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Españolísim…agh

Fuentes: Quilombo

Ilustres juristas desempolvaron viejos tratados, los militares reivindicaron, con ayuda de planos amarillentos, su carácter fortificado y los gobernantes rescataron la expresión plaza de soberanía. Para ellos la ciudad abigarrada fue, es y será española, rojigualda, autónoma no tanto, ojalá (inch Allah) autárquica. Pero bastó que al otro lado de la válvula tricúspide y de […]

Ilustres juristas desempolvaron viejos tratados, los militares reivindicaron, con ayuda de planos amarillentos, su carácter fortificado y los gobernantes rescataron la expresión plaza de soberanía. Para ellos la ciudad abigarrada fue, es y será española, rojigualda, autónoma no tanto, ojalá (inch Allah) autárquica.

Pero bastó que al otro lado de la válvula tricúspide y de las alambradas un grupo de personas, por su cuenta o por cuenta de su soberano rojiverde, vaya usted a saber, interrumpiera el tránsito de sospechosos con sus mercancías, sus alimentos y su fuerza de trabajo, para que se desencadenara el ataque de pánico que suele producirse ante el menor síntoma de asfixia.

Porque la valla y la policía de una y otra bandera no están ahí para impedir el flujo de quienes producen riqueza y vida, sería absurdo, sino para controlarlos mejor y humillarlos un poco.  De este modo se materializa una cierta idea de Estado y los títulos que éste asigna. La facultad de abrir o cerrar la valla-válvula es una prerrogativa que se arrogan, como un derecho de propiedad, de copropiedad a lo sumo, los soberanos de uno y otro lado, que no puede dejarse en manos de particulares como los que han estado incordiando estos últimos días.

Así pues, si los propietarios de ambos lados del lindero han reaccionado con desmesura es porque en lo más íntimo temen esto: que algún día, en sus respectivas demarcaciones, los que tienen poco o nada entiendan que en realidad todo, y no sólo una ridícula franja, es tierra de nadie. Es decir, de todos.

Fuente: http://www.javierortiz.net/voz/samuel/espanolisimagh