se multiplicaron. Parte de la industria editorial está fomentando el paso al libro electrónico, si bien vendiendo las obras dentro de dispositivos que la propia compañía controla (es el caso del ebook Kindle de Amazon) o vendiendo los libros en archivos informáticos con Gestión Digital de Restricciones ( DRM , por sus siglas en inglés), que impide reproducirlo en otro dispositivo distinto del primero en que se abrió.
Muchos son los problemas del archivo protegido con DRM. No permite hacer copias de seguridad, de manera que si uno cambia de ebook deberá comprarlo de nuevo. El DRM también impide que se pueda imprimir más de una vez, de forma que si uno imprime sólo unas hojas luego será imposible imprimir ninguna parte más del libro.
La venta de música protegida con DRM ha sido un fracaso, pues quien compraba el mp3 tenía muchos más problemas que quien optaba por descargarlo sin autorización. Por eso, las principales compañías discográficas han abandonado la venta de música protegida contra la copia.
Sin embargo, la popularización del libro electrónico permitirá que los autores puedan vender y distribuir directamente su obra, sin intermediarios. También podrán crear editoriales con una mínima inversión.
Los autores que han visto descatalogados sus libros, podrán recuperarlos para sus lectores. La Ley de Propiedad Intelectual del Reino de España establece la resolución del contrato de edición cuando el editor procede a la venta como saldo o a la destrucción de los ejemplares que le resten de la edición, o cuando previstas varias ediciones y agotada la última realizada, el editor no efectúe la siguiente edición en el plazo de un año desde que fuese requerido para ello por el autor. También se extinguirá el contrato por la venta de la totalidad de los ejemplares, si ésta hubiera sido el destino de la edición, por el transcurso de diez años desde la cesión si la remuneración se hubiera pactado exclusivamente a tanto alzado o, en todo caso, a los quince años de haber puesto el autor al editor en condiciones de realizar la reproducción de la obra. En todos estos supuestos el autor queda libre de su contrato y podrá publicar de nuevo su obra, gratuita u onerosamente.
No cabe duda de que la industria editorial tiene temor al libro electrónico pero tiene, igualmente, la sensación de que su popularización es algo inexorable. Muchos autores, probablemente, verán rebajados sus ingresos en un futuro próximo a causa de las descargas en la red. En ese momento, serán muchos los escritores que se escandalizarán y protestarán desde sus columnas periodísticas por la merma de sus ingresos. Pero no olvidemos que en este cambio tecnológico (como en todos), también perderán su empleo trabajadores de imprentas, de distribuidores, librerías… Obreros que serán despedidos de sus empresas bajo las leyes inexorables de la competitividad y la adaptación que, al parecer, sólo parecen aplicables a los más desfavorecidos. A cambio, todos nosotros seremos más cultos y, por ende, más felices y cultos.
¿Donde está mejor conservado el patrimonio cultural?
Las bibliotecas han sido tradicionalmente pasto de las llamas. La cualidad inflamable del papel fue aprovechada por franquistas, nazis e inquisidores. Aún así, se han salvado ejemplares que, a pesar de estar levemente carcomidos, pueden ser leídos siglos después de su escritura. Por el contrario, ninguno de nosotros podría leer un documento escrito en nuestros primeros ordenadores personales almacenados en un disquete 5 ¼ con un formato «dw3».
El papel parece un soporte más duradero pero, además del peligro del fuego intolerante, tiene una nueva amenaza, como nos recuerda Almeida en su artículo citado: el cada vez más depredador copyright. Ejemplos de esta tendencia son la extensión de los derechos de autor patrimoniales, la imposición del canon por préstamo en las bibliotecas, por la posesión de una fotocopiadora, de una impresora…
Cuanto más ejemplares de libros haya, más difícil será que los enemigos de la cultura los destruyan u oculten. Así, aún siendo imprescindible su impresión, cualquiera de nosotros podemos convertirnos en bibliotecarios descargándonos libros y compartiéndolos desde el disco duro de nuestro ordenador.
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