Cuando, a las 5 de la tarde del sábado 7 de mayo, se hicieron públicos los datos de la encuesta a boca de urna, que le daban al «Sí» un muy amplio margen de 20 puntos a su favor, el oficialismo gritó victoria, cantó y bailó. Pero unas horas después, pasadas las 9 de la […]
Cuando, a las 5 de la tarde del sábado 7 de mayo, se hicieron públicos los datos de la encuesta a boca de urna, que le daban al «Sí» un muy amplio margen de 20 puntos a su favor, el oficialismo gritó victoria, cantó y bailó. Pero unas horas después, pasadas las 9 de la noche, se dieron a conocer los resultados del conteo rápido del Consejo Nacional Electoral: si bien la propuesta gubernamental estaba en ventaja, se trataba de un margen más reducido, que fluctuaba entre 10 y 2%. Al baile le siguió una reunión de emergencia. Dos días después, se ha contabilizado el 40% de las juntas y el resultado no puede considerarse aún definitivo. No obstante, y sin caer en las precipitaciones de los festejos anticipados, se pueden extraer algunas conclusiones preliminares:
1. El gobierno sigue teniendo un respaldo relativamente alto, pero se reduce su base electoral. Lejos estamos del apoyo avasallador de la primera hora, lejos del tsunami verde de la elección de asambleístas en 2007, lejos también del referéndum aprobatorio de la nueva Constitución. Probablemente rondemos el nivel de apoyo en su segunda elección [1] . El conteo rápido del CNE dice que, si se toman en cuenta los votos blancos y nulos, sólo la primera pregunta habría obtenido más del 50% de los votos emitidos; las 9 restantes, aunque triunfadores, fluctuarían entre el 44.6 y el 47.9% [2] . La reducción de su base electoral es tanto geográfica como social.
2. Geográficamente, la propuesta del gobierno habría obtenido respaldo para su propuesta en toda la Costa (Esmeraldas, Manabí, Santo Domingo de los Tsáchilas, Los Ríos, Guayas, Santa Elena, El Oro) y en Galápagos, pero sólo en 3 provincias de la Sierra (Imbabura, Pichincha y Azuay) y en una de la Amazonía (Sucumbíos). Por el contrario, perdería en casi toda la serranía (Carchi, Cotopaxi, Tungurahua, Chimborazo, Bolívar, Cañar, Loja) y en casi toda la Amazonía (Napo, Orellana, Pastaza, Morona y Zamora). En fin: ganaría en 12 provincias y perdería en las otras 12.
Además, su principal base de sustento se desplaza de la sierra hacia la costa, lo que podría tener consecuencias políticas: tradicionalmente, la votación de la costa ha sido más conservadora y más establemente presa de populismos y clientelas. Varias de las redes clientelares que actualmente apoyan a Alianza Pais apoyaron en el pasado reciente a los partidos tradicionales de la derecha: Socialcristiano, Roldosista, Prian, de modo que no podría considerarse un respaldo seguro. Por otro lado, no toda la votación por el «Sí» en Guayaquil puede considerarse como una votación propia pues, en realidad, es compartida con Nebot (el alcalde de Guayaquil no participó activamente en la campaña y, de alguna manera «dejó espacio libre» para el sí, al menos en algunas preguntas, con las cuales no discrepaba en el fondo). Por lo tanto, reducción y desplazamiento hacia espacios de conductas políticas más conservadoras.
3. Socialmente, el proyecto de gobierno aparece reducido desde varios ángulos. a) pierde respaldo entre las clases medias urbanas (por ejemplo, en Quito, en varias parroquias electorales de predominio de capas medias, el «No» sale triunfador; una parte de esos votos perdidos, quizás una mayoría, fueron arrastrados desde la derecha, ya desde hace algún tiempo; pero otra parte proviene de un desencanto de izquierdas, siguiendo los pasos de la disidencia reciente de AP).
b) Comienza a perder respaldo entre los sectores populares urbanos; aunque entre ellos mantiene todavía un respaldo mayoritario, este ha sido menor ahora (y en algunos barrios populares de Quito, por ejemplo, incluso triunfa el «No»).
c) Se confirma la ruptura entre el gobierno y el movimiento indígena, el principal movimiento social en el Ecuador de hoy. En la mayoría de provincias con fuerte presencia indígena se ha rechazado la propuesta del gobierno. Los votos de rechazo («No» y «nulo») superan con amplitud al «Sí» en las parroquias indígenas. Y en las provincias y cantones en los que triunfa el «Sí», las parroquias indígenas dan un porcentaje mucho mayor de votos por el «No» (en Cayambe, por ejemplo). Este resultado es de mucha importancia: el gobierno se ha empeñado en debilitar y fragmentar al movimiento indígena y a la Conaie, y aprovechó la campaña electoral para profundizar su intento de separar a las bases de sus dirigencias y de sus organizaciones; durante la campaña el gobierno recurrió a las viejas tácticas clientelares para tratar de atraer votos, y puso en juego la propia figura del presidente Correa quien, personalmente, recorrió varias parroquias de mayoría indígena. Nada de esto le dio resultado. El movimiento indígena ha resistido con éxito una vez más. Desde esta perspectiva, los resultados de la consulta popular son un triunfo de la Conaie sobre el gobierno.
4. Ideológicamente, el triunfo del gobierno, ciertamente aminorado, reafirma su desplazamiento hacia la derecha. Por una parte, porque implica un desplazamiento ideológico hacia un electorado más conservador, como ya lo indicamos. Por otro lado, porque se expresa una tendencia a obtener una votación más alta en las preguntas 1 y 2, que expresan con claridad la asimilación del discurso gubernamental al «sentido común» y las propuestas de la derechafrente a la inseguridad, la violencia y la delincuencia. La votación relativamente alta en la pregunta 10 (la seguridad social) expresa, en cambio, la pervivencia de las ilusiones progresistas entre los votantes populares de AP.
5. Políticamente se trataría de un triunfo que contiene en sí mismo ciertas dosis no menores de derrota: no sólo por la reducción de su base electoral, sino, además, porque las preguntas más apoyadas no fueron precisamente aquellas en las que más énfasis pusola campaña gubernamental: aquellas relativas a la reestructuración del sistema judicial (preguntas 4 y 5) y al control de los medios de comunicación y de la información (preguntas 3 y 9).
6. Aunque el gobierno pueda reivindicar una victoria reducida, la consulta significa un triunfo de todas las oposiciones. La oposición de derechas, porque mantiene sus espacios y se beneficia de parte del descontento de las capas medias. La oposición de izquierdas, porque mantuvo la unidad y la presencia de la principal organización social y porque logró comenzar a construir un espacio político social independiente del gobierno.
7. Por lo tanto, se abre inmediatamente un espacio de disputa del sentido del «No» en la conciencia social, tanto entre quienes votaron por el «No» como entre aquellos que respaldaron la tesis gubernamental. Tanto el gobierno como las derechas se esforzarán por «demostrar» que todo el «No» cae en las arcas de la derecha. Las izquierdas, por lo tanto, deben empeñarse en profundizar frente a las amplias masas la diferencia de tesis y de propuestas que originó su propio «No», en afirmar y profundizar su distancia igual del gobierno que de las derechas; en afirmar y profundizar sus posibilidades de encuentro.
8. En fin: ahora, por fin, se vuelve más real el espacio para construir un campo autónomo a la izquierda de Correa.
[1] En abril de 2007, Correa y Alianza Pais obtuvieron el respaldo de casi un 82% de votantes para la propuesta de convocar a una Asamblea Constituyente; unos meses más tarde, en septiembre, el movimiento de gobierno consiguió elegir a 80 asambleístas, sobre 130 posibles. El año siguiente, cerca de 64% de la población aprobó la nueva Constitución. Finalmente, en abril de 2009, Correa fue elegido nuevamente presidente con un 52% de los votos en la primera vuelta. (http://www.elnuevoempresario.
[2] http://conteo.cne.gob.ec/