Ha sorprendido la votación (casi 20 millones de votos) recibida por Marina Silva. Son votos dados a ella y no al Partido de los Verdes, pues el elector vota a personas más que a partidos. Lo que plantea varias cuestiones. Muchos electores de Marina se pusieron de acuerdo a través de las redes sociales de […]
Ha sorprendido la votación (casi 20 millones de votos) recibida por Marina Silva. Son votos dados a ella y no al Partido de los Verdes, pues el elector vota a personas más que a partidos. Lo que plantea varias cuestiones.
Muchos electores de Marina se pusieron de acuerdo a través de las redes sociales de Internet, que funciona como poderoso tablado virtual. Miles de personas están dialogando permanentemente a través de la web. Y eso ayuda a formar opinión.
Es curioso constatar que la militancia virtual crece en proporción a la reducción de la persona a persona, la del militante que voluntariamente salía a las calles, pegaba afiches, pintaba las paredes, distribuía hojas volantes y vendía objetos de recuerdo para recaudar fondos para la campaña. Es lamentable observar la ausencia de militancia voluntaria en eventos electorales, substituida por personas remuneradas que, a veces, no saben nada del candidato que anuncian.
Al contrario de lo que hasta ahora suponían el PT y el PSDB, el tema de la preservación ambiental sí le interesa al elector. Ya no es cosa «sólo de los verdes». La sociedad, como un todo, está preocupada con el calentamiento global, la deforestación de la Amazonía y la construcción de hidroeléctricas contaminantes.
Marina Silva se constituyó políticamente en representante de importantes demandas de la sociedad que aún no han sido debidamente asumidas por el PT y el PSDB. Parafraseando a Shakespeare, hay más cosas entre la izquierda y la derecha de lo que suponen los actuales caciques partidarios. Se ha creado una grieta, que rompe la polarización partidaria. Y para muchos se ha abierto una nueva ventana de esperanza.
La candidatura de Marina Silva ayudó a bloquear el supuesto carácter plebiscitario de la primera vuelta. Ahora Dilma y Serra tienen obligatoriamente que debatir propuestas y programas de gobierno. El elector no quiere saber si fue Henrique Cardoso o Lula el mejor presidente. Le interesa el futuro: cómo promover el desarrollo sustentable. Cómo puede ofrecer el Estado una más eficiente seguridad pública y mejores sistemas de enseñanza y de salud. Cómo serán preservados la Amazonía y todos nuestros bosques.
Marina es neófita en el PV. Y así como Lula es mayor que el PT, ella es también mayor que el PV. Y la historia del PV está marcada, como sucede también en los otros partidos, por contradicciones. Participó en el gobierno de Lula (Ministerio de Cultura) y, a nivel de estado, en el gobierno de Serra en São Paulo (Secretaría del Medio Ambiente) y en Río de Janeiro apoyó a César Maia (DEM) en su candidatura a gobernador.
El PV podrá continuar en la cresta de la ola, o incluso hasta dejarse seducir por el canto de sirenas, y aceptar propuestas de cargos en el futuro gobierno federal. Marina no. Ella tiene una historia de coherencia y testimonio ético. Sin embargo la candidata del PV no tiene el derecho a mantenerse neutral en la segunda vuelta.
En política la neutralidad es omisión. Ningún aspecto de nuestras vidas -desde la calidad del café mañanero al transporte que utilizamos- escapa al ámbito de la política. Y Marina no llegó de Marte. Viene de las comunidades de Acre, de las Comunidades Eclesiales de Base, de la escuela medioambiental de Chico Mendes, del PT, por el cual llegó a ser senadora y gracias al cual se convirtió en ministra del Medio Ambiente en los dos períodos de Lula.
El elector espera que Marina tome postura, y que lo haga en coherencia con su historia de militante y sus principios éticos e ideológicos. Sería una decepción verla en lo alto del tejado para observar mejor a ambos lados… No es un fiel sólo el que abraza convencidamente una religión determinada. Hay que tener fidelidad también a la trayectoria que permite a Marina destacarse hoy como una de las más importantes líderes políticas del Brasil.
Lo que ahora está en juego no es el futuro electoral de la senadora Marina Silva y su enorme patrimonio político de casi 20 millones de votos. Es el futuro inmediato del Brasil. En los próximos cuatro años la influencia de ella pesará en el rumbo de nuestro país. Por eso es necesario que, aunque militante de los verdes, madure cuanto antes su posición entre los dos proyectos de Brasil en liza. (Traducción de J.L.Burguet)
– Frei Betto es escritor, autor de «Calendario del Poder», entre otros libros. http://www.freibetto.org/
Fuente original: http://alainet.org/active/41624