Bob Kuttner ha escrito una excelente columna en The American Prospect sobre «política de la deuda» [1]. Déjenme reflexionar un poquito sobre eso. Si se observan las exigencias de política económica que vienen de la derecha a la vista del presente desplome, diríase que parecen notablemente insensibles al hecho de que, precisamente, nos hallamos en […]
Bob Kuttner ha escrito una excelente columna en The American Prospect sobre «política de la deuda» [1]. Déjenme reflexionar un poquito sobre eso.
Si se observan las exigencias de política económica que vienen de la derecha a la vista del presente desplome, diríase que parecen notablemente insensibles al hecho de que, precisamente, nos hallamos en una situación de desplome económico. Al comienzo, algunos conservadores urgían al uso de políticas monetarias, no fiscales, para estimular la economía (y teníamos a los que, como Greg Mankiw y Ken Rogoff, reclamaban un período de inflación por encima de lo normal. Pero pronto fueron acallados, y lo que la derecha exige ahora no es sólo austeridad fiscal (aunque sin aumentar impuestos), sino también rigor monetario. Los monetaristas modernos, como Scott Sumner, se encuentran ahora sin cobijo político.
¿Qué es lo que explica esa oposición a cualquier medio concebible para mitigar el desastre? Yo puedo imaginar varias causas, pero Kuttner argumenta muy bien a favor de esta explicación: todo lo que estamos viendo sólo tiene sentido si la derecha política se ha convertido en la representante de los intereses de los rentistas, de los acreedores tenedores de títulos del pasado -bonos, préstamos, efectivo-, gentes que se hallan, esto es, en pugnaz contraste con quienes tratan de ganarse la vida produciendo cosas. La deflación es un infierno para los trabajadores y los propietarios de empresas productivas, pero es el cielo de los acreedores.
No quiero decir con ello que estemos asistiendo a un ejercicio de cinismo; mi experiencia es que hay relativamente poca gente capaz de mantener conscientemente en secreto un estante de libros intelectuales y que predique el regreso neandertalense al patrón oro, porque eso favorece sus intereses, al tiempo que relee de noche a Keynes para saber qué está pasando realmente. No; yo creo que, en general, la gente termina por creer todo aquello que se compadece bien con sus intereses. Y tal vez ni siquiera eso: yo sospecho que hay un buen número de propietarios de pequeñas empresas que creen fielmente en las alertas de hiperinflación lanzadas por Glenn Beck en 2010, sin percatarse de que la intimidación de la Reserva Federal es precisamente lo que les ha mantenido a flote.
De modo, pues, que pensar en lo que está sucediendo en términos de régimen dominado por unos rentistas que ven servidos sus intereses a expensas de la economía real ayuda mucho a entender la situación.
NOTA: [1] Traducción castellana en SinPermiso: http://www.sinpermiso.info/textos/index.php?id=4229
Fuente: http://www.sinpermiso.info/textos/index.php?id=4230