Debido a que la gran mayoría de las acampadas en decenas de plazas españolas, así como en muchas otras ciudades del mundo, no han sufrido la brutalidad policial de este sistema «democrático», la inmensa mayoría de los medios de comunicación, especialmente los privados, intentan disolver a los indignados lanzando botes de humo dialéctico. Detrás de […]
Debido a que la gran mayoría de las acampadas en decenas de plazas españolas, así como en muchas otras ciudades del mundo, no han sufrido la brutalidad policial de este sistema «democrático», la inmensa mayoría de los medios de comunicación, especialmente los privados, intentan disolver a los indignados lanzando botes de humo dialéctico.
Detrás de esas mesas nada plurales ni redondas con que cuentan los medios a modo de púlpito, hordas de encorbatados [1] juzgan y sojuzgan el movimiento 15M y el consenso de mínimos que ha salido de las asambleas [2] , como algo en lo que hubieran participado en primera persona y con un aparente conocimiento absoluto de causa. Queriendo hacer olvidar a oyentes, espectadores y demás, que ellos mismos son empleados de empresas privadas de comunicación y que, por lo tanto, obedecen a unas directrices muy claras y en contra de parte de las cuáles se lucha desde las calles.
Debido al alcance y difusión de algunos de los medios que les sirven de altavoz, muchos de estos tertulianos ajenos a la calle y a sus inquietudes e indignaciones, tienen al alcance de su mano desbaratar con una sola frase el esfuerzo, las ilusiones, las inquietudes y las indignaciones de millones de ciudadanos. Lo tienen a su alcance y muchos no desaprovechan la oportunidad. Salvando deshonrosos casos que no voy a mencionar, a la mayoría no les supongo mala intención, pero sí les supongo una posición socio-económico-laboral desde la que se hace muy poco creíble que puedan estar ni lo más mínimamente indignados, por lo que tienen algo más difícil comprender la indignación antes de juzgarla.
Ahora, a una semana de las elecciones, se afanan por ver quién hace la previsión más acertada sobre el futuro inmediato del 15M. Algunos de los participantes en esta absurda competición no lo saben, pero concurren en la categoría de «absurdas y tendenciosas». Algunos auguran (porque tal vez lo desean quienes les pagan) una desaparición del movimiento y de la indignación tan fulgurante como su nacimiento. Algunos aseguran (porque tal vez lo desean quienes les pagan) que la gente se cansará de la ocupación de las plazas antes de que consigan sus objetivos ciudadanos. Algunos prometen, tal vez porque quienes les pagan parecen saberlo, que los políticos se harán los sordos y no tendrán en cuenta ni una sola de las pretensiones del 15M. Tal vez, quienes les pagan han anudado demasiado fuerte su corbata y esto les impide pensar con mayor autonomía y claridad. O tal vez se trate de que ninguno de ellos tiene motivos para sentirse indignado como sí lo tienen y sí se sienten millones de españoles. Para mi decepción, ninguno de estos «corbatas» se atreve a hacer conjeturas sobre cuándo se alcanzará la verdadera Democracia en el Estado español, que es al fin y al cabo de lo que se está hablando.
Puede que solo sean impresiones mías, pero los tertulianos están tan alejados del pueblo y su realidad como lo puedan estar los políticos, con el agravante de que sirven de «tertulianos antidisturbios», lanzando botes de humo dialéctico contra los que se desgañitan pidiendo democracia, o se quejan de los porrazos que le propina el propio sistema por el simple hecho de reclamarla.
[1] Conste que no tengo nada en contra de las corbatas, sino que tomo tal prenda como el hilo conductor de tertulianos (utilícese «conductor» en su acepción 3ª de la RAE: 3. tr. Guiar o dirigir a un objetivo o a una situación. ) Tal y como se advierte en la intención de los medios que los contratan.
[2] http://madrid.tomalaplaza.net/
Fuente: http://
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