Android y iPhone, los juguetes de moda. Todos quieren tenerlos, a cualquier precio. Y no estoy hablando de dinero, aunque renunciar a apoyar al software libre tenga sus consecuencias, sino de libertades. Ni los sistemas son libres (iPhone es completamente cerrado y Android es personalizado y cerrado por las operadoras) ni se pone empeño e […]
Android y iPhone, los juguetes de moda. Todos quieren tenerlos, a cualquier precio. Y no estoy hablando de dinero, aunque renunciar a apoyar al software libre tenga sus consecuencias, sino de libertades.
Ni los sistemas son libres (iPhone es completamente cerrado y Android es personalizado y cerrado por las operadoras) ni se pone empeño e interés en que las aplicaciones que uno instala en estos sistemas sean libres, donde las grandes empresas de Internet logra un éxito al imponer pasarelas controladas por ellos y la cultura de pago propia del mundo de la telefonía móvil en un entorno tan acostumbrado a lo libre y a lo gratuito como el de los repositorios.
De esta forma, unos se alarman de que ciertas aplicaciones para Android enviaran información a los anunciantes. Y unos días después se repite la historia, esta vez entre los usuarios de iPhone. Y no puedo hacer más que pensar que la culpa no es de los anunciantes ni lo de los desarrolladores de software privativo, aunque su comportamiento sea en ocasiones dudosamente ético. La responsabilidad, y la culpa, es de los usuarios que renuncian a cualquier cosa para tener el dispositivo y el software de moda.
Cuando hablamos de software, lo cool, lo no libre, no te puede garantizar nunca el control sobre lo que de privado queda en tus comunicaciones (cada vez menos, si los Estados se salen con la suya). Y no es que libre sea automáticamente sinónimo de privacidad, pero el código libre se puede auditar y, no sólo eso, se puede modificar y, si fuera necesario, se puede forkear para dar nueva salida a un código que se descubra maligno.
Cuando uno instala software privativo sin considerar las implicaciones y acepta sin leer los términos de uso del mismo, no tiene demasiado hueco para la queja.